martes, 14 de diciembre de 2010

ESPERANDO A BOSCH,


Palma Sola, Lienzo de Antonio Guadalupe.


CAPITULO XIII

EL DESTINO DOMINICANO
JOHN BARTLOW MARTÍN


Habíamos pensado quedarnos en Cabo Rojo cinco o seis días. En la aurora del tercer día, un empleado de la compañía nos despertó. Había habido un levantamiento en las montañas cerca de San Juan de la Maguana. El Gobierno había enviado tropas y había muerto un general, y la Embajada había enviado un avión para que nos llevase a la capital. Nos habían avisado muchas veces de que aparecerían guerrillas castro-comunistas cerca de San Juan.

Además San Juan no está lejos de la frontera con Haití- ¿sería esto una incursión Trujillista? Nadie lo sabía. Fran, que tiene miedo de ir en avión quería llevar a los niños en coche; pero los guerrilleros tal vez cortasen el camino. Tendrían que venir conmigo.

Le dije a José que se fuese hacia la capital, pero que si le detenían las multitudes abandonase el coche y se salvase. Fran, los niños y yo nos apretujamos en el bimotor y despegamos.
El piloto había oído decir que habían muerto seiscientas personas. No podía recordar el nombre del general pero le parecía que era Rodríguez algo. Le pregunté: “¿No Rodríguez Reyes?” Eso era.

Me quedé impresionado. Lo conocía muy bien. Rodríguez Reyes era un anciano de cabello cano, que daba la impresión de fuerza y decencia.

Yo había pensado en él para el día que hubiese algún cambio en los Altos Mandos. Le habíamos invitado a él y a su esposa a una recepción el martes de Año Nuevo. El avioncito rodeó la cordillera de Baoruco y luego siguió la costa más allá de Barahona.

En algún punto del desierto y las dunas, por debajo de la Cordillera Central , había tenido lugar la batalla. Pronto la torre de control del aeropuerto de Punta Caucedo nos avisó que tuviéramos cuidado con un avión a chorro de la PAN AM que acababa de salir de Kingston y otro avión de la PAN AM que venía de Puerto Príncipe y aterrizaría antes que nosotros. Nos dirigimos, cruzando el mar, hacia el aeropuerto.
El avión se estremeció de pronto. Habíamos perdido el motor derecho. El piloto se las arregló para sostener la hélice, avisó que había una emergencia y logró permiso para aterrizar inmediatamente. Freddy señaló la hélice inmóvil: “Mamá, mira. ¿Qué?” – se detuvo, se puso la mano en la boca, y no dijo más. El piloto seguía diciendo en voz alta que no había por qué preocuparse.

Cruzamos la larga bahía por delante de la Capital y aterrizamos perfectamente.
Los Coroneles Bey Cass y Fritz Long habían ido a San Juan de la Maguana. Esperando su vuelta, lo que sabían King y Shlauderman era lo siguiente:
Durante la ocupación de la Infantería Norteamericana, un hombre llamado Liborio había fundado un culto religioso que, al parecer se oponía a la ocupación y según decían había sido asesinado por los norteamericanos. En 1962 varios hermanos apellidos Ventura habían deificado a Liborio, habían resucitado su culto religioso y habían construido un pueblo en las colinas, al N. O. De San Juan de la Maguana, que se llamaba Palma Sola. Sólo se podía llegar a Palma Sola a pie. Miles de campesinos peregrinaban hasta allí y participaban en los ritos religiosos. Muchos se quedaban.
Casi todos llevaban dinero. Palma Sola se convirtió en una localidad permanente. Se construyeron otros pueblos. El culto se extendió. Llamaban a los pertenecientes a él mellizos porque dos de los hermanos Ventura lo eran.

Los ciudadanos de San Juan y las Matas de Farfán habían dicho que los ritos eran como orgías y vudú y se habían quejado de que muchos de los peregrinos que volvían de Palma Sola parecían hipnotizados y peligrosos.

