Américo Valenzuela G
La fisonomía del Kirguís no es exactamente
la de un ciudadano chino pero tampoco se puede asociar a su vecino más cercano,
el uzbieko. Y resulta todo lo contrario del físico que caracteriza al nativo
tayik como al kosaco.
De todos modos, el Kirguís es de mediana
estatura, de ojos rasgados, pequeños, físicamente bien proporcionado, justo, de
cuerpo equilibrado. Aparenta un chino pero no lo es. Y al igual que el Japonés,
el Kirguís detesta que asocien su raza con los Chinos.
Ellos no se identifican con los demás, los cuatro vecinos, orgullosos dicen proceder
del desierto del Gobi en Shamballa, Mongolia, que sus ancestros y abuelos son
reductos de antiguos ejércitos que se adentraron en la región y sus estepas procedentes del desierto que prohijó al Gran
Kan.
De ahí podemos suponer la tradición militar
y el amor a las armas y los agiles corceles, las espadas, los combates, el
valor de los seres humanos, y la entrega a la causa.
La Republica Kirguís por su situación geográfica
puede ser comparada a Bolivia, sin acceso al mar, esta estrangulada por
gigantes rocosos. Resulta totalmente mediterránea. Sobresale en el Asia Central
teniendo a Biskek de Capital.
En esa parte del mundo cada región y cada
cultura posee un tipo de gorro que lo distingue del resto, autóctono como la
sangre, tanto el modelo de invierno como el tipo que se lleva en el verano.
Entre ellos existe una diferenciación
visible no solo en el vestuario, no solo el tipo de música o el alimento sino y
sobretodo en las costumbres. En las expectativas, en los ensueños, en los
anhelos.
El Kirguís distingue un tipo de gorro
triangular como los barquito de papel que suelen crear los niños de las escuelas para agitarlos en las bateas o
bañeras.
Y sobretodo ama la tienda de campaña como
residencia por el tipo de libertad que en estas se genera, gusta el locrio
de ternera y de ovejas, los asados al
aire libre, la caza utilizando agiles arcones, y la pesca a redes y anzuelos.
Podemos imaginar silente el pico nevado de las
grandes montanas como testigo de esas reuniones de antiguas familias.
El
vapor del buen te, el trago de coñac, el queso anejo, el buen aire, aquel
oxigeno nuevo, el vino casero…El perro y los niños jugando. Es decir, la libertad. Son felices con
aquello que tienen. Y no son góndolas venecianas, italianas ni tampoco las
barcazas que surcan los canales de Ámsterdam o La Haya en Holanda.
El Kirguís resulta de aquel tipo especial
de amigos que son tan cercanos como los familiares. Fieles, entregados,
verdaderos. Aun poseen vigencia los Patriarcas en sus comunidades. Este bendice
las bodas, abre los festejos tradicionales, parte el bizcocho en el cumpleaños.
Con enormes botas de fieltro, pero en
relación a su pequeña estatura, yo lo recuerdo llevando el gorrito triangular
sobre la corta cabellera, daba la bienvenida a los estudiantes dominicanos y
latinos, asiáticos y rusos, quienes tras una larga jornada aérea, arribamos al
aeropuerto principal de Biskek, destinados a participar en una larga jornada de
prácticas de hidráulica promovida por la facultad de ingeniería de la
Universidad de la Amistad de los Pueblos, la Patricio, de Moscú.
El Patriarca Kirguís de tez morena como el
acero no dejaba de sonreír ni tampoco de tomar…Del otro lado del Gran Macizo Montañoso,
la China Popular.
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