GacetaHoy
Sublimes
y cuantiosas palabras de amor, desasosiego, templanza y naturaleza viva, se
ciernen en el libro de poesía “No
siempre el café está caliente”, del escritor Rafael Pineda.
“No
siempre el café está caliente” indica con esas mismas voces arcanas, los
misterios más profundos del ser humano. El frío y el calor. La muerte y la
vida. Los pasajes ignominiosos del testimonio propio y hasta los avatares del
destino petrificado en una tumba o un sol.
Érico
Pratz (EP), conversa con el poeta dominicano Rafael Pineda, sobre su último
libro antedicho, publicado por la Editorial Antítesis, en Montevideo – Uruguay.
EP:
Si me lo permite, hagamos repaso de su vida. ¿Quién es Rafael Pineda?
Dominicano.
Nací en El Corozo, una aldea de ciento cincuenta habitantes. Siempre he vivido
en San Juan de la Maguana. Soy sanjuanero de San Juan. Mi primera profesión fue
ser nieto de María Belén Sención. A los 10 años me gradué de poeta. A los
23 quise conocer a Pablo Neruda y estuve en Chile; a los 25 en Cuba y a
los 35 en la Unión Soviética; adoré Moscú e hice mi primer viaje en tren,
siendo una de mis experiencias inolvidables haber recorrido la Siberia a través
de campos de girasoles compartiendo un vagón con Luis Días y Chío
Villalona. Quedé con las ganas de conocer San Petersburgo, la ciudad
donde fueron derrotados los alemanes y donde se filmó la película “Cuando
vuelan las Grullas”. Soy diplomático, resido en Uruguay y cada vez que
regreso a mi ciudad natal mi primera acción es visitar las tumbas donde
descansan mi madre María de la Paz Reyes y mi abuela. He publicado
8 libros de poesía, ensayo, testimonio y novela.
EP:
¿Qué pasó a los diez años, momento en que se graduó como poeta?
Mi
amor por la poesía empezó en la observación y en la sensibilidad que me
generaron las cosas que formaban parte de mi entorno, eso que luego se
convirtió en mi mundo poético. La primera lectura donde me concentré fue el
libro “Historia gráfica de la República Dominicana”, escrito e
ilustrado por José Ramón Estrella y José Alloza Villagrasa, llegados a mi país
como refugiados políticos tras la guerra civil española. Ese libro apareció en
mi casa en el campo como por arte de magia; vengo de un hogar donde la lectura
era un hábito desconocido: me criaron mi madre y mi abuela, ambas eran
analfabetas y con el correr de los años me decían que dejara de leer porque los
libros ponen loco a las personas. Pero ya había contraído la enfermedad que
mató al Quijote y a través Pablo Neruda amé la poesía y conocí el mundo y sus
cosas. Las obras que leía me impactaban muchísimo, “Las ruinas de
Palmira”, “El Conde de Montecristo”, “Adiós a las Armas”, “Por quién doblan las
campanas”. Se pusieron a mi alcance los poemas de Federico García
Lorca, Miguel Hernández, León Felipe, hasta que llegaron esas dos obras
monumentales de Pedro Mir, “Hay un país en el mundo” y “Contracanto a Walt
Witman”. Esas lecturas ofrecían un retrato de los sentimientos sociales que se
estaban gestando en mí. A los 15 años empecé a militar en la
izquierda; entonces teníamos una biblioteca clandestina, porque Joaquín
Balaguer prohibía la lectura de ciertos libros; en esa biblioteca que iba de
barrio en barrio en una caja de madera, conocí La Madre, de Gorki; Así se
templó el acero, de Ostrovski y toda la literatura clásica rusa y de la época
de la revolución de octubre. A la orilla del río San Juan hacía ya 5 años o más
que habían nacido mis primeros versos. Me estaba graduando de poeta, aunque fue
a la edad de 24 años tras mi regreso de chile que publiqué por primera vez; fue
en el suplemento cultural Aquí, dirigido por Mateo Morrison en el diario La
Noticia.
EP:
Usted habla con elocuencia de Pablo Neruda. ¿Cuáles son los versos de Neruda
que calan hondo en su testimonio?
