lunes, 9 de marzo de 2009

Sánchez Encarnó los más puros ideales en la lucha por la independencia


“Mas, si la maledicencia buscare pretexto para mancillar mi conducta, responderéis á cualquier cargo, diciendo en alto voz, aunque sin jactancia, que YO SOI LA BANDERA NACIONAL"

Por: Damocles Méndez Rosado

Francisco del Rosario Sánchez, figura prócera de primera magni­tud, se constituye en uno de los forjadores de la nacionalidad dominica­na con mayor incidencia en los procesos constitutivos de la nación. Es un actor de primer orden en las diferentes etapas de prepara­ción de la fundación del Estado en el 1844 y es, por igual, una figura cimera que con su sangre derramada en San Juan, abonó el fértil camino para la restauración de la República en 1861, al caer fulminado junto a veinte compatriotas bajo el fuego humeante de la fusilería que implacable­mente cegó la vida de quien fuera el máximo estratega de los trinitarios.

Sánchez palpita en el sentimiento nacional y entra como perso­naje en la historia dominicana con ribetes excepcionales en su doble dimen­sión de héroe de la Independencia y mártir de la Restauración, por cuanto es un conductor en la consumación de la proclamación de la República y luego se convierte en el jefe político en sus fases iniciales del instrumento que como la Junta Central Gubernativa dirigió las acciones políticas y militares que culminaron con el establecimiento del Estado nacional.

Sánchez es la encarnación del sentimiento revolucionario que hace presencia en El Cercado y en San Juan, se eleva a la inmortalidad para palpitar en la conciencia de la patria, vejada y traicionada por Pedro Santana al consumar la anexión a España convirtiéndose esta vil traición en uno de los episodios más lúgubres e ignominiosos de la accidentada historia patria.

Francisco del Rosario Sánchez es el armador del proyecto de nación del sector liberal del año 1844, porque tuvo la capacidad de dar continuidad a las acciones conspirativas en ausencia de Duarte; porque él tuvo la responsabilidad de vincular el pensamiento nacionalista con la práctica real y las acciones concretas para articular e integrar fuerzas sociales en la dirección de proclamar la independencia nacional, porque su visión teórica en torno al Estado y a las corrientes de la filosofía política de su tiempo, lo llevaron a ser el redactor del Manifiesto del 16 de Enero y, en opinión de otros, uno de sus mentores. Perseguido tenazmente, exiliado en varias ocasiones, siempre encontró la puerta del retorno para activar la lucha y materializar el ideario trinitario.

Es Sánchez, independientemente al nivel de comprensión que tuvo sobre la correlación de fuerzas existentes en 1844, quien ejecuta el golpe de Estado a la Junta Central Gubernativa, con lo que desplaza a los sectores conservadores el 9 de junio, mientras que Mella en el Cibao proclama a Duarte como presidente de la República el día 30 del mismo mes.

Producida la anexión a España, Sánchez es de los primeros en denunciar este acto de enajenación de la soberanía nacional perpetrado por Pedro Santana. Indudablemente que este acontecimiento llevaría a Sánchez desde el cadalso a la gloria. Sus diferentes cartas relacionadas con este hecho lo definen como el más consecuente continuador del ideario duartiano resumido en “Santo Domingo ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la isla”. La lucha iniciada por el patricio Francisco del Rosario Sánchez con la finalidad de recuperar la soberanía, él mismo la concibió como parte del proyecto de nación de los sectores liberales encabezados por Duarte, y los esfuerzos desplegados en este contexto son partes integrantes del engranaje general del ideario nacionalista que caracterizó el temple y la firmeza de propósitos de Sánchez cuando en unas misivas dirigidas al pueblo dominicano el día 20 de enero de 1861 señalaba lo siguiente. "He creído cumplir con un deber sagrado, poniéndome al frente de la reacción que impida la ejecución de tan criminales proyectos i debéis concebir, desde luego que, en este movimiento revolucionario ningún riesgo corren la independencia nacional ni vuestras libertades, cuando lo organiza el instrumento de que se valió la Providencia para enarbolar la primera bandera dominicana."

Quien así habla, no sólo escribió con su sangre uno de los episo­dios más trágicos de la historia nacional, sino que para desmentir la calumnia de una supuesta vinculación con las autoridades haitianas, siempre mantuvo en sus manos el lienzo tricolor que viste la conciencia nacional. Aún más: ante la imposibilidad de arribar al territorio patrio por otra parte que no fuere por Haití, proclamó y defendió su vocación nacionalista cuando dijo:

“Más, si la maledicencia buscare pretexto para mancillar mi conducta, responderéis á cualquier cargo, diciendo en alta voz, aunque sin jactancia, que YO SOI LA BANDERA NACIONAL”.

