jueves, 26 de enero de 2012

DESCUBRIMIENTO DEL HOMBRE DE SEBORUCO

A: Fernando Luna Calderón (“Galeno”)
In Memorian
(Nunca te olvidaremos)

Sobieski De León Lazala




A mediado de abril de 1998, el sábado anterior a la publicación del descubrimiento de “El Hombre de Seboruco” en El Nacional de Ahora bajo la firma del periodista Manuel Espinosa Rosario, Fernando Luna Calderón, y Glennys Tavárez María (antropólogos), el obrero Pablo Ventura y el cirujano sanjuanero Sobieski De León Lazala, salimos desde el Parque Sánchez, hacia el distrito municipal de Sabaneta.

De izquierda a derecha, Glennys Tavárez María (antropologa), Fernando Luna calderón
"Galeno"- (antropólogo), José Enrique Méndez (escritor y metapoeta sanjuanero) y
Sobieski De León Lazala (Médico-Cirujano, Director de la Revista "Racimos de Uva")
Luna Calderón (“Galeno”), dijo necesitar y consiguió un topógrafo que llevamos con nosotros. El grupo estuvo formado por cinco personas sin contar al chofer que se regresaría a San Juan, tan pronto nos dejara en Sabaneta. Una vez en el lugar, frente a la primera cueva de Seboruco, Galeno, le hizo tomar varias mediciones a nuestro Topógrafo desde diferentes ángulos.

Esa primera cueva es mas bien una “boca de cueva” de unos cuatro metros de ancho por dos y medio metros de profundidad, donde uno puede entrar y salir encorvándose, ya que tiene apenas un metro de altura en su entrada de forma abovedada. Constituye ese sitio la base del Pico de Seboruco, que se levanta imponente de modo vertical. Por detrás, sin embargo es inclinado y puede escalarse hasta su altura máxima, contemplándose desde allí el inmenso panorama del valle de San Juan.

Las mediciones del topógrafo se prolongaban.

¿Y qué es lo que tanto mide Galeno?, pregunté a Glennys.
A veces, el topógrafo se colocaba con su trípode peligrosamente justo en la ladera que da al precipicio que tiene como fondo el reinicio del río después de la muralla de la Presa de Sabaneta. Galeno, pagó y despidió al topógrafo. De repente ordenó a Pablo:
-Empieza a trabajar ahí, señalando un punto exactamente contiguo a la entrada de la cueva, y marcándole una raya con una piedra; la raya “miraba” hacia el Este, justamente frente al sol.

Pablo, empezó; yo lo veía mas bien arañando la tierra, y a Galeno y a Glennys, hablando de todo, hasta de la inmortalidad de los cangrejos, muy ajenos a lo que iba a pasar dentro de poco.
¿Quién es Pablo?, les pregunté.
- Es nuestro hombre de confianza; es un obrero del Museo del Hombre Dominicano, que nos acompaña siempre en nuestros trabajos; ya ha acumulado mucha experiencia.

Al cabo de cierto tiempo, Pablo nos voceó que había encontrado algo. Fue cosa mágica, como sacar un conejo de un sombrero. Galeno, Glennys y yo, acudimos. Galeno, tomó entonces las riendas, buscó de entre sus instrumentos una brocha y empezó a limpiar con mucho cuidado. En efecto, algo parecido a un hueso, había aparecido.
A partir de ahí el trabajo fue mas bien a brochazo limpio. Galeno, le hizo seguir a Pablo, el trayecto del hueso, y él mismo y Glennys, de vez en cuando sabiendo lo que hacían, le ayudaban. Yo observaba emocionado. ¡Conque así es que trabajan los antropólogos!, me dije para mis adentros. Para mí, que habían encontrado más osamentas como las que aparecieron exactamente dos metros más debajo de donde estábamos, en plena ladera del pico, donde el tractor había hecho la trocha de camino.