Los propietarios de tierras se quejaron de que sus campesinos los dejaban; el procurador general García Vásquez había ido a visitar Palma Sola y recomendó que la destruyesen, los pertenecientes al culto se preparaban en instrucción casi militar y tal vez fuesen guerrillas comunistas o mercenarios trujillistas.

El sábado, después de las elecciones, la policía local había intentado detener a un grupo de peregrinos. Los peregrinos habían matado a un policía.

El jueves, García Vásquez , Imbert y el general Belisario Peguero, habían ido en helicóptero a sobrevolar Palma Sola y con un altavoz habían ordenado a los que estaban allí que se dispersasen. No lo habían hecho. Luego se había acercado un pequeño destacamento dirigido por García Vásquez y el general Rodríguez Reyes, el cual, que procedía de aquella región, creía que podría convencer a aquella gente.

Según la versión oficial, al llegar a Palma Sola el general Rodríguez Reyes había ido sólo a la localidad a hablar con los hermanos Ventura. Al parecer Palma Sola estaba rodeada de una empalizada, y dentro de ésta había cabañas, una plataforma de oraciones y caminos y círculos de plegarias señalados con piedras blancas. Parecía desierto; pero de pronto cientos de hombres habían salido de las cabañas y habían matado a palos a Rodríguez Reyes. La policía había acercado con gases lacrimógenos y armas y había habido una batalla. Tres oficiales de la policía habían resultado heridos. La policía había matado a 20 o 25 feligreses, entre ellos, dos hermanos Ventura; había cogido a 673 prisioneros, tres sacos de arroz llenos de armas y habían quemado a Palma Sola sin dejar nada. Unos 500 peregrinos habían huido a las montañas. Había dos compañías contra insurgentes, que le perseguían, y aviones P-51 que los ametrallaban desde el aire.
La noche anterior habían llamado a nuestro jefe de la MAAG, el coronel Wolfe, a Palacio, y le habían pedido cuatro helicópteros para enviar tropas a las montañas, 500 proyectiles de calibre 2-7 y 60 tanques de NAPALN para los p-51. El no había hecho nada más que informar a King y a Shlaudeman.

King y Shlauderman no estaban muy convencidos de la versión oficial. Shlauderman mismo había visitado una de las colonias de los mellizos, cerca de Palma Sola, el día de las elecciones, con los observadores de la OEA y había visto muchas cosas raras pero nada subversivo.
La teoría de un levantamiento comunista parecía improbable. ¿Tantos campesinos concentrados en un lugar? Lo mismo la teoría trujillista. Los Trujillo era más probable que actuasen por medio del asesinato o la revolución palaciega.
Sin embargo, tenían ganas de vengarse. Nosotros no queríamos que el NAPALN norteamericano cayese sobre peregrinos religiosos. Notamos también otra cosa, si se iban los p-51 y los dos grupos contra insurgentes, San Isidro quedaba en manos de Wessin y Wessin y sus tanques.

Me llevé a King a entrevistarnos con el presidente Bonnelly. Lo encontramos triste y apagado. “Es terrible. Era uno de los mejores”. Se refería a Rodríguez Reyes. Me dijo, en resumen, lo mismo que King y Shlaudeman, añadiendo que García Vásquez se había salvado arrojándose en una zanja. Bonelly estaba convencido de que los mellizos habían tenido armas. Me dijo que los militares dominicanos destruían cualquier otro campamento mellizo cercano y dispersarían a los prisioneros por el país. Estuvo de acuerdo en que era mejor que nos mantuviésemos nosotros al margen. Le exprese mi pésame y la esperanza de que no hubiese represalias.

Cass y Long vinieron a la Residencia hacia las seis de la tarde, llevando uniformes de campaña sucios y polvorientos, cansados. Habían ido hasta Palma Sola, con las tropas, andando. Me contaron lo siguiente.

