Autor: Juan T. León Ortega
Cuando decimos andaza simplemente queremos decir aventura, travezura, meterse en en el medio (de ahí lo de “siempre anda metido en el medio”). Cuando decimos nostalgia, queremos decir aquellos recuerdos que no nos dejan tranquilo, que podrían ser malos recuerdos, pero sobre todo, “gratos recuerdos”.
El alma de poeta, transporta a algunos a dimensiones desconocidas, al estado sublime del ser y no ser, a lo reconciliable y a lo no. De ahí que nuestro joven poeta sanjuanero Ingeniero José Enrique Méndez, tildaría casi cualquier situación de andanza o nostalgia como un eslabón onírico entre el tiempo espacio, materia y seres vivientes.
Paseo Playero
Como gran fervor lector de historietas (sean de aventuras o cómicas ), niño al fin por los 1960’s, viene a mi mente las historietas de las aventuras del marinero “caza tiburones”, Chanoc con su padrino Zecú Valoyán y su ayudante, el simpático Merecumbé. El bar predilecto de Zecú (borrachín por antonomasia) de los demás pescadores de la bahía, llamado “El Perico Marinero” era el lugar de las historias y los chismes de los pescadores y de otros parroquianos (quizá por la chimorrea le llamaban Perico Marinero. De ahí que los mismos mejicanos cuando alguien se sabe expresar bien, les dicen: tú tienes muy buen perico). Zecú se deleitaba con su bebida favorita llamada Cañabar;el mismo Zecú le llamaba Cañabar para machos, pues sólo los dizque muy machos podían soportar el fuego infernal de dicha bebida) , que era una bebida de alcohol de Caña, a la que los sanjuaneros conocen como “Clerén” . , Pero lo que más me imprecionaba de El Perico Marinero era el aspecto quiza bohémico o poético: frente al inmenso mar con su brisa tropical, belleza de la naturaleza con cocoteros, almendros y uvas playas silvestres, para una época de calma inter-ciudadana.
El Perico Marinero además nos remontaba a la misma época que estábamos viviendo en la bella Quisqueya y por ende, en San Juan de la Maguana. También la República Dominicana tenía en esa época, Pericos Marineros: una época de toda plenitud; belleza de la naturaleza; juventud de su gente; integridad familiar; respeto por lo ajeno y gran humanismo entre la mayoría de sus habitantes, especialmente entre los de menos recursos. No habían bandas armadas; no existían los asaltos (quizá en la Capital pero casi imposible en San Juan); no se robaban las cajas de los muertos (ni mucho menos, robarse el cadáver de una mujer hermosa y tener sexo con ella como ocurre ahora) en los cementerios; no se tiraba tiros al aire en los entierros al compás de la música infernal del llamado “Reguetón”; no se robaban las bombillas ni las tarjas de los emblemas ni las espadas de nuestros próceres; muy raras veces se violaba a una mujer o a un niño y sobre todo: no se vendía droga en las calles. Estabamos hablando, en pleno año de 1963. La República Dominicana en ese año, se privilegia en recibir una nueva democracia que no vivió por casi medio siglo: el gobierno del profesor Juan Bosch y Gaviño. Sin saber los días amargos que nos esperaban después de la muerte del tirano Trujillo, seguíamos transitando todos por nuestros propios caminos, junto a nuestros pericos marineros bohémicos y poéticos.
San Juan seguía su curso cotidiadano como los demás pueblo de Quisqueya. Su juventud encrustada tanto en el liceo como en el colegio Padre Guido Gil, se mancumunaba en las actividades del momento: juego de balonceto, volibol y actividades culturales, etcéteras.
