viernes, 18 de marzo de 2011

CUENTOS BREVISIMOS DE NICOLAS MATEO




Tal vez, sí yo no hubiese interpretado mi papel de la forma magistral como lo hice, la historia se estuviera contando ahora de otra manera. Yo no dirigí la obra, tan sólo fui un actor con un papel previamente asignado. Cualquier otro, en mi lugar, se habría negado a interpretar ese personaje, pero yo no podía hacerlo, yo me debía a mi director. A fin de cuentas, ¿de qué sirve una historia de héroes sin bandidos.

Además, ya el actor principal había comentado públicamente cuál sería la trama y cuáles los personajes. Y yo no podía salir de repente con un cuento. El asunto ese de las monedas fue genial, todo el mundo lo creyó. Desde luego estaba escrito así. ¡El guionista de la obra es un genio!

La cosa es que la gente no entendió una parte de la historia, y entonces comenzó la intriga. Jesús hizo de Jesús y, para hacer de Judas, Dios sólo confiaba en mí.

LA CIVILIZACION
El sol cae lentamente como fuego de bengala, tres inmenso maderos colocados en forma de T arden levantando sus llamas a varios pies de altura, mientras dibujan una extraña figura en su divagar. El día previsto, la hora exacta, el lugar escogido para tenderle una trampa a la razón. Caín sigiloso, cauto, convencido, extremadamente cuidadoso como quien lleva cabo su obra más sagrada, agarra con fuerza brutal(casi le sangra la mano derecha) un enorme hueso en forma de C. Tira hacia atrás su abundante cabellera y sin mediar palabras propina una estocada mortal a su hermano.

Los pájaros revolotean, el agua del río choca contra la piedra causando estridencia, el viento se escabulle entre los árboles cual murmullo infernal. Dos lágrimas resbalan lentamente por el rostro envejecido de Dios. Comienza la Civilización.

LA ENTREGA
¡Crucificadle!, ¡Crucificadle!, apenas grito un vagabundo que tirado sobre la arena rinde culto al Dios Baco, cuando siete fariseos llegaron con tres cruz de Cedro y doce clavos empujando a Barrabás, que lleno de miedo sólo atiende a agarrarse los genitales haciendo gesto de insoportable dolor. Poncio Pilato introdujo sus enormes y delicadas manos en un gigante recipiente de madera lleno de vino y sentenció-no veo pecados en él, pero ustedes le han condenado. Y se Marchó.

El grupo, que sobrepasa con poco el conteo doble de los dedos de las manos, lanza piedras, mientras Jesús, con una inusitada ternura en su rostro mira al cielo orando al señor. Un carpintero se ofrece de voluntario para clavar en la cruz al rey de los judios, a Barrabás y a otro que el rumor condenó por hurto.

Doce clavos le fueron entregados al trabajador de la madera, pero sólo nueve fueron clavados, dos en cada travesaño y uno en cada madero vertical, sujetando manos y pies de los condenados. Los hombres festejaron bebiendo grandes jarras de vino. El firmamento se nubló, un trueno ensordecedor antecedió a un absoluto silencio. La lluvia limpió la sangre que corría como regola moribunda por los cuerpos desnudos de los condenados. ¡Perdonadle señor, que también son ignorantes!..


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