miércoles, 12 de junio de 2019

El Resurgir de San Juan




Moreaux de Saint Mery, que escribe alrededor de 1790, dice en su obra Descripción de la Parte Española de Santo Domingo: “El pueblo actual de San Juan, no fue comenzado sino muy encontrado el siglo  XVIII y en 1764, estaba considerado como nuevo”, Ese año 1764, había en la jurisdicción de San Juan 3600 habitantes, eran gente nueva,
Después de cerca de siglo y medio de haber sido arrasados, acudían nuevos pioneros a repoblar aquellos valles de milagrosa fertilidad, en donde la industria de la crianza de animales sin mayores afanes, pronto los haría prósperos y poseedores de tinajones de morocotas, como  al fabuloso Don Camilo Suero a principios del siglo pasado.
Hasta hace poco tiempo, la pecuaria fue por excelencia la riqueza del valle de la Maguana, de San Juan y de los sanjuaneros y aún   de personas ajenas al solar de san juan. Correlativos con los tiempos de las devastaciones en la relación de los bienes de Don Francisco Dávila, cuando vinculaba mayorazgo a favor de su sobrino Don Pascual, se declara que Don Francisco poseía en jurisdicción de San juan de la Maguana, un hato con catorce mil yeguas….
! Catorce mil yeguas!  .
La riqueza en ganado vacuno, especialmente, era cuantiosa. A la crianza absolutamente se dedicaban los sanjuaneros con exclusión  de oda actividad, y la razón era la siguiente. La pate francesa  de la isla , Haití, al revés de esta parte, se había especializado en la agricultura y puede decirse que fue una sementera en toda su extensión, notablemente  en lo que respecta al cultivo del café, producto muy solicitado por escaso y extremadamente caro para entonces en los mercados europeos . El ganado de cualquiera especie era allí  y haitianos se abastecían de carne y de animales de tiro y de carga en esta parte y, en consecuencia, los criadores dominicanos próximos a la frontera  hacían con ellos un comercio muy vivo y provechoso.
En 1790 se hizo con las autoridades  francesas  un convenio por virtud del cual se enviaban a Haití 800 novillos mensuales. El tráfico de ganado por la frontera y los embarques de caoba por los puertos de la Colonia eran las únicas fuentes de ingresos de nuestras arcas, particulares u oficiales. Este tráfico de ganado hizo cotidianas y estrechas las relaciones de los habitantes fronterizos de esta parte, con los pobladores de aquel lado. En sentido general, desde antes de 1760 los vecinos de la línea fronteriza en toda su extensión, y los radicados en la proximidad de ella, especialmente los del Sur, tenían establecidos casi todos sus contactos con la parte francesa de la isla y sus pobladores, y la razón era obvia. Para comunicarse San Juan de la Maguana, con la ciudad de Santo Domingo, en donde había un comercio mortecino, una vida lánguida y unas autoridades apáticas y desinteresadas  de la suerte general de los colonos, tenía que hacerse un viaje de por lo menos ocho días en ida y vuelta.  Era un camino largo e infinitamente malo, despoblado, con llanuras inhóspitas y caldeadas por el sol. En las diligencias oficiales de urgencia era forzoso utilizar hasta cuatro monturas que iban consiguiendo en etapas sucesivas, del otro lado, a la mitad de la distancia, estaba la rica y siempre provista capital de la opulenta colonia vecina, la ciudad de Puerto Príncipe, excelente mercado para vender y adquirir las cosas indispensables para la existencia . Cerca de Bánica, en territorio dominicano entonces, hay o había unas fuentes de agua sulfurosas que eran sanatorio y un balneario muy concurrido por los colonos franceses enriquecidos en Haití: ese sitio era objeto de atracción y de lucro, siempre próximo a tratos y contratos y a otras relaciones entre los vecinos de aquella y esta parte.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario