sábado, 29 de enero de 2011

Monseñor Reilly era pastor celoso, bondadoso y caritativo con los más pobres y necesitados

Tomás Reilly (1908-1992).
Nace el 20 de Diciembre de 1908.
Sacerdote estadounidense, nacido en Boston, Estados Unidos. Redentorista, ordenado sacerdote el 10 de Junio de 1933. Trabajó en Las Matas de Farfán. Designado Administrador Apostólico de la Prelatura de San Juan de la Maguana, toma posesión el 16 de Marzo de 1954, en la nueva circunscripción eclesiástica erigida el 25 de Septiembre de 1953, junto con Santiago de los Caballeros y La Vega. Elegido como obispo el 22 de Julio de 1956 y consagrado el 30 de Noviembre del mismo año. El 21 de noviembre de 1969 el Papa Paulo VI eleva a la categoría de Diócesis a San Juan de la Maguana, la cual fue dividida en 1976, creándose la Diócesis de Barahona. Monseñor Reilly era pastor celoso, bondadoso y caritativo con los más pobres y necesitados; su fortaleza y su fe le llevaron a soportar persecuciones y amenazas, cuando el pueblo dominicano hacía esfuerzos por restablecer la democracia gubernamental. Cesó en sus funciones el 20 de Julio de 1977. Murió en Boston.
Murió el 21 de Julio de 1992.

Monseñor Tomás Francisco Reilly, CSsR:

Nació en Boston, Estados Unidos, el 20 de Diciembre de 1908. Ordenado sacerdote en la Orden de los Redentoristas (CSsR) el 10 de Junio de 1933. Llegó al país a finales de la década de los cuarenta, desempeñando su función sacerdotal en la Parroquia Santa Lucía Virgen del Municipio de Las Matas de Farfán. Designado Administrador Apostólico de la Prelatura de San Juan de la Maguana toma posesión el 16 de Marzo de 1954, en la nueva circunscripción eclesiástica erigida el 25 de Septiembre de 1953, junto con Santiago de los Caballeros y La Vega. Elegido como obispo el 22 de Julio de 1956 y consagrado el 30 de Noviembre del mismo año ante la presencia de 50 Redentoristas, 110 sacerdotes y 11 obispos. Fue un acontecimiento único en al historia de San Juan. Entre los asistentes estaba el P. Guido Gildea, quien fue recibido como un héroe por el pueblo de San Juan. El 21 de noviembre de 1969 mediante la bula “Summopere Laetantes”, el Papa Paulo VI eleva a la categoría de Diócesis a San Juan de la Maguana.

En 1976 fue dividida creándose la Diócesis de Barahona. La Santa Sede le asigna como Obispo Coadjutor con Derecho de Sucesión a Ronald Gerard Connors, CSSR, Obispo Titular de Equizeto, quien recibe la ordenación episcopal el 20 de Julio de 1976. Mons. Reilly cesa el 20 de Julio 1977, al aceptarle la Santa Sede su renuncia por motivos de salud, pasando a ser Obispo Emérito de San Juan de la Maguana.

Monseñor Reilly fue un pastor celoso como se puede notar por las orientaciones pastorales ofrecidas en una reunión anual de clero a principios de 1960 en Barahona para los 36 sacerdotes. El Obispo dejó dicho que se debiera dar un retiro mensual con dirección espiritual y confesión. Que los párrocos procuren seguir el trabajo de sus predecesores en el lugar y la línea de la prelatura. Qué los sacerdotes deben lucir el hábito o sotana en la calle en todo tiempo, que deben promover cada vez más el matrimonio y no ser demasiado estrictos en la investigación de bautismo, etc., que los libros parroquiales debieran ser escritos con cuidado, que los libros de religión y moral debieran ser difundidos en toda zona escolar, que todos debieran utilizar la misma fórmula de confesión al enseñársela a los niños, que nadie debiera estar ausente de su parroquia por más de 8 días sin el consentimiento previo del obispo. Finalmente, hubo una instrucción sobre la situación delicada entre el Estado y la Iglesia, y que los sacerdotes no debieran omitir en ningún momento la oración por las autoridades y superiores del pueblo al finalizar la misa, de acuerdo con el Concordato.

Monseñor Reilly tuvo una postura vertical ante la tiranía de Trujillo. En unión con Monseñor Panal y los obispos de la Conferencia del Episcopado Dominicano subscriben la Carta Pastoral del 31 de Enero de 1960, la cual fue leída a los feligreses en todas las misas y refería que “es una gran ofensa a Dios suprimir los derechos individuales derivados del derecho natural, y que incluyen los derechos democráticos de libertad de conciencia, de prensa, de reunión y la defensa de esos derechos se anteponen a la defensa de cualquier Estado”, anunciando la postura de la Iglesia ante el régimen de Trujillo.

La actitud de Monseñor Reilly, llevada a cabo no sin riesgo de perder la vida, esto le granjeó amplias simpatías populares.

