sábado, 15 de enero de 2011

El día que Caonabó volvió a la vida




Nueva estatua de Caonabo Liberado, en la entrada de SJM

Por: Jose Enrique Méndez

La sindicatura del municipio de San Juan de la Maguana, presidido por la Arquitecta Hanoi Sánchez, inaugurró el monumento de Caonabó Libre, a la entrada de la ciudad, en la Avenida de Circunvalación.

Este acto de inauguración es una obra de arte de arquitectura monumental, icono posmoderno de la “ruta taína”; forma parte de una efectiva política de turismo cultural, que contará con una extraordinaria variedad de actividades, desde artesanía, gastronomía, manifestaciones artísticas, museos locales, monumentos coloniales y otras muestras típicas.

Se programó con el acto inaugural, montar un espectáculo artístico con la riqueza rítmica de los areítos taínos, bajo la dirección del antropólogo y etnomusicólogo licenciado Julio César Paulino.

Estos eventos continúan los trabajos de revitalización y puesta en valor de nuestras culturas ancestrales, orientados hacia la declaración de nuestra geografía mística, incluyendo las plazas ceremoniales, como parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Canto a Caonabo Libre
Por: Servio Tulio Almánzar Frías (1931-2005)



Las flautas milenarias de los bosques,
inundan los vientos patrios con un caudal
de notas vegetales,
para saludarte,
mas allá de la geografía de los huesos y el recuerdo.

Recio cacique quisqueyano en cuya voz se aposentó el rayo,
el rayo que da luz y que fulmina;
recio varón,
recio como las ceibas y los caobos,
en cuya savia navegan
pedazos de cielos antillanos.

Tenemos que gritarlo con voz de bronce arrebatado
en el pórtico mismo de la historia:
fuiste en tu Isla
atravesada de ambiciones exóticas,
dios silvestre de la guerra,
semilla luminosa de heroísmo,
árbol primitivo de dignidades.
Por ti, las montañas y los valles solitarios,
ensombrecidos por aquellos que les abrieron amargas rutas a la mar,
se poblaron de águilas guerrilleras,
y los vientos septentrionales empujaron
la lanza acústica de tu grito
hasta los mismos dominios igníferos del sol.

Sólo por los túneles retorcidos de la traición
pudo llegar Ojeda ante tu figura de atlética
palmera antillana,
porque frente a la luz acerada de los trópicos pequeños de tus ojos
temblaban los arcabuces
y los hondos secretos de tu tierra...

Desde el subsuelo de las comarcas,
donde alumbran las sonrisas de ámbar de los girasoles,
los ídolos antiguos recuerdan tus hazañas…
Indio amamantado en la urbe de la intrepidez
hermano del dios Términos
que protegiste los verdes lares quisqueyanos
contra los podadores de la rosa del oro.

Para llegar a la raíz del árbol de tu raza
sería necesario remontar los caudalosos ríos tropicales,
o escalar las fortalezas pétreas de las cordilleras
en cuyos vértices anidan los relámpagos;
sería necesario recorrer los caminos profundos del tambor
donde trepidan las paredes del tiempo…

Después que el polvo escribió su elegía sobre la epidermis de los cemíes,
plasmaron en la sólida voz de la piedra
tu sagrado furor,
y tus piernas,
que fueron columnas vivientes del templo de Turey,
y tus manos,
que fueron nidos de cóndores o bosques antillanos de canela
están aprisionadas por anillos de hierro,
y ahora se levanta un viento amargo de protestas:
así no quieren verte nuestros cielos acribillados,
ni el explotado obrero,
ni el campesino acorralado,
ni el hombre de la urbe desolada,
ni el niño que ya conoce las letras sangrantes
de la palabra Patria.

¡Así no quiere verte la diosa de la Historia!

Ahora hay que convocar a los ángeles escultores
para que cincelen tu nueva estatua en la materia pura de las auroras,
y te presenten erguido sobre los agrios riscos
de Maguana,
empuñando el arco y la flecha,
¡coloso sagitario desafiando la voz terrible
de la pólvora,
y sembrando la Isla
de imperativas libertades!

1967

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