domingo, 20 de marzo de 2011

Liborismo y sexualidad

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El Dios Olivorio Mateo (1874-1922)

Por: José Enrique Méndez Díaz

Investigar sobre la tradición, que narra episodios de la práctica sexual de Liborio Mateo (1874-1922), a partir de hechos reales históricos, nos aproxima a conocer la verdad del hecho, no importa cuantas deformaciones imaginativas interesadas o prejuiciadas haya sufrido.

E. O. Garrido Puello señala que “Olivorio no era casado, pero gozaba de los placeres de tres concubinas oficiales, las cuales respondían a los nombres de Felipa Encarnación, Eusebia Brineta y Matilde Contreras, de Bánica ésta última. Con la primera y la tercera procreó tres hijos con cada una; con la segunda, siete. En Bánica también dejó tres hijos engendrados con diferentes mujeres. Consecuentemente con sus teorías, el hombre era fecundo y gustaba de la diferenciación”.

Liborio como todo Patriarca, gozó de los mismos privilegios de sexualidad, que gozaron los hijos del "pueblo elegido" planteado en el Antiguo Testamento de la Biblia: “Abraham tomó otra mujer, cuyo nombre era Cetura, la cual le dio a luz a Zimram, Jocsán, Medán, Madián, Isbac y Súa. (..) Y Jocsán engendró a Seba y a Dedán; e hijos de Dedán fueron Asurim, Letusim y Leumim. Pero a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, mientras él vivía, hacia el oriente, a la Tierra oriental.”

De igual manera obró Jacob: “Sucedió que a la noche tomó a Lea su hija, y se la trajo; y él se llegó a ella. (…) E hizo Jacob así, y cumplió la semana de aquélla; y él le dio a Raquel su hija por mujer. (…) Y se llegó también a Raquel, y la amó también más que a Lea; y sirvió a Labán aún otros siete años.(…) Y ella dijo: He aquí mi sierva Bilha; llégate a ella, y dará a luz sobre mis rodillas, y yo también tendré hijos de ella. (…) Así le dio a Bilha su sierva por mujer; y Jacob se llegó a ella. (…) Viendo, pues, Lea, que había dejado de dar a luz, tomó a Zilpa su sierva, y la dio a Jacob por mujer. Y Zilpa sierva de Lea dio a luz un hijo a Jacob”.

Garrido Puello pasa simples juicios morales religiosos a las acciones de Liborio: “La Corte estableció leyes sociales y morales y trató de fundar una religión basada en el amor libre. El amor libre, que siempre ha sido una atracción de reformadores sin escrúpulos” [?].

La tradición de la sexualidad de Liborio, está montada sobre un hecho real heredado: la tradición religiosa, el carácter social, de participación, los hechos auténticos en la vida sexual aceptada de los Patriarcas en los libros del Viejo Testamento.

Pero el juicio de E. O. Garrido Puello va más allá del patrimonio del “Dios Liborio”, no logrando entender que el hecho, además de estar montado sobre un hecho real, como tradición requería del carácter ritual social, de participación colectiva, que caracterizó el Movimiento: “No faltaron romerías de jóvenes y aprovechados que, tras el placer ofrecido, viajaran a los reales de Olivorio en busca de fáciles conquistas. Había un señuelo: placeres baratos”.

Y ese carácter ritual de participación colectiva, propio de las grandes tradiciones universales religiosas, se daba en los predios de Liborismo:

“Cuando despuntaba el alba se formaba lo que ellos denominaban una conrueda, una especie de círculo en el cual se practicaba cierto rito dirigido por el Maestro. Puestos todos de rodillas, besaban la tierra. Eso lo calificaban descender el arenal. Cantaban:

Reunid mi conrueda
En esta comarca.
En esta comarca.
Y en este arenal.

El ceremonial terminaba con un Viva la Providencia y una invitación del Maestro al amor libre, diciendo: “Manto arriba y cayuco [¿talluyo?] en mano”

El análisis de E. O. Garrido Puello, no logra entender que en el Movimiento Liborista de entonces, la sexualidad ocupaba un sitio en sus creencias religiosas, se asociaban con sus identidades, eran parte de la manifestación de religiosidad popular que atendían al mandato de procrear, perpetuar, y servir a los hijos del "pueblo elegido" planteado en el Antiguo Testamento.

Y que en las romerías liboristas tenían como expresión el hecho narrado por Puello: “Los sábados y los domingos eran días de fiesta para la Hermandad. La reunión se celebraba con bailes y cantos. Se formaban en rueda conservando la línea y entonces el Maestro (así llamaban a Olivorio sus cofrades) desde un ángulo decía: “Manto arriba y 'cayuco' en mano.” Con estas libidinosas palabras, señaladas como preámbulo para entregarse los concurrentes al amor libre, se iniciaba la ceremonia. Las mujeres caían en una especie de paroxismo, los hombres elegían su compañera ocasional y la bacanal duraba hasta bien entrada la noche.”

Hoy la sexualidad continúa evolucionando a la par con la mentalidad del ser humano….

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