Entre muchas andanzas, los jóvenes organizaban “paseos a los ríos o a las playas”, siendo San Juan por supuesto, una ciudad mediterránea. Aconteció que en los meses del mejor gobierno que haya tenido la historia contemporánea dominicana, el gobierno del profesor Juan Bosch, se organizaron muchos paseos playeros. Para esa época yo era apenas un molzabete que no estaba todavía en la misión de la puveltad. Mi personalidad no iba acorde con mi edad (algunos me decían que era un niño precoz por eso): me gustaban las amistades de los muchos más de mayoría de edad que yo. La mayoría de los niños de mi edad me aburrían, fueran estos varones o hembras. En cambio, me sentía tan a gusto oír a los muchachos mayores que yo o a los jóvenes adultos contar sus cosas personales. Lo mismo pasaba con las hembras, me gustaban las mujeres mucho mayores que yo, por supuesto, como yo era muy tímido, y como siempre se hablaba despectivamente de los “bichos” entrometidos (bicho en el argot dominicano significa en este caso, un molzabete hembra o varón que ya quiere aparentar de adulto), jamás hubo declaración de amor. Yo era un bicho entrometido (porque me interesaban las cosas de los más mayores) e introvertido (porque era muy reservado y tímido).
De ahí que me deleitaba escuchando a los muchachos avanzados hablar de José Ingeniero y de Vargas Vilas y otros autores. Yo apenas estaba en el 5to curso en esa época. Hasta un curso de mecánica automotriz industrial y Diesel empecé a estudiar sin estar muy avanzado en la escuela y aún podía entender de ese curso casi el 80 %. Me sabía el ciclo del motor de dos tiempo y el de cuatro tiempo como las palmas de mis manos.
Fue así como yo me fui incrustrando en los grupos de los muchachos del liceo. Para esa época habían algunos líderes entre ellos, de los que más me recuerdo eran de Isaías Ortiz, Nelson Buttén y Saulo. Todos ellos pertenecían a la agrupación política del Catorce de Junio, cuyo local se encontraba en la Trinitaria casi esquina Anacaona.
En ese local me llevé tremenda impresión con el encuentro del inmortal líder de todos los tiempos: El Dr. Manuel Aurelio Tavárez Justo (alias Manolo). Estaba él vestido con una chacabana color verde claro y unos pantalones color kaki. Un hombre alto, apuesto, fino, y fino también en sus modales. Entró al local nos saludó a todos, cuando me saludó me dijo:- ¿Y este compañerito quién es? Entonces Gaudo Capell le dijo:
- compañero Manolo, este es un amiguito de los míos. Gaudo Capel nos daba periódicos del Catorce de Junio y nosotros los repartíamos. Gaudo Capell era un joven activista del Catorce de Junio, proveniente de una familia de grandes luchadores anti-trujillistas; hermano de mi amiga, Marta Capel, mayor que yo y con quien yo a veces hablaba. Después de las palabras de bienvenida a cargo del presidente de la agrupación política Catorce de Junio, Hungría Mesa, las palabras del gran líder Manolo retumbaron en el pequeño local. El gran líder estremeció con su voz allí a los presentes, cuando dijo: - “compañeros, hemos divisado las siluetas de barcos de la marina de guerra de los EEUU navegando por el mar Caribe, la reacción dominicana está tramando una acción funesta contra el gobierno del profesor Juan Bosch, mantengámonos alerta”. Manolo era un líder político innato , creo que no surgira uno como él.