“Preguntaréis
por qué su poesía/no nos habla del sueño, de las hojas/ de los grandes volcanes
de su país natal?” …/… “Yo toqué con mis manos la
camisa/del crepúsculo azul y derrotado:/ ahora toco el alba de la
vida…” …/…
“Yo pongo el alma mía donde quiero/ y no me nutro del papel cansado…”
Son
citas de Explico algunas cosas y de Nuevo canto de amor a Stalingrado. 20
Poemas de Amor y una canción Desesperada no me influenciaron. El sentimiento de
rebeldía se hacía fuerte por la exclusión que vi en el campo donde nací y en
los barrios marginados de la ciudad donde crecí; la gente era sencilla y buena
pero analfabeta, desposeída, sin posibilidad de acceder a la salud, a la
educación, a la cultura ni a otros bienes de consumo. Vi que a la gente la
mantenían sin acceso al conocimiento para explotarla mejor induciéndole el
pietismo religioso para asegurarse así el vasallaje del hombre, la sumisión.
Por eso lo que verdaderamente impactó mi alma fueron los versos de la
Tercera Residencia en la Tierra; la Canción de Gesta y el Canto General.
Escribía con desenfreno. Tuve deseos de conocer a ese poeta gigante y con mis
poemas escritos a mano, discretamente marché al Chile de Pablo Neruda para
conocerlo y pedirle a ese habitante de Isla Negra una opinión sobre los
escritos de este novel caribeño.
EP:
Su libro empieza y continúa con un amor profundo por América Latina cuando
escribe:
De nuestra América heroica
digna
victoriosa
buscándote en sus templos
¿Qué
es América Latina en el corazón del poeta?
Conocí
América leyendo la historia, dominicana, americana y universal; admiré a los
héroes por sus hazañas, a Juan Pablo Duarte, Artigas, Martí, Luperón. Quise
estar allí cuando el cacique Caonabo destruía el Fuerte de la Navidad
construido con los restos de la nao Santa María y quise ayudar a Bolívar a
pelear contra los españoles que habían robado el patrimonio y matado a los
tainos de mi isla; a Simón Bolívar a los 47 años de edad peleando en 472
batallas contra los opresores de los pueblos y quise pelear y cabalgar con él
los 123 mil kilómetros que cabalgó para liberar América. Vi que el Che
Guevara estaba muriendo acompañado de un grupo de valientes y que la única
muerte semejante a la de Cristo fue la del Che, un hombre que amó inmensamente
a la humanidad y murió por ella; un ejemplo de hombre, de ser humano.
Uruguay
figuró en mi imaginario de adolescente cuando escuchaba que este país era la
Suiza de América y yo leía Tabaré, de Juan Zorrilla de San Martín; Ariel, de
José Enrique Rodó; y Cuentos de Amor y Locura, de Horacio Quiroga. Entonces se
puso de moda el Boom latinoamericano cuando El Nacional de Ahora tenía de
director a un intelectual sorprendido de la estatura de Freddy Gatón Arce quien
creó un suplemento literario y ahí se recogían las opiniones de esa
generación, se publican artículos de Emir Rodríguez Monegal, Ángel Rama, Carlos
Quijano, Juan Carlos Onetti, Carlos Real de Azúa. La casualidad me colocó
en este maravilloso país de Idea Vilariño, Mario Benedetti, Juana de
Ibarbourou, Daniel Viglietti, Eduardo Galeano, Alfredo Zitarrosa y conocí
a Pepe Mujica.
Mi
relación con Chile y lo que Pablo Neruda nos contaba acerca de las heridas a
nuestras democracias encarnadas en lo que representaron Jacobo Árbenz en
Guatemala, Juan Bosch y Francis Caamaño, en Dominicana; Omar Torrijos, en
Panamá; Salvador Allende, en Chile; Joao Goulart, en Brasil; Julio César
Sandino; tres presidentes asesinados y una invasión militar a la República
Dominicana en 1965. Fueron hechos injustificados que se siguen repitiendo, que
no me gustan, y yo sigo soñando un mundo como lo soñaron Gandhi, el Che, Bosch.
Sigo soñando, quizás por eso me gusta tanto la figura del Quijote.
EP:
Una faceta de Pineda – si es que no es un equívoco – es su faceta pacifista.
Otro de sus versos más encomiables afirma:
Yo, partidario de la paz
quería ser uno de ellos
y quedé largo tiempo viviendo bajo una
bruma de tristeza
Y
en otro verso elogia a la paz del siguiente modo:
La guerra para las personas que se
aman es un desastre
lo único que se salva de ella es el
amor
que nunca muere
que nada lo destruye
EP:
En este mismo sentido, de incomparable belleza es también su poema “Oda a la
paz”
¿Cuál
es su opinión sobre ese elemento común de la paz?.
El
silencio de la gente es el mayor cómplice de las guerras. Quien guarda silencio
es cómplice voluntaria o involuntariamente. Las guerras, aun cuando su
escenario sean lugares lejanos, de alguna manera se vuelven contra nosotros. De
ahí que Ernest Hemingway reivindicare el poema de John Donne: “Ninguna persona
es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a
toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas;
doblan por ti”.
Las
potencias imperiales se vuelven cada día más agresivas contra los países
pequeños; lo sufrí en Chile y ahora desde la distancia lo veo en Venezuela.
Con las riquezas acumuladas, con voluminosos negocios, con el saqueo, muchas
veces tolerado por el saqueado, se fabrican armas y tecnologías. ¿Para
qué sirven las armas? Para el exterminio de la vida del ser humano y de la naturaleza.
Después de miles de años de civilización es como si estuviéramos regresando a
los orígenes de una vida que no nació de la costilla de Adán sino de la
transformación del mono en hombre, como científicamente está demostrado.
A
mí me aniquila ver soldados extranjeros pisoteando la soberanía de otro país.
Contra eso, contra la minería a cielo abierto, contra toda forma de depredación
de la naturaleza, debemos alzar nuestras voces los poetas. Dejar de decir “yo”
y asumir el “nosotros”, nosotros los habitantes del planeta y lanzarnos a
conquistar esa paz que tantas lágrimas, sudor y sangre han costado a la
humanidad.
EP:
Sin lugar a dudas, la faceta política y social también está presente en otros
versos, por ejemplo, en el intitulado “El 9-11”, dónde alude a Salvador Allende,
a Pablo Neruda y concluye:
Vamos a recordar
no siempre el café está caliente
y a veces falta el pan
¿Cuéntenos
algo más acerca de esa faceta?
Así
es. El 11 de setiembre fue un día nefasto para la historia de América Latina.
Ese día mataron a un presidente democrático, murieron miles de personas en
Chile, y fue el inicio de una ola terrorista que aniquiló a 30 mil chilenos. Un
millón de personas fueron a campos de concentración sin motivo. El de la paz es
un problema de urgencia global que me mortifica. Yo quiero que haya paz en el
mundo. Los hombres no debemos defraudar a nuestros hijos y nietos guardando un
silencio cómplice de la barbarie. En atención a ello uno mi voz de poeta a las
de León Felipe, Pedro Mir, Pablo Neruda; a las de John Donne y Ernest Hemingway
y digo “adiós a las armas”, no más guerras, no más aniquilamiento de niños en
el mediano oriente, en Palestina ni en ninguna otra parte.
EP:
El amor del gran poeta Pineda también está presente en el poema “Una
pequeñísima historia”, donde se puede leer:
Tiene razón la vendedora de flores
estoy loco de amor
quiero robar tu corazón…
abre ya ese corazón
mira que es fría la noche y no siempre
el café está caliente.
EP:
¿El café caliente representa de algún modo el amor en todas sus variantes?
Si.
El libro No Siempre el café está caliente es un libro de amor, conectado
desde el principio por un hilo común que es el café. Me conecta con los afectos
familiares, con el amor de mis dos madres y con uno de los poetas que marcaron
mi camino literario, Nazim Hikmet; cuando estuve preso en Chile decía de
memoria sus poemas en el Estadio Nacional, especialmente este: …”El pan
alcanza para todos/menos para la inmensa humanidad”.
Y
este otro: “El pan no siempre es fresco/no siempre el café está caliente/a
veces falta el azúcar”. Quise hacerle un homenaje a ese poeta turco amigo
de Pablo Neruda por lo que significó en mi toma de conciencia. Y es un dialogo,
una conversación con una mujer que escucha; el poeta dice sus verdades y la
mujer escucha sin contestar, observa.