El día anterior, viernes, habíamos visitado ya a Seboruco por primera vez, que fue cuando nos pusimos en contacto con las osamentas removidas; entonces, Galeno, Glennys y yo, recogimos todos los huesos que pudimos y que hoy reposan en el Museo del Hombre Dominicano de Santo Domingo. Galeno, concluyó por el número de
Tibias y otros huesos específicos, que por lo menos había osamentas de unas trece o catorce personas, entre ellas la de niños.
Estudiando características del material encontrado, observó que existían huesos que habían sido sometidos a la cocción, en otras palabras, al fuego.(Datos de especialidad antropológica, conocidos por él). Junto a los huesos, apareció un material no óseo, que yo desconocía.
-¡Eso es silex!, me dijo Glennys. Ya Galeno, lo había observado por otro lado.
-¿Qué es silex?, le pregunté
-Es un material biológico petrificado que existió hace mas de 4,000 años; por la presencia de ese material se determina de forma indirecta la edad de los hallazgos antropológicos.

Recordé de mis clases de Historia de los años básicos que el hombre primitivo hacía cuchillos de silex para defenderse de los otros animales; pero nunca nuestros profesores nos dijeron qué era el silex, o nosotros no lo preguntamos.

A partir de aquel hueso encontrado por Pablo, Galeno, siempre dirigiendo y limpiando con sumo cuidado, fueron apareciendo otros y otros, hasta que frente a nuestros ojos apareció un esqueleto completo de la cabeza hasta los pies. Habíamos encontrado al Hombre de Se-boruco.

El esqueleto estaba orientado de Oeste a Este, con la cabeza hacia el Oeste y los pies hacia el Este, es decir, de frente hacia donde sale el sol (¡Martí, el apóstol cubano dijo, “quiero morir de frente al sol”; parece que conocía esta costumbre de nuestros antepasados). Además, y ésta fue otra observación de Galeno, estaba rodeado de grandes piedras a todo su alrededor (¡Un rosario de piedras alrededor del esqueleto!), deduciendo que se trataba probablemente de una persona con algún papel dirigencial dentro de su grupo. “Parece que era un jefe o personaje importante”, porque era costumbre de los grupos étnicos aborígenes de esta isla, hacer esa distinción en los enterramientos de sus muertos importantes. Por mi parte, recordé que todavía al día de hoy, nuestros campesinos y gente en general no permiten que entierren a sus muertos “al revés”, esto es, tienen que estar mirando hacia el sol, con la cabeza hacia occidente y los pies hacia el oriente, exactamente como lo hacían nuestros antepasados taínos.

El día había avanzado y nos había visto trabajar sin descansar; ya era más de las dos de la tarde y estábamos hambrientos. Glennys, comentó que los directivos del Consejo Presidencial de Cultura habían quedado en traernos comida, pero nadie aparecía. Cerca de las tres de la tarde, apareció Angelo Valenzuela, que era el Director Provincial, y nos trajo arroz, habichuelas y pollo; nos dijo, que eso lo mandaba Rafael
Emilio, que era el Director Regional, para todos.

Angelo, fue el primero a quien comunicamos muy emocionados nuestro descubrimiento de “El Hombre de Seboruco”. Le recordé a Galeno, que Angelo, era pintor, por lo que le pedimos que nos pintara para la posteridad antes de levantarlo de allí, al Hombre de Seboruco. Saqué un papelito y un lapicero, y nos hizo un boceto de lo que estaba viendo en la puerta de la cueva.

Se regresó a San Juan, llevando la noticia del descubrimiento, y eso se regó como pólvora. Enseguida, para nuestra sorpresa, empezaron a llegar en la tarde, personajes y personeros de la ciudad, unos, para
ser de los primeros en verlo, y otros, para asociar su nombre a tan magno hallazgo, conocedores de que al día siguiente se regaría como pólvora por toda la geografía nacional.

