jueves, 1 de marzo de 2012

EL “TIEMPO LIBRE” NO EXISTE.


Wilson Roa.

Comúnmente al tiempo que empleamos en actividades de la empresa que nos contrata solemos llamarle tiempo laboral o tiempo útil. Las demás actividades del día encajan en el denominado “tiempo libre”, del cual generalmente tenemos una apreciación poco inteligente.

Normalmente, una persona realiza diversas actividades durante el día. Si es empleada, desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde sus actividades aportan al logro de los objetivos del empleador. Por supuesto que, en alguna medida, aportará a los suyos, pero la principal utilidad de su trabajo va a parar a los fines de la empresa. Fuera de allí va al gimnasio, lee un libro, colabora en actividades familiares etc. A veces pensamos que tenemos mucho tiempo libre. En otras ocasiones, que tenemos poco. Lo cierto es que el “tiempo libre” no existe, en el sentido que lo pensamos. Para aclarar esta afirmación, es preciso que reflexionemos sobre las categorías de tiempo y libertad.

El tiempo es un concepto que utilizamos para describir la duración de eventos concretos que ocurren en espacios específicos. Esto permite al sujeto involucrado establecer el orden sucesivo de los hechos en bloques denominados momentos. Las teorías del tiempo distinguen tres momentos básicos: pasado, presente y futuro. Pero más simple que eso, todos comprendemos que nuestro tiempo puede ser dividido en otras unidades dentro de las cuales se encuentran los segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, etc.

Cualquiera de estas unidades temporales recoge una determinada cantidad de actividades o inactividades de nuestra vida. Dichos eventos son útiles o inútiles para determinados fines, por lo tanto, no son libres de propósito. Ya dijimos que cuando cumple con las tareas de su empleo, aporta a los objetivos de la empresa. Igual pasa con lo demás. Todo tiempo es útil para o contra algo, en tanto aporta a un propósito o despropósito, sea o no el sujeto consciente de tal hecho. Es ingenuo pensar que mientras se mantiene inactivo su tiempo ha dejado de llevarlo a algún lugar. El tiempo no es tan abstracto como pensamos. Es el mundo en marcha: su mundo. Mientras descansa de las actividades que lo conducen a los objetivos de la empresa para la que labora, justo en ese instante, está participando de otra actividad que le empuja hacia un propósito que a veces ni se imagina.

La libertad, nos dice la Wikipedia,  “… es la capacidad que posee el ser humano de poder obrar según su propia voluntad, a lo largo de su vida; por lo que es responsable de sus actos.”  Esto quiere decir que el tiempo libre, el verdadero tiempo libre, es el conjunto de “momentos” de “su vida” que usted “decide” utilizar a favor de “sus propósitos” personales. Es su voluntad puesta en marcha responsablemente en forma de actividades o inactividades.  Cuando va al gimnasio, aporta a sus objetivos personales, específicamente los relacionados con su salud física. Igual pasa cuando lee un libro o asiste a una charla, está aportando a sus objetivos intelectuales. Si colabora con su familia, es seguro que estará aportando a los objetivos del más importante núcleo de socialización de su vida.

Queda claro entonces que el llamado “tiempo libre” no es libre porque estemos fuera de un espacio laboral ajeno, sino porque estamos dentro del nuestro. El tiempo libre es el que utilizamos estratégica y sabiamente en actividades que contribuyen al logro de nuestros fines. La muletilla llamada  “tiempo libre” es un momento que nos aleja de nuestras metas: un despilfarro sin horizonte. El buen uso del “tiempo propio” nos lleva directamente a nuestro éxito personal.

En conclusión, el “tiempo libre” no existe. Existe el tiempo propio y el resto.

El autor es educador, actor y director teatral.

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