Esa bandera nacional pronto se ensangrentó con la sangre derra­mada por Sánchez en un acto de martirio sin precedentes en los anales de la historia dominicana, no sólo por la naturaleza bestial del trágico acontecimiento sino por la valentía y la firmeza de sus propósitos y la defensa que protagonizó Sánchez alegando que son los principios que sirvieron de base para la proclamación de la República lo que le dictaron a su conciencia el deber ineludible de salvar la nación de la cual él fue uno de sus mentores mas esforzados.

En San Juan, al malograrse el sentimiento nacional en la persona de Sánchez, se hirió profundamente el corazón de la patria.

Tanto sufrimientos, tanto dolor. En el cadalso de San Juan se derramaba la soberanía nacional, el ideario de Duarte caía inerte, el 4 de julio del año 1861, en este pueblo se consumaba la sepultura de la patria. Es una fecha imborrable, histórica, preñada de valentía.

Los mártires de San Juan son los mártires de la patria. Ellos son ejemplo de permanente palpitar en la construcción de nuestra identidad como pueblo, las autoridades locales y las fuerzas vivas comprometidas con las nobles causas redentoras de nuestro pasado histórico deben de rendir honor permanente a estos héroes olvidados mediante la construcción de una obra monumental con la cual San Juan salude al país y al mundo con los brazos victoriosos.

Las acciones militares desarrolladas por Sánchez, encaminadas a detener la enajenación de la soberanía nacional, es uno de los antece­dentes históricos de la gesta restauradora de mayor valoración patriótica no sólo por el martirio de Sánchez y sus campaneros sino por las conse­cuencias regionales de aquel movimiento, pues de resultar vencedor, la Región Sur hubiera tenido un papel protagónico en el desencadena­miento de los acontecimientos que culminaron con la victoria de las armas dominicanas en la resistencia contra las fuerzas anexionistas. No obstante la derrota pasajera desde el punto de vista militar, el movimien­to de la regeneración dominicana sembró, al igual que los movimientos que se desarrollaron en la Línea Noroeste, la cimiente y el fervor nacio­nalista propulsores de la energía restauradora que permitió enarbolar el pabellón tricolor.

El esfuerzo de restauración de la soberanía nacional, iniciado por Sánchez en su entrada por Haití, es un acto sin precedentes en héroes dominicanos. Algunas por las características que definieron el proyecto de rescate de la independencia, marcado con una dimensión internacio­nalista del movimiento militar, al plantear que la presencia de las tropas españolas en territorio dominicano ponía en peligro la soberanía del Estado haitiano, situación esta señalada en carta dirigida al presidente Geffrard, donde le explica los motivos de su expedición nacionalista y la necesidad de entrar a territorio dominicano por Haití. En esta importante carta, Sánchez presenta un análisis en torno a las motivaciones anti­nacionales que justificó Pedro Santana para enajenar el principio de la autodeterminación del pueblo dominicano con la vil entrega de la patria a la corona de España, acto insólito y que a todas luces fue una maniobra abominable, execrable y plasmado de la ignominia más desvergonzante.

El proyecto de nación diseñado por Sánchez, reveló las dotes de organizador político del febrerista. Consumó la parte más fecunda de su juventud no sólo en la cristalización n de la epopeya independentista del 44, sino en la elaboración teórica de la estrategia encaminada a la reuni­ficación de fuerzas para ponerla al servicio del movimiento político de la regeneración dominicana. Los cruces de comunicaciones con sus compañeros revela lo avanzado del pensamiento de Sánchez en torno a la necesidad de contar con un instrumento catalizador del sentimiento nacional en lucha por el logro de la independencia perdida con la anexión. Con tal finalidad se crea la Junta Revolucionaria en Curazao, con lo que el movimiento de rescate de la soberanía adquiere nuevos matices con una dirección política con la finalidad de asumir claros propósitos posteriores al triunfo de las acciones militares. En este sentido, los miembros de dicha Junta, el 22 de enero el año 1861, le escriben a Sánchez comunicándoles lo siguiente:

"Reviniéndonos así en Junta, hemos creído proceder más acerta­damente, pues de este modo habrá un centro de acción en esta isla, que procediendo con discreción y cautela, pueda dar una dirección pronta y eficaz a las medidas que hayan de tomarse, ya para la propaganda revolucionaría en la República, ya para la ejecución que por estos lugares haya de darse a una de las partes del proyecto”.


Las diferentes misivas expedidas por los miembros de la Junta Re­volucionaría y los documentos redactados por Sánchez en los inicios de la expedición restauradora, definen a este egregio titán del sentimiento nacional, como un precursor de la Restauración de la República.

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