Entre esos personajes y personeros que visitaron al recién descubierto Hombre de Seboruco, estuvo en primer lugar el obispo de San Juan de la Maguana, que tenía un interés muy especial de “aparecer” ligado a este hallazgo y a los del Parque Sánchez. También recibimos la visita de la arquitecta Hanoi Sánchez, muy ligada al obispo, que estaba trabajando en la remodelación del Parque Sánchez, y de la Catedral San Juan Bautista, al mismo tiempo. El arquitecto Rafael Morillo y su familia, fue otro de los visitantes; éste, había dado un apoyo ex traordinario a Galeno y a Glennys, en los trabajos del Parque Sánchez, donde se descubrieron los restos de los compañeros de Sánchez (¡todos los documentos históricos apuntan hacia ese hecho!).

Pero ahora sabemos por boca del ex –Director Regional del Consejo Presidencial de Cultura de la época, que “no se hizo el mausoleo sugerido de los historiadores y antropólogos Fernando Luna Calderón y Glennys Tavárez María, porque “ NO ESTABA COMPROBADO QUE ESOS FUERAN LOS COMPAÑEROS DEL PADRE DE LA PATRIA”. Pero sí, ¡coño!, estuvo comprobado para hacer “lo mismo”
pero con dos pendejos obispos extranjeros yankees, el uno mujeriego y bebedor, sostenedor de la dictadura de Trujillo, y el otro, jugador de lotería extranjera , probando así suerte para hacerse rico, y que hoy están “reposando” sobre los huesos de nuestros mártires y héroes patrios, que “descansan” en una vulgar cisterna del Parque y de la Iglesia.

¡Qué descaro!!Qué falta de patriotismo y que silencio se ha apoderado de todos nosotros porque la “coyuntura” no nos favorece. Pero ”un día vendrá con su canasta cargada de iras implacables, y puños, y puñales”.

Sinecio Ramírez Suazo, ingeniero y profesor universitario y su familia, y el poeta Rafael Emilio Reyes Pineda, se hicieron presentes aquella tarde para conocer en su lugar de aparición, al Hombre de Seboruco.

Muchas otras personas no conocidas, simples bañistas de la presa o turistas ocasionales, endomingaron aquella tarde la Cueva de Seboruco.

Finalmente, Galeno y Glennys, le echaron “cola” al esqueleto; pero esto era parte de su trabajo de antropólogos.
-¿Qué hacen?, inquirí
-Le echamos cola de pegar
_¿Y para qué?
-Así podremos levantar el esqueleto entero y no por partes En efecto, lo sacaron entero, luego hicieron una especie de parihuela y lo colocaron en ella. Angelo, que había regresado, nos dijo que unos compañeros vendrían a buscarnos. No tardaron en hacerlo. Galeno y Glennys, se fueron en un carro y me encomendaron que llevara al Hombre de Seboruco, a la ciudad.
-¿Dónde lo llevo?
-¡A la Universidad!, dijo sin titubear el espíritu academicista de mi inolvidable amigo Fernando Luna Calderón (“Galeno”).

Desde Sabaneta, montado en la parte trasera de una camioneta, llegamos hasta las oficinas del CURO-UASD, en la Wenceslao Ramírez No.115, “El Hombre de Seboruco” y yo.

Nota: Actualmente, “El Hombre de Seboruco” reposa en una cripta de madera y vidrio, donada por la Universidad por orden de su director Bernardo Canó, en la Biblioteca de nuestra más vieja Casa de Estudios de América, la Universidad Autónoma de Santo Domingo(CURO).

Aunque el hallazgo de silex junto a las osamentas sugiere que este esqueleto pueda tener 4,000 años, como otro encontrado en Cuba, aunque de menos edad que éste, estaría por comprobarse la veracidad de esta tesis, mediante la prueba del Carbono-14, todo esto expresado por el mismo antropólogo, Fernando Luna Calderón.
(Pablo y Galeno, ya no están con nosotros. Viven en la Historia y en nuestro recuerdo, como él mismo dijera en el Parque Sánchez).

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