La Poesía
Al ciprés no le dijeron que escribir
a esta infancia de nuestros días
era matar el tiempo en la palabra.
Que la luna, el sol, las estrellas,
son la apuesta decisiva del lenguaje.
Que la vida era un invento
sobrepuesto al decir.
Que la alegría era un encuentro
furtivo con el otro.
Que mi risa era tu risa.
Que bailar proponía la eternidad.
A nadie le dijeron,
que la poesía se hacía en la cama.
Sólo nosotros descubrimos
que morir era nacer de nuevo.
Que tu mano era mi mano
y que seducir era el deseo del sueño,
momentos de un placer inescrutable.
Quizás por eso inventé un canto
para hacerlo todos los días
a tu lado.
(Jorge Piña, dominicano de San Juan)
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