martes, 19 de enero de 2010
El pueblo haitiano vive la más grave angustia de su historia
Por Damocles Méndez Rosado
El pueblo haitiano vive la más grave angustia de su historia:
Muerte, destrucción, hambre...Es un drama humano desgarrarnte.El terremoto que sacudió a Puerto Príncipe es una tragedia sin precedentes en el vecino pueblo. La sangre llena de triste color su suelo. La vida despedazada se pierde en un instante inesperado de la furia de la naturaleza. Niños angustiados atrapados en el dolor, jóvenes y ancianos destrozados y sus quejidos de auxilios ahogados por el manto de la muerte, la esperanza se esfuma y el respiro de vida se corta. / Caramba que impotencia/.
Puerto Príncipe está convertido en polvos y lágrimas que bañan los rostros que deambulan buscando bajos los escombros seres queridos. En Puerto Príncipe parece que el llanto permanece y se abraza con su tragedia, triste pueblo que constantemente escribe su historia con sangre y llanto y así lo expresabas su poeta, Jacques Viau '' Nada permanece tanto como el llanto ''. Llanto que golpea la conciencia, llanto de hambre de miseria, de abandono, de pobreza. Haití es un pueblo que ha bailado sus glorias en medio de lágrimas, dolor y muertes. Un anatema sombrío siempre lo acompaña, pero se repone y escribe hermosos capítulos de libertad y siempre lucha afanosamente para sobrevivir.
Que triste ver la tierra de Jacques Roumain, convertida en varillas y concretos destruidos en las espaldas de sus compueblanos, que triste es ver la patria de Jacques Estéphan Alexis en una tragedia cadavérica y donde la sangre brota comprimida y no alcanza para la vida y donde los ojos brotan como cristales molidos por el golpe traicionero de la inclemencia de la naturaleza...
Haití, llora en el mismo epicentro de su miseria la inclemencia de los que históricamente han convertido nuestro territorio en una frontera imperial, dónde la injusticia, el abandono y la miseria son el pan de cada día. Haití es hoy la herida sangrante de América. Es una nación envuelta en la vorágine del dolor sin cura. La tragedia en ruidosa mascara de muerte sorprendió el espacio humanos de una población que mitiga su miseria en medio de los mares que fueron fronteras imperial del pillaje y del ladronicio cuyas secuelas es el espejo de lágrimas y dolor en medio de llantos que ya no tiene garganta para clamar su desesperación en un desierto de olvidos que sólo el hambre y la miseria tatuadas en el cuerpo que aquellos humanos han cargados como escudo para mostrar ante el mundo su abandono.
Hoy en Haití, la muerte camina lenta y despaciosa en una fúnebre caravana de dolor, lágrimas e impotencias y no hay un camposanto para que la parca muerte, descanse en paz, en infinita paz, sin el plegario rosario de despidida y donde no habrá una señal lapidaria para recordar las almas desaparecidas, aunque sus recuerdos queden como un pedestal o símbolo ignominioso de un drama petrificado en las grutas de los escombros de acero y cemento. Este es el via crucis de una nación con dificultad para transitar el camino del desarrollo, administrada por los que han causados su abandono, los que han acomulados ‘’ las venas rotas de America’’, al decir de Eduardo Galeano. Este valeroso pueblo, es un ejemplo de intrepidez al momento de sacudirse de los imperios y de los tiranos. Pero lamentablemente con dificultades para coronarse con la felicidad permanente de una nación con capacidad para labrarse su propio desarrollo.
Siempre se ha dicho que Haití es un Estado fallido y en proceso acelerado de colapso y de inviabilidad. ¿Pero que han hecho los que pueden, para evitar este fenómeno vinculado directamente al proceso histórico de formación de la nación haitiana?
La tragedia haitiana, es un clamor que nace de las mismas entrañas de los desaparecidos y un llamado de humanidad para que los corazones de sentimientos nobles crucen las fronteras y dejen allí sus manos bondadosas como un digno y decoroso ejemplo de solidaridad.
La desgracia haitiana es nuestra desgracia. / SOLIDARIDAD. /
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