EP:
El poema “La poesía” es de caudales universales y titánicos, una celebración de
enorme belleza, cuando se lee, por ejemplo:
Los que no creen ni en Dios
dicen que la poesía no sirve para
nada.
pero ¿cómo no va a servir
si con ella me alimento todos los
días?…
¿La
poesía podrá cambiar algún momento el mundo y transformarlo más humano y
solidario?
No, la poesía es tan útil como el pan, la sal y el
agua, pero no cambia el orden establecido. Lo cambian los pueblos cuando
se dan las condiciones históricas. La poesía es una ayuda, eso sí, pero hay que
dejarla expresarse. Por eso los poetas debemos romper las mordazas y llevar
nuestra poesía al pueblo, no esperar que el pueblo venga a nuestra poesía. Los
poetas durante años en américa Latina hemos esperado que el Estado nos
patrocine; eso no va a ocurrir porque los poderes dentro y fuera del Estado
quieren mantener las cosas como están para preservar sus privilegios; no
aceptan un orden nuevo. No, la poesía es conocimiento, es ciencia, es amor y es
rebelión; trae un mensaje nuevo y ese es el peligro, proponer una conciencia
nueva basada en valores revolucionarios. Yo esto lo aprendí con los poetas de
la generación de Post Guerra en República Dominicana, con las voces de Mateo Morrison,
Andrés L. Mateo, Tony Rafúl, Miguel Alfonseca, René del Risco, Juan José Ayuso;
Manuel del Cabral en “La isla ofendida”…y un compañero, Danilo Pérez, que me
llevaba de la mano a la poesía universal. Esos poetas tiraron la poesía a la
calle, a las universidades, liceos, a los barrios donde vivían los
obreros; y son estos, los obreros, los únicos que pueden hacer variar el curso
de la historia. La poesía funciona como herramienta de consciencia.
EP:
¿Quién mató a Narcisazo esconde quizás un desencanto del poeta a este mundo
avasallado por medios informativos que sólo responden al poder?
Ese
poema es un desahogo; nació para hacer salir la indignación por el silencio y
por el monopolio que cobija a los medios de comunicación; dos o tres
individuos, o compañías, son los dueños absolutos de los medios; los otros
medios están en manos de las iglesias; para la cultura no hay medios, las ondas
hertzianas están ya congestionadas y las maquinarias de impresión muy costosas;
“la cultura no nos importa”.
Los
opinantes y los noticiarios se pautan a partir de lo que piensan CNN y otros
medios de gran alcance filtrados según el interés de los que mueven los
hilos. Ante ello encuentras que la sociedad, las comunidades, los
estudiantes, los obreros, el pueblo, no tienen quien represente la puesta en
escena de la verdad sin tapujos ni temores. Cuando la humanidad está
sometida y humillada el poeta no puede…no debe, voltear la cara y cantar la
belleza de la hoja verde del verano; el mismo Nazim Hikmet dijo: “Un
poeta ligado al progreso de la humanidad debe crear obras de arte
verdaderamente dignas de ese nombre. Sus poemas deben ser, por una parte,
comprensibles para el pueblo, incluso si es analfabeto…”
Una
noche Narcisazo, profesor de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, afamado
autor de décimas políticas, dramaturgo, periodista y poeta, salió del Aula
Magna tras pronunciar un discurso en el que dijo que “Joaquín Balaguer era el
político más corrupto y perverso de América Latina” y nunca más regresó a su
casa, fue el 26 de mayo del 1994, todavía lo están buscando. Un supuesto amigo
dijo que se había suicidado pero el cadáver no apareció. Los medios de
comunicación olvidaron el caso. La Corte Interamericana de los Derechos Humanos
emitió una sentencia contra el Estado dominicano; en el momento del
hecho el jefe del Estado era Joaquín Balaguer a quien posteriormente el
Congreso Nacional condecoró declarándolo “padre de la democracia dominicana”.
Y lo demás es silencio. A eso alude esta elegía que es como un grito. No
hay desencanto en mi poema porque soy hombre de convicción, creo en el futuro y
digo con Salvador Allende: …se abrirán las
grandes alamedas por donde pase el hombre digno para construir una sociedad
mejor.
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