jueves, 26 de diciembre de 2013

La Batalla de Santomé


DESDE EL ORIENTE
Por: Rafael Pineda



MONTEVIDEO, URUGUAY- El 22 de diciembre es una fecha especial por celebrarse el día de la Batalla de Santomé. Es la historia de las luchas de los dominicanos por conservar su identidad como pueblo y la supervivencia como nación.
Esa batalla, que bien podría llamarse La Batalla de San Juan, porque fue aquí, a la orilla del río del mismo nombre donde se libró, tiene una connotación especial. Los dominicanos pusieron a prueba la decisión de enfrentar en cualquier terreno a sus enemigos haitianos para conservar esa patria que Juan Pablo Duarte les había entregado libre de todo poder extranjero once años antes.
Desde que se proclamó como Estado, Haití se convirtió en el principal enemigo de la tranquilidad de los dominicanos y en la principal amenaza para su soberanía. Esta media isla tenía otros enemigos y otras amenazas representadas por las potencias que ejercían dominio sobre los mares de la geografía mundial: Estados Unidos, Francia, Inglaterra y España, pero la más cercana, hostil y con mayor inspiración guerrerista por la superioridad militar de sus fuerzas, mejor equipadas, adiestradas y con mayor fogueo en la guerra, era la encarnada por estos vecinos que en el año de la Batalla de San Juan estaban gobernados por Faustin-Élie Soulouque, auto erigido en Emperador, con su nuevo nombre: Faustìn l.
Haití, ha ocupado militarmente a la República Dominicana en varias ocasiones. El 26 de enero del 1801 el mismo Toussaint Louverture a la cabeza de diez mil hombres. Aplicando los métodos que conoció quien había sido un cruel esclavo que, por haber aprendido a leer y a escribir y por sus sobresalientes habilidades como militar, político y conductor de masas, recibió el título de "médico de los ejércitos del rey de Francia". El 2 de julio de ese mismo año Toussaint proclama la Constitución del 1801 declarando que la isla es una e indivisible.
Regresaron en pos de este ambicionado territorio quisqueyano el 5 de febrero del 1805, tendiendo un cerco sobre la capital el 7 de marzo. A la cabeza de las tropas el mismo presidente haitiano, Emperador Jean Jacques Dessalines. Produjo una matanza de niños, mujeres y ancianos quedando a punto de apoderarse otra vez de Santo Domingo.
Sustentándose en ese equívoco pensamiento concebido por el déspota Toussaint Louverture, fuerzas haitianas encabezadas por otro déspota, Jean Pierre Boyer, ocupan nuevamente el territorio dominicano en 1822, ahogando el acto que Pedro Mir define como el primer balbuceo de la independencia dominicana. Historiando la Independencia Efímera.
Al ser expulsados los haitianos del territorio nacional, después de años de organización y de resistencia interna, los malos vecinos, ansiosos por apoderarse de este territorio, lanzan invasiones sucesivas sobre dominicana. Invasiones armadas, derramando mucha sangre en los campos de batallas, dejando miles de muertos, ruinas por doquier y ciudades quemadas.

Los haitianos no concibieron el desarrollo de su país sin antes apoderarse de la parte oriental de la isla Española. Su propósito era fusión. Para lograrlo estuvieron dispuestos a todo. A la fuerza militar si fuera preciso. Bajo esa obsesión estuvieron dominados a través de los años, sin un proyecto de nación positiva. Tratando de traspasarle con el uso de la superioridad militar, el estado fallido que era el suyo, a la República Dominicana.
El 11 de junio del 1802 Toussaint Louvertoure fue apresado por las tropas francesas en Haití y trasladado a Francia donde Napoleón Bonaparte lo mandó a encarcelar, muriendo ese mismo año en la celda de un Castillo.
El historiador francés Víctor Schoelcher, su primer biógrafo y admirador, lo describe así:
"Menos que nadie quisiéramos excusar lo que hay de criminal en los actos de este violento civilizador, pero no se debe olvidar, al juzgarlo, que cincuenta años de su vida los vivió en la esclavitud, madre de todos los vicios, que en el momento en que él toma el poder, diez años de guerra civil, en que las dos partes luchaban bárbaramente, le habían enseñado a no tomar en cuenta la vida de sus hombres.."
Con la invasión de Pierre Boyer se cerraron las escuelas, se suspendieron los sueldos a los profesores, fue cerrada la universidad y se inició un ciclo de oprobio sobre la vida política, económica y social de la República Dominicana.
Pedro Santana, dictador que gobernó el país y que dejó lacras aún vivas como son las de la falta de unidad cuando factores externos amenazan la soberanía, pronunció la que tal vez fuera su única frase célebre: "porque los mañeses, coño, no pueden beber el agua del río San Juan, y porque si pasan de allí, usted es hombre muerto general".
Hoy todos los dominicanos debemos homenajear al ciudadano de gloria, al héroe magnánimo que fue José María Cabral y Luna, quien a golpe de sable y de fusil, estuvo dotado de las destrezas, coraje y sabidurías en el combate para mantener la bandera dominicana en alto, poniendo de rodillas al invasor, en aquella brava y noble gesta, La Batalla de Santomé.
Desde que se proclamó como Estado, Haití se convirtió en el principal enemigo de la tranquilidad de los dominicanos.
(Tomado de Diario Libre)

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