miércoles, 23 de marzo de 2011

FRAGANCIAS DE MUJER


Fragancias de Mujer y otros poemas, obra de Roberto Canario

Poema de Roberto Canario


Y tu tienes muchacha
Cuando callas
El olor promisorio de la luz
De aquella tempranera
Luz del alba,
Y el olor de las aves
Que regresan
Y el olor a la flor
Recién abierta
Y el olor femenil
De las montañas

Y tu tienes muchacha
Cuando hablas
El olor de las olas
Que regresan
El olor de los vuelos
De los sueños
Y el olor de la tierra
Ya mojada
Y el olor a las esperas
Que te esperan
Y el olor a la desnudez
De la sonatas
Y el olor sempiterno
De la espiga
Y el olor de los ríos Y su agua clara.

Y tu tienes muchacha
Cuando ríes
El olor a ese mar aventurero
El olor a las rosas ya dormidas
El olor a los caminos vagabundos
El olor al crepúsculo descalzo
El olor a las entregas
De la brisa
Y los olores impenitente de los versos
Y esa fragancia de la mujer
Y de la diva
Y los olores sensuales
De las rosas
Y el olor definitivo de la vida
De la Vida.
De la vida.
De la vida.




Fragancias de Mujer y otros poemas
102 páginas
2001


La poesía de Roberto Canario

Por Virgilio López Azuán

Hay en la poesía de Roberto canario, hay un ruego permanente, un jadeo, una súplica que desborda los versos, una percepción de luces, sonidos y olores. “Déjame por favor / cruzar el umbral/ de tus descalzas/ y gráciles sonrisas”. “El olor promisorio de la luz / de aquella tempranera luz del alba”. “El olor de los ríos y su agua clara/ y los olores sensuales / de las rosas”.

Es su poesía “Fragancia de Mujer” una sábana de sinestesias, que se tiente a lo largo de los sentidos, la cadencia rítmica, las repeticiones, la onda respiración del verso que flota. Otro ejemplo de uso de sinestesia, lo trae el poema “hoy he visto”, veamos: “Hoy he visto a los pájaros volar /abrazando su canto milenario /su canto de luz y de ternura”, donde el poeta juega con los sentidos.

Aunque la repetición es frecuente en la poesía de Roberto Canario, no es menos cierto, que intenta justificar un ritmo interior, de poeta, de hacedor de versos fluidos, sin marañas; sin esos quebrantables vericuetos del verso elaborado con fines impresionista y alardes retóricos.

Todos los poemas de Roberto Canario incluidos en este libro tienen la particularidad de terminar repitiendo el último verso tres veces, que puede estar constituido por una o más palabras. No descifro el significado de esas repeticiones en todos los poemas, sin embargo infiero que la razón debe ser rítmica.

Como taumaturgo del verso, canario circunnavega latitudes febriles y el instinto creador se hace presente cuando dice: “ven /inventemos /la luz / de los abrazos /y de las quimeras /y de los sueños”

Los versos se hacen suplicas cuando son así: “Ven/ rescátame/ de los barrios/ del amargor/ del acíbar”. También” “Ven deprisa, y rescátame/ que m barco se hunde”. Es como un naufragio, un estado de hundimiento acelerado.

En los versos siguientes el poeta se alza a una poesía vibrante, desesperadamente vibrante, que zumba en las alturas y se hace trashumante empedernida. “Déjame elevar el vuelo de mis sueños / junto al vuelo de tus sueños tempraneros y déjame caminar con pasos fascinados/ por los tibios laberintos de tus besos”. Es la poesía sencilla, pero honda, la que penetra a espacios insondables de placer estético.

A lo largo del poemario persiste la repetición, algo excesivo. Hay tal preocupación por el ritmo en algunos poemas que estos no logran alcanzar la estatura de versos consumados que el poeta puede facturar.

El uso de palabras como: sempiterno, maná, quimera, solidarios, gráciles, vergel, acíbar, nos transportan a un pasado poético de autores líricos y románticos que se extasiaban en las hamacas de los sueños y el paisaje para expresar el hondón de sus ilusiones de amor.

En Roberto Canario, sólo hay espacio para el poeta que vive la poesía con su “música por dentro”. Podemos decir que él rumia poesía, y de sus manos, salen los vapores hechos versos, que son efluvios, que son lámparas de luces derramadas. Es como un árbol atravesado por arco iris de ilusiones, nostalgias, lamentos, suplicas y amor inmenso.

Esta segunda entrega poética de Roberto Canario, lo compromete con una mejor facturación del verso, lo conmina a hurgar espacios inexplorables del lenguaje, capaces de catapultar la materia prima de su pensamiento en más poesía de vuelos eternos.

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