domingo, 1 de mayo de 2011

En fecha variable próxima al primer domingo de Junio, en San Juan se celebra la fiesta religiosa “Domingo de Pentecostés”.


Miembros de la Cofradía del Espíritu Santo del Batey, San Juan de la Maguana.

Por: José Enrique Méndez



De confección local, El Santo de la Cofradía del Espíritu Santo del Batey, es una de las expresiones de la imaginería escultórica rural de San Juan.

Las líneas sencillas policromadas de la imagen de barro o yeso blanco, aplicada su coloración sin ninguna técnica, con barniz natural pigmentos y/o cera, es una diminuta figura de un espíritu celestial, de labios rojizos, cabellera y cejas negra brillante, bien definidas.

La expresión de mirada del Santico de la Cofradía del Espíritu Santo del Batey es evasiva, pero penetrante. Con traje escarlata con hordas doradas en los bordes, con dos diminutas palomas bordas en el frente., la imagen es motivo de veneración cada año en fecha variable próxima al primer domingo de Junio, donde se celebra la fiesta religiosa “Domingo de Pentecostés”, festival de atabales de la cofradía del Espíritu Santo en El Batey.

Una vez más lo imaginario, el juego de las mentalidades hace su aporte a la historia de San Juan
San Juan es una memoria social rica en conmemoraciones, una red infinita de signos poblados de creencias, inclinaciones y temores, un universo de imágenes que conforman como fenómeno cultural su religiosidad popular.

En el caso del Batey, término que originalmente era Ceremonia, en parte lúdica y en parte judicial, practicada por los aborígenes taínos, se da un préstamo cultural –un tanto impuesto por la fuerza dominante- al convertirse en la designación del sitio o lugar de convivencia de las comunidades cimarronas afrocaribeñas. Su fuerza es tal que en estos momentos existe la Sección El Batey de San Juan. Esta sección del Municipio San Juan, fue fundada hace más de 400 años por orden de la Real Audiencia (Suprema Corte), sus habitantes originales fueron encabezados por Juan Sebastián Lemba y protagonizaron el primer grito de abolición de la esclavitud negra en América. La extensión del término ha sido tal que así son designadas las zonas ocupadas por las viviendas y demás edificaciones en los ingenios azucareros del Caribe.


El Espíritu Santo representado en las Sagradas Escrituras por medio del símbolo de la paloma (Mc. 1,10), representando paz y reconciliación, y a veces como un torbellino (He. 2) que simboliza la fuerza, y lenguas de fuego (He. 2) en manifestación del éxtasis de los creyentes, es transformado, trastocado, siendo sustituido por el tallado de la nueva imagen popular santificadora evocada. La nueva imagen, a maneras de Ángel o Arcángel, dirige y guía la Cofradía o asociación de fieles del Espíritu Santo de esta antigua comunidad de cimarrones asentados en San Juan.


El nuevo signo, el Santo de la Cofradía del Espíritu Santo del Batey, es una creación de realismo mágico de la región, que media la relación brutal de existencia, de hombres y mujeres de estas comunidades empobrecidas de la región sur de la República Dominicana con su mundo de esperanzas, conformado por simulacros espirituales, bendiciones, curaciones y purificaciones milagrosas, en su olvidado universo de caminos enfermos de indiferencias, polvos, guazábaras y cambronales.

La fiesta
En la mayoría de los casos, llegan personas de todas las regiones en cumplimiento o petición de promesa. Se les ve descalzas, con atuendos, engalanados con vestimentas amarilla y roja organizando actos procesionales, que constituyen una forma de devoción popular muy arraigada en el valle de San Juan.

Estas cofradías están definidas desde el interior de sus actores a partir de un específico sentimiento de pertenencia, donde cobra fuerza la vivencia de un nosotros homogéneo. En la cofradía se dramatiza en el interior de la comunidad la cohesión social y su identidad definida desde los principios émic y étic como “comunidad del Batey de San Juan”. La escenificación de rituales, la magnificencia de lo simbólico en las ceremonias de la Cofradía del Espíritu Santo.

Las ceremonias no solamente abarcan la familia sino que se proyecta en una fuerte cohesión comunitaria por la apertura de las celebraciones. Estas en su esencia exigen a sus miembros una alta capacidad de acción conjunta, cooperativa, la cual se constituye en elemento de fortalecimiento de sus comunicaciones y de defensa hacia el interior del grupo.




Estas cofradías tienen un gran valor desde el punto de vista comunitario por la cohesión que propician hacia el interior de los grupos humanos. Entre las características de estas sociedades en San Juan se pueden destacar el profundo sentimiento de pertenencia a un grupo, la capacidad de una acción conjunta, cooperativa, donde afloran sentimientos de solidaridad, que se expresan súbita, o periódicamente, a través de rituales o de simbología ceremonial. Asimismo, las cofradías constituyen un medio para dramatizar esa cohesión social, esas identidades de una comunidad donde el patrono pasa a ser un símbolo. Ellas cobran dimensión en las celebraciones que pasan de ser un fenómeno local a ser espacios a los que concurren personas de diferentes partes del país y del mundo.



Ante la triste condición de la colectividad sanjuanera, las metáforas del descontento, las de los palos del espíritu santo de San Juan, hacen sus advertencias:

”Debajo del palo grande

hay escrito un secreto

levanten el palo grande

Y Ustedes verán”

.. vienen personas de todas las regiones en cumplimiento o petición de promesa, se les ve descalzas, con atuendos, engalanados con vestimentas amarilla y roja organizando actos procesionales, que constituyen una forma de devoción popular muy arraigada en el valle de San Juan cantando:

“Hasta Juan Bautista vengo reclamando que yo soy de lejo y vengo caminando”

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