Entre andanzas y andanzas, Isaías Ortiz, lider estudiantil de la época, organizó con los muchachos y muchachas del liceo, un paseo al bello balneario playero llamado, El Palmar de Ocoa, situado en el litoral sur del mar Caribe. Al que saber que Isaías Ortiz tenía un gran arrastre entre los y las estudiantes de la época. Era un gran orador cuando se paraba en el púlpito y sabía manejar a los demás. Era indiscutiblemente un líder. Cayó preso cuando el golpe de estado a Juan Bosch y después que fue puesto en libertad junto a los demás líderes y hombres del pueblo, entre los cuales estuvo el profesor Ney Sánchez, se fue a la cordillera Central con el frente sur de la guerrilla del Catorce de Junio, cuyo comandante general era el Dr. Manolo Tavárez Justo. Isaías fue apresado junto a otros miembros del Catorce de Junio cuando la guerrilla fracasó, entre los que se encontraban Ermógenes, algunos de los Capell, Hungría y otros que no recuerdo. Durante la actividad guerrillera, Gaudo Capel nos informaba con volantes de las actividades de la guerrilla. Recuerdo que mi hermana Yolanda estaba casada con Pedro Heyaime, hijo de don Miguel Heyaime, comerciante tendero árabe, que tenía una tienda en la Colón en el mercado municipal. Mi hermana vivía en la calle Duarte frente a la casa de don Raúl García, dueño de una de las antiguas librería-ferreterí a del mercado municipal. Todos los días iba yo a la casa de mi hermana a leer el Listin Diario y el Caribe y me daba tanto apuro, rabia y tristeza de como ib’amos perdiendo la guerra. Me recuerdo como con tristeza leí que Tony Barreiro y sus compañeros habían sido emboscados y muertos en la lometa de la Berrenda por una patrulla del ejército (eso es por la región este de la isla, sino me equivoco, por el Seibo). Pero lo que más me impactó fue en el mes de Diciembre de ese año, cuando se anunció la muerte del Dr. Manolo Tavárez Justo y de sus compañeros. Yo no pude dormir por mucho días.
Volvamos a las andanzas. Isaías Ortiz organiza un paseo al Palmar de Ocoa. Yo de entrometido bicho, me uno a la carabana del paseo. Varios vehículos se unieron junto a la guagua principal en el viaje. Iban muchas chicas lindas del liceo. Entre ellas recuerdos a Marta Capell, las dos hermanas Sara y Milagros Montás (que vivían en la Duarte), Virtudes de los Santos (no recuerdo si su hermana Griselda, la rubia fue a ese paseo), Pina Panigua (hermana de Manuel Paniagua que murió en un accidente automolístico y quien fue jefe de mi patrulla de Boy Scouts los Cuervos) y muchas más que no recuerdo. Cuando ví a Virtudes de los Santos y a Pina Paniagua, me dije a mi mismo: bueno aquí vienen mis dos hembras a quienes quiero mucho. Estamos hablando de dos muchachas que ya estaban en el liceo, es decir, que ya estaban en la edad de la puveltad, mientras yo era apenas un gallito quiquiriquí, es decir, jamás iban a corresponder ninguna de las dos a mis pretensiones. Algunos de los muchachos pensaban que Virtudes no era una muchacha femenina, pero se llevaron tremenda sorpresa en el Palmar de Ocoa cuando vieron la silueta femenina de Virtudes. Si yo hubiera tenido la edad suficiente, hubiera querido que una de las dos hubiese sido mi novia. Con Pina fui a Monte Río, Azua una vez en otro paseo, allá ella y yo nos fuimos en un tubo nadando lejos los dos. Yo estaba tan emocionado teniendo la hembra tan cerca y sin poder decirle nada. Me gustaban las dos. Yo estaba emocionado en el Palmar de Ocoa nadando. Todo aquello parecía como un paraíso encantado, me recuerdo el titulo de aquella película italiana, Cinema Paradiso. Pero del Palmar de Ocoa de esa época, era un verdadero paraíso. El mar Caribe, con un azul intenso, los árboles de almendras silvestres, las uvas playas silvestres (uvas de una sola semilla), los cocos, mangalres, aquello parecía ocmosi fuera un cuento de adas. Para todavía embellecer el paisaje, un pequeño río que desembocaba en la playa y formaba un charco precioso. En ese charquito nadé yo por varias oras hasta que por fin me cansé. Entonces empecé a trillar de frío. A lo lejos divisaba a mis dos hembras que lucían felices juntos a los demás muchachos. De repente mientras estoy sentado trillando del frío, se me acercan tres hombres vestidos de negro con gorros de militares, con unas insignias rojas con una efigie de un tiburon en una de las mangas de la camisa y con un cuchillo cada uno amarrado en una de las piernas. Nunca había visto antes en mi corta vida tan semejante vestuario. Uno de los tres hombres vestido de negro se aproximó a mí, los otros dos tomaron un rumbo desconocido.
