Roberto Rosado Fernández, educador
Una de las tantas cualidades que adornan al Patricio Juan Pablo Duarte
es la de ser DILIGENTE en todos los aspectos de la causa que abrazó con el
propósito de conseguir el nacimiento de una nación libre y soberana de toda
intromisión extranjera.
De 1838 a 1844 le dió honor al
proverbio que dice “la diligencia es la madre de la buenaventura”. A la firma
del Juramento de los Trinitarios llevó un documento elaborado que leyó
posteriormente ser firmado por sus compañeros denotando que ya había sido pensado y trabajado por él.
De antemano previó el nombre, el
juramento, la tarea de cada uno, el proyecto de república, con las líneas generales de su constitución y con sus
símbolos, el sistema para entender la conspiración a todo el país, los medios
de comunicación, el financiamiento, las consignas secretas, las señales
criptográficas, los toques, los pseudónimos y colores de los conjurados.
Señala José María Serra que “tenia Duarte organizada
la idea con tanta prolijidad y con tanta
previsión, que bien se conocía que el proyecto bullía en su cabeza desde
mucho tiempo”.
Mostró sus dotes diligentes en 1841
en Caracas Venezuela tocando puertas de las familias dominicanas que allí
Vivian logrando de ellos promesas de ayudas para la causa revolucionaria.
Los Patín, Rojas, Pichón, Colá,
Núñez de Cáceres, Madrigal y Troncoso
obtuvo esas promesas.
En 1842 aprovechando el descontento
del pueblo haitiano contra Boyer y su disposición de derrocarlo tomó la
iniciativa de que Los Trinitarios participen enviando a Juan Nepomuceno Ravelo
y a Matías Ramón Mella y Castillo a Aux
Cayes.
La derrota de Boyer el 23 de marzo
de 1843 creó una situación caótica en el oeste de la Isla aprovechando Duarte
su condición de miembro de la “Junta de gobierno de la victoriosa revolución,”
en la parte este, para recorrer las regiones y comprometer para su causa a
personas influyentes, especialmente a los hermanos Pedro y Ramón Santana en la
región oriental.
En 1843, además, dirigió una
campaña para que Los Trinitarios participaran en los comicios convocados para
el 15 de junio con el objetivo de elegir colegios electorales que designaran, a
su vez, los diputados a una asamblea constituyente.
Se recuerda que esta diligencia de
nuestro Padre de la Patria le validó el triunfo al Partido Duartista, contra
los candidatos que apoyaba y promovía el gobierno de Haití.
Por esta victoria de los Duartista
visitó el presidente Charles Hérard Ainé la parte dominicana en julio de ese
año a la cabeza de un ejército con la finalidad de ahogar por la fuerza el
movimiento de independencia, ocasión en que Duarte quiso anticipar el
levantamiento libertador y la proclamación de la República con el apoyo de
Matías Ramón Mella y Castillo en el Cibao.
Una confusión en torno al
compromiso asumido se produjo, unos por no estar totalmente convencidos del
triunfo y otros no pudieron unificar criterios acerca de la táctica a seguir
para obtener la victoria.
Duarte tuvo que esconderse y luego
salir para evitar la persecución y, entre
agosto de 1843 y marzo de 1844 en Caracas, La Guaira y Curazao, en
intensa actividad, solo comparable a la de 1862- 1864, cuando vuelve a aparecer
el héroe de indesmayable diligencia tras enterarse de que su pueblo había
perdido la condición de independiente por la actitud desmedida y despótica de
Pedro Santana.
Otra de las etapas de Duarte es la
de los seis meses que pasó en el país posterior a la proclamación de la República,
dividiendo sus esfuerzos en dos
direcciones, la lucha para contener la contraofensiva haitiana para tratar de
recuperar el territorio perdido y la que tuvo que librar para evitar el protectorado
francés auspiciado por los conservadores encabezados por Pedro Santana y Tomás
Bobadilla.
Juan Pablo Duarte convencido de la tarea delicada
que significaba la aspiración de crear una nación libre y soberana no escatimó
ningún esfuerzo en hacer todas las diligencias que hicieran posible tan elevado
propósito.
Estudiar cada etapa del patricio es
una tarea y una necesidad en la presente coyuntura histórica que vive nuestro
país el cual la holgazanería institucional ha anquilosado el sistema estatal
haciendo cada dia mas infuncionales dichas instituciones convirtiéndolas en
espacios de conversaciones intrascendentes que laceran la calidad de la función
y la gestión.
Urgente es volver a Duarte, ser diligente como él para mejorar
nuestra condición de país tal y como él
lo concibió. De esta manera se podrá defender su integridad física y moral y,
al mismo tiempo, se podrá rechazar cualquier comentario adverso que intente
distorsionar la figura incorruptible del padre de la República Dominicana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario