viernes, 20 de mayo de 2011

****** Un Poeta-Sacerdote Antillano


Por: Sobieski de León

Hacía tiempo que no leíamos unos poemas tan limpios, pulcros e intensos como los del poeta sanjuanero Tulio Cordero. Parece que le inspira el Dios Vulcano, porque con fuego hace sus versos.
Nada le falta ni le sobra a los poemas de Tulio Cordero.
Son como pequeños diamantes tallados a perfección por todos los costados. Tallado con fuego, repetimos, porque salen sin mancha de pecado original.
Hay una elemental pureza en los versos de Tulio, que nos recuerda el Paraíso Terrenal, donde todo era pureza e incandescencia primigenia. Y como en el Paraíso también, todo estaba al rojo vivo.
Sólo quien no haya perdido aún su sensibilidad, puede extasiarse en lo que dice el Poeta Cordero y en la Forma de decirlo. Todo es limpio en él. Su lenguaje es impecable. Su esencia es noble.
Es disciplinado. Honesto. Con una sensualidad-limpia sensualidad- que raya en la voluptuosidad del ser.
Leyéndolo, no podemos, sino sobrecogernos a una inmensa palabra que más que palabra es acción que mantiene a todo ser vivo sobre el planeta: Nos referimos al Amor.

Porque a todos lo traspasa como hiriente daga, el poder inmenso del Amor, que es lo que comprende el Todo, lo que abarca Todo, lo que define Todo, desde una enigmática “presencia divina….orquídea tendida/en la sombra desnuda/de tu pecho de brizna/de hambre y de deseo…
Y nos deja hecho ¡mierda! Como al poeta… con la sed de su pozo/y sus manos/cuarteadas por la espera… ¡Es que tocar es fuego! Addendum: Tulio Cordero, sanjuanero, poeta, sacerdote de la Congregación de los Padres Paules. Es Licenciado en Filosofía de la Pucamaima (1986) y en Teología de la Espiritualidad (Colegio Teresianum de Roma). Miembro del Movimiento Literario Interiorista de Bruno Candelier. Coordinador del Grupo Literario “Fernando Arturo de Meriño”, del Ateneo Insular, de Santo Domingo.

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