Rodríguez Reyes había ido a palma Sola solo y estaba hablando con un mellizo intentando convencerle de que los peregrinos debían dispersarse, cuando un policía al ver a un hombre con una daga intento quitársela. Terminaron peleando, Rodríguez Reyes les ordeno que lo dejasen, salió hacia ellos un mellizo con un machete, el policía le disparo y salieron ochenta o noventa de los cofrades, de sus casas; el destacamento de policía se echo a correr lanzando gases lacrimógenos al aire, que se los devolvían a la cara, y habían salido un millar de mellizos de sus cabañas.

Result162 una pelea general y un desorden de gas y polvo, durante el cual Rodríguez Reyes había muerto golpeado con los palos.

Lo que sucedió después de aquello no fue una batalla sino una carnicería. Cass y Long contaron 44 cadáveres de cofrades. Algunos habían sido asesinados en sus cabañas. Otros estaban en el camino de salida, se los llevaban prisioneros y luego los mataban en venganza. Muchos de los muertos eran viejos, mas de dos mujeres y un niño. Cass y Long estaban seguros de que habían perseguido a muchos otros y de que los habían matado en las montañas. También habían quemado las chozas con los cuerpos dentro. Las tropas estaban terminando la limpieza en aquellos momentos. Lo peor de todo era que Cass y Long estaban seguros de que los mellizos no tenían armas. No había habido ningún disparo. Cass dijo simplemente: “Fue matar por matar”.

Le pregunte si era posible que Rodríguez Reyes hubiese muerto por la espalda de un disparo de alguno de sus hombres. No lo sabían. King no sabia si les habían hecho la autopsia. Probablemente, no. El cuerpo de Rodríguez Reyes ya estaba enterrado.
A las siete y cuarto de la tarde el presidente Bonnelly me llamo para que fuera a su casa. Estaba enfadado. “Sus agregados se habían mostrado indiscretos”, me dijo. Le pregunte por que. “Porque esto en un asunto de política interna”. Encontré que esto era un comentario curioso, ¿qué había de político en ello? Continuo: “García Vásquez ha venido a verme acerca de esto”. Le dije que no habría enviado a los agregados si hubiera sabido que le molestaría. No habían hecho mas que cumplir con su deber: informarme de los asuntos militares. Yo era el responsable. Estaba bastante seguro de que habían obtenido permiso de los jefes dominicanos. Yo no presente mis excusas porque ellos hubieran ido, pero dije que si, si el presidente me lo rogaba, les diría que no volviesen a Palma Sola. Lo hizo, y me fui.

Hable con Long y Cass. Long había informado al general Viñas la noche anterior de que iban. El coronel Pagán los había recibido bien, pero el procurador general García Vásquez, no. Comprendí lo que había pasado: García Vásquez había convencido al presidente de que se me quejase. Me preguntaba que seria lo que había hecho y lo que había hecho Imbert. Repitió la versión oficial: dijo que “los mellizos eran unos pobres muertos de hambre” y quería que viniese a verlos a la central policíaca, con sus harapos, que apestaban. Busque inútilmente a ver cuales serian las cuestiones políticas. Nunca supimos toda la verdad sobre la Palma Sola Los chinos Rojos lo llamaron una matanza de campesinos por aquellos que les habían impuesto elecciones “antidemocráticas”. Probablemente no fue mas que una chapuza de la policía. Los mellizos que habían desafiado la autoridad y habían creado un estado dentro del Estado, representaban una amenaza. Pero esto no justificaba la matanza ni eran satisfactorias las explicaciones oficiales. Palma Sola quedaría, como tantas otras cosas en la republica Dominicana, oscurecida para siempre.

Durante todo el año habíamos previsto todo desastre imaginable, pero no la sangre y el polvo de las piedras en Palma Sola. Pero por haber sido tan inesperado era todavía mas inquietante, como cualquier acto absurdo nos desasosiega, en el universo que comprendemos asustaba. Era algo que nos recordaba que la muerte violenta nunca esta lejos en esta terrible tierra.

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