Por Héctor Enrique Méndez G.(Don Cuchi") EPD
padre del Ing.José EnriqueMéndez
(* )Hace ya algún tiempo, en San Juan de la Maguana,
cuando lo bucólico era aún posible, vivió una Señora apodada
"Doña CACHITA", cuyo marido, Don Fidel, tocaba clarinete
en la banda municipal; doña Cachita, tenía jaulas con ruiseñores,
uno de ellos en una jaula azul, que solía acompañar a "dúo,"
las melodías del clarinete de Don Fidel.
Una hermosa mañana de invierno sanjuanero, el ruiseñor de Doña Cachita estaba triste. Ni siquiera las melodiosas notas del clarín de Don Fidel lo incitaban al canto. Había mirado hacia lo alto, y al divisar unas poderosas alas extendidas, le ataba la lengua para el canto y dejó de cantar.
El Gavilán, continuaba describiendo sus espirales maravillosas, mientras las aves domésticas, observando la línea de su vuelo, revelaban su temor con un sonido gutural semejante al gemido...
Pasó largo tiempo sumido en esta honda tristeza; la inconformidad lo abatía. Todo su empeño era volar como el Gavilán y sentirse Rey de las alturas, y si cantaba, solo era para obedecer el mandato de su instinto.
Un día en intimidad con otra ave, ésta le reveló un secreto inesperado: El Rey de las alturas vivía enfermo porque no podía arrancar una nota de oro a su garganta y de buen grado cambiaría el señorio de sus poderosas alas por la grandeza de su trino.
Lleno de alegría, saltó varias veces en el interior de la hermosa jaula azul donde lo mimaba Doña Cachita. Sacudió su plumaje, abrió los dos ámbares de pico y haciendo nuevamente su acostumbrado dúo al clarín de Don Fidel, pobló el espacio de armonías.
Estaba curado.
4 de Septiembre de 1982
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