Juan Tobías León Ortega
Otrora aguas del San Juan rugiendo cristalina cuesta abajo, llenas de Alevines, bautizo de naturaleza perdida, bellezas marchitadas en estaciones sin retoño, estocada mortal.
Tus aguas eran como la melena de un león joven, abundante cabellera que esculpía las orillas repletas de inmensas Jabillas, Baítoas, Guácimas, Guamas, Corozos, Bejucos de Indio, junto a manjares frutales donde no faltaban el Mango frondoso, la Ciruela como ninfa coqueta, la Guanábana y algún colmenar de miel, junto a los espesos manglares en el que Lirios enamorados y Cigarrones en delirios silvestres aroma de manigua inspirada embellecían el declive de tu cauce.
Dibujaban tus aguas a dos gemelos de un mismo vientre de abundante vida, la franja de dos puentes donde un pequeño santuario se erguía en paraíso nupcial de frescura, de abundante polen, donde el zumbido del Picaflor, los cantos del Barrancolí, de la Tórtola, del Carpintero, de la Cigua, o de un Ruiseñor extraviado, que junto al arco iris de Mariposas primaverales conjugaban el verbo amar.
Contraste a tu Edén polinizado, reptiles dormilones en espera de la fiesta carnívora, sintetizaban la espesa flora y la fauna serena.
En tus orillas me sentaba a contemplar tu fluidez en magia de cristal, en los exuberantes Corozos me recostaba en las tardes maguaneras, me bañaba en tus aguas libres de boñigas e inmundicias, como si sintiese que junto a mí, un grupo de niños taínos jugaban y chapaleteaban sus piecitos morenos como en el tiempo de su reina morena querida.
Ofendidas tus aguas están, desierto contradictorio eres de los caprichos del estercolero humano, que no alcanza a comprender que si rugiste como un león durmiente en aquel trágico día ciclónico en que tus aguas cercenaron inocentes vidas mesopotámicas, la próxima no tendrás clemencia, porque las aguas, buscarán sus niveles perdidos.
Exitos y abrazos,
Juan Tobias
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