Tomás Reilly es un defensor de sus sacerdotes y de su grey como podemos constatar por la su declaración que debía ser leida en las misas día 12 de marzo de 1961.“Mis queridos hijos: Ayer con la expulsión de padre Rogelio Rosselle, misionero belga de la Prelatura de San Juan de la Maguana, se realizó la última de una serie larga de violaciones de los derechos humanos y de los derechos de la Iglesia. Los fieles de Neyba y nosotras mismos estamos muy agradecidos del trabajo noble y desinteresado del Padre Rosselle. Lamentamos su salida.

Está claro ahora que el gobierno de su Excelencia Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo Molina ha adoptado un modo especial de persecución. Menciono sólo actos recientes. En los primeros días del mes de diciembre pasado, un misionero español, Padre Angel Barrios, de esta misma Prelatura, fue expulsado sin explicación. En el primer día de enero, otro misionero español de la Prelatura, Padre Alejandro Bello, fue secuestrado y repetidamente golpeado por la policía secreta. El Padre Bello fue llevado de su parroquia a la Capital con sus brazos atados durante todo el viaje de cinco horas. El la oficina de la Inteligencia Militar, le dijeron que todo fue un error lamentable. Las autoridades militares y civiles en varios pueblos han tratado de intimidar a la juventud de la Acción Católica, y a los hombres y mujeres de las distintas sociedades religiosas. En algunas parroquias se encontró prudente disolver las confraternidades religiosas por causa del clima que prevalecía de temor servil. En las horas de madrugada del primero de Marzo las puertas principales de nuestra Catedral fueron incendiadas (sic).

No permitieron ninguna mención de estos episodios en la prensa ni por la radio. Sin embargo, tanto la prensa como la radio hallan espacio y tiempo para lanzar diariamente ataques de naturaleza vilísima y calumniosísima contra la doctrina, prácticas y líderes religiosos de la Iglesia Católica. Como Uds. Saben, hay espías en todos los servicios de la Iglesia, y sus tergiversados informes de las prédicas enviados directamente o por medios de los síndicos o gobernadores provinciales al gobierno central, quedando aceptados como informes fidedignos de los sermones. En este régimen actual, se observa una actitud hostil hacia una iglesia independiente, especialmente teniendo la Iglesia el respeto y el afecto de la inmensa mayoría del pueblo. Según el punto de vista que ahora prevalece en el régimen de su Excelencia Generalísimo Trujillo, se observa que las conversaciones diplomáticas, memoranda conciliatoria, y protestas con debida cortesía son inútiles. Como Uds. saben bien, mientras el régimen de Su Excelencia Generalísimo Trujillo públicamente profesa respetar los derechos de la Iglesia Católica, el régimen está, y desde hace mucho tiempo ha estado, cometiendo actos de intimidación y persecución. Uds todos están bien enterrados sobre la diferencia enorme entre la propaganda oficial y las realidades penosas.

Pero, mis amados hijos, no se olviden nunca de que Uds. no están llamados a servir a Cristo en el espíritu de cobardía. En estos días oscuros deben ser Uds. discípulos dignos de Cristo el valiente.

Imiten a los sacerdotes y monjas heroicas que trabajan en medio de Uds. Ellos han sufrido mucho en este año pasado por el amor a Uds. Y se proponen seguir adelante, a menos que sean expulsados; ellos estarán con Uds. Para enseñar, rezar, y administrar los sacramentos, ofrecer con Uds. la Santa Misa, compartir con Uds. sus numerosos sufrimientos. Que la paz y bendiciones de Dios sean con Uds. Todos”.

En la reunión de los obispos del país del 19 de Septiembre de 1961 en la que se daba a conocer la creación de la Cáritas Dominicana, también se anunciaba a Monseñor Reilly como su primer Presidente.

Mons. Reilly fallece en su país natal el 21 de Julio de 1992 y por su propia voluntad fue sepultado en la Catedral San Juan Bautista el 28 del mismo mes, fruto del deseo de permanecer junto al pueblo al que tanto amó y sirvió como misionero redentorista.

De él escribió la Srta. Canó, al recordar el segundo aniversario de su muerte: “Cuando vino como sacerdote a este pueblo de San Juan, acababa de pasar por la durísima experiencia de haber sido capellán de las tropas norteamericanas durante la Segunda Guerra Mundial (...) que le desgarraron espiritualmente. Aquí se dedicó a llevar el Evangelio y la caridad a nuestros campos más lejanos, entre lodazales y pasando ríos carentes de puentes, que le obligaron muchas veces a detenerse en los caminos hasta esperar el amanecer. Ya obispo, “siempre misionero”, hizo cuanto pudo para mejorar los lugares, donde se ofrecían los servicios religiosos, construyendo con su propio peculio ermitas y capillas donde pudieran reunirse los fieles a celebrar los cultos y a recibir las enseñanzas de Nuestro Señor.

Fue bondadoso y caritativo con los más pobres y necesitados; su fortaleza y su fe fueron tan grandes que soportó todas las persecuciones y amenazas cuando el pueblo dominicano hizo esfuerzos por restablecer la democracia gubernamental”.

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