El hombre próximo a mí empezó a desvetirse, tenía en sus manos una escarfandra con un pequeño sifón para respirar, chapaletas para el buceo y como una especie de cesto o malla. El señor se dirije a mí y me dice: - ey rubito, ¿tú vas a estar un tiempecito ahí para que me cuide esa ropa?. Yo le dije - sí voy a estar aquí todo el tiempo. Antes que se fuera le pregunté ¿señor qué clase de uniforme es ese de usted y los otros dos? Me dice:
- Nosotros somos hombres ranas rubito. Estamos asignados a la base de Las Calderas que no está lejos de aquí.- ¿ Hombres ranas le pregunté yo? – Sí rubito, hombres ranas. Nosotros somos una fuerza especializada de la marina de guerra. Bueno, el hombre rana se fue mar abierto lejos buceando, al rato regresa con la cesta llena de langosta y lambies. El hombre rana tenía todo preparado, pues hasta algunos limones tenía. Entonces se sentó junto a mí y me dijo:
- acércate rubito, que vamos a tener un festín aquí. Este señor empezó abrir caparazones de los lambies y lo curaba con limón y se lo comía crudo. Me dice: - ¿ tú nunca has comido lambi crudo con limón, pues ahora tiene la oportunidad? Entonces empecé yo hacerle el paripé (como dicen los cubanos) o aguaje como decimos los dominicanos, pues ver esa babosa del lambí saliendo me ponía a temblar. El hombre rana y yo estábamos sentados como Robinson Cruso y su ayudante Viernes comiendo lambies crudo con limón. La segunda vez que ví a un hombre rana fue en el restaurante de mi padre, que pidió una cerveza presidente y un sandwich de pollo. Ese mismo hombre rana llegó varias veces al restaurante, más tarde supe que ese mismo hombre rana, era nada menos que Manuel Terrero (sanjuanero, hermano de Mario terrero el flaco), héroe de la revolución de Abril. También conocí a otro se llamaba Ulises y que le decían Cucaracha -20, pues durante la revolución de Abril formó un comando entre civiles y al comando lo nombraron, Cucaracha-20 debido a una metralladora que tiene disco arriba y que durante la revolución mejicana al comienzo del siglo veinte, se usó mucho por los guerrilleros de Pancho Villas .
Ese grupo especializado de la marina de guerra, le dio mucha agua de beber a los asesinos de Wesin y Wessin y su CEFA y también a los invasores norteamericanos en la insurrección del 24 de abril de 1965.
Bueno, la andanza al Palmar de Ocoa fue como un sueño dorado: mucha aventura para un niño de mi edad, conocí a un lugar precioso de mi país, el Palmar de Ocoa, que en esa época era todo virgen; conocí gente nueva y buena: el hombre rana y además mis dos hembras estaban ahí. A nuestro regreso a San Juan, tuvimos un incidente: en uno de los carros de la caravana del paseo se encontraba el profesor Loweski de Oleo y el profesor Ney Sánchez (compositor de la canción “ San Juan”) y al pasar por el punto de chequeo de la marina de guerra en la base de Las Calderas, no sé si Loweski o alguien en el carro, traía una pistola sin permiso y ya querían dejarlo preso en la base, ahí nos dilatamos mucho hasta que por fin salimos y llegamos a San Juan al anochecer. ¿A propósito existe todavía el Palmar de Ocoa? Bueno sencillamente pregunto, pues con esta tremenda estocada neoliberal al entorno ambiental del capitalismo o camino del infierno , dudo de que existan algunos árboles todavia.
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