lunes, 25 de julio de 2011

El baile de jucusión. Palos de Jínova

José Enrique Méndez

El baile de jucusión es representativo de las festividades que se celebran los días 20-21 de enero en la comunidad de Jínova, provincia San Juan, y es interpretado esencialmente por Américo Ramírez y su Jínova. Este baile es interpretado musicalmente con cuatro tamboras de dos parches, golpeadas con una mano y un palito, acompañados de güiro y acordeón.

Américo Ramírez vincula la jucusión con otros ritmos de San Juan y zonas aledañas, donde son incluidas obras dedicadas a Liborio Mateo y a la Virgen de la Altagracia. Incluso este representante de la jucusión ha interpretado hasta el Himno Nacional, en tiempo de música típica.

Citando a Rafael Chaljub Mejía en su obra Antes de que te vayas... debemos conocer lo siguiente acerca de esta gloria sanjuanera del acordeón:

Siendo niño se enfermó de la vista y sus ojos fueron quedando a oscuras, hasta perder totalmente la visión.

Cuando tenía 25 años se agenció su propio acordeón y empezó a ensayar hasta que aprendió a tocarlo. También aprendió a tocar tambora y, por añadidura, Américo el Músico, como se le apoda en su tierra, igualmente produce sus composiciones. Entre estas últimas, junto a los merengues, se incluyen letras para otros ritmos movidos, como la guaracha.

Según informes obtenidos gracias a la colaboración del profesor sanjuanero Roberto Rosado, Américo Ramírez Valdez asegura que vive de la música, ya que la mayor parte de sus ingresos los recibe de las fiestas que ameniza en diferentes lugares de su zona.

La celebración de Jínova tiene características muy distintivas. En los bailes de ofrecimiento, bailan las mujeres y en el baile de regocijo, bailan parejas dentro de la iglesia. En las ceremonias religiosas, se ofrecen comidas-ofrendas colectivas, despojos, baños de purificación en el río, rezos, cantos y alabanzas, las cuales culminan con una procesión de Jínova al pueblo de San Juan de la Maguana.

La comarca. Palos de la Maguana

El poder y la fuerza de la religión liborista radican en el repertorio de signos con carácter
de relatos, semejantes a
visiones y/o anuncios, que fueron creados como expectativas de un gran drama profético.
Liborio
con la actitud misteriosa y lejana del augur, asumió el papel de profetizar, de ser puente
, intermediación
entre la divinidad y los hombres.
Contó que un ángel montado en un soberbio caballo le había
ungido con su sello divino ordenándole regresar a la tierra para predicar su palabra y curar
a los que sufrían.
Como el profeta Ezequiel tenía delirios, el gran rapto, oía voces, que le ordenaban cosas,
quedaba en estado catatónico:

Su rostro lucía “como si se tratara de algo incorpóreo que el contacto evaporara”.

Olivorio siempre había sido calificado de alucinado por sus familiares, concepto surgido de su forma disparatada de hablar; pero ahora, asumiendo su nuevo papel, se presentaba a sus oyentes con actitud misteriosa y lejana.

 Hay que tomar en cuenta que en la palabra profeta está la idea de llamado, pero también
el de delirio.
En los profetas de Israel, la poesía, acompañada de arpas, salterios y platillos (1 Crónicas 25.1)
eran los vehículos comunes para entrar en trance. Trance que podía contagiar a otros,
como le pasó a Saúl cuando se encontró con un grupo de profetas.”
Por su parte el vocabulario de Ezequiel hace resaltar el ímpetu con que el espíritu del señor
invade al profeta y lo hace entrar en éxtasis, lo levanta, lo traslada, de un lugar a otro, o se le
manifiesta como la voz que me habla seguía diciendo: “A ti, hombre te voy a enviar a los
israelitas”.

En su ensayo histórico “Olivorio”, E. O. Garrido Puello afirma que “en poco tiempo La Maguana, como si fuera un santuario, se transformó en lugar de peregrinaje y asentamiento de gran cantidad de personas atraídas por la buena nueva. Había nacido la Meca dominicana”.

La Comarca, la Conrueda, la Danza Liborista actuó sobre los hombres y mujeres reunidos, por la sensibilidad, por las imágenes que inconscientemente regulaban su cuerpos, los excitaban a moverse con regocijo, con gestos y movimientos rítmicos.

En organizadas formaciones y progresiones danzaban, en una especie de ronda, ejecutando, alegres y divertidas melodías y pasos.

En estos tiempos la danza Liborista promovía sentimientos de unidad entre los bailarines. Descendían al arenal, “puestos todos de rodillas, besaban la tierra”, acentuando de esta forma como devoción, la veneración, la ofrenda al lugar “sagrado”, al cual consideraban envuelto por la presencia divina, lugar donde podrían junto a Olivorio como dios mismo, realizar contacto y comunicación en búsqueda de sanación, poder y fecundidad.

En organizadas formaciones y progresiones danzaban regocijantes, en una especie de ronda, ejecutando, melodías y pasos.

Reunid mi conrueda

En esta comarca.

En esta comarca.

Y en este arenal.

Se llama comarca cualquier sitio aledaño adonde ocasionalmente residía Olivorio. La conrueda se formaba con los vividores de la comarca. La palabra arenal parecía referirse a redondel (toros) o quizás al polvo de un arenal.

La Comarca, La Conrueda, la danza liborista, sus pasos simples y repetitivos, contienen significados ceremoniales que además de hacer representar la práctica del culto religioso, entrañan un elemento lúdico, un repertorio de imágenes, un ir y venir, un vaivén de acá para allá, un movimiento que no está vinculado a fin alguno, que no sea la simple celebración del culto entendido como representación. Las parejas danzaron, juntos o por separado, con un sentido religioso o lúdico y generalmente en compañía de invitados. La Comarca ritmo musical Liborista sirvió para crear o promover un sentido comunitario, buscaban que los bailarines iniciados se sintieran como parte de un grupo, regional o nacional, y les ayudaba a establecer lazos de unión con sus herencias.

No hay que ser profeta para “profetizar”. Algunos acontecimientos pueden ser deducidos por ciertas mentes en posesión de información, y sin lugar a dudas Liborio era un profeta bien informado.

Otras tradiciones de San Juan no menos importantes son los baños devenidos en encuentros comunitarios en los balnearios El Tocón, El Charco de los Cueros, Mijo, Río Yaque, el Manguito, las tres piscinas, el Donao, los dos puentes, Juan Herrera y otros. En esas cuencas acuíferas jóvenes y niños disfrutábamos de esos balnearios convertidos en lugares para la recreación. En esas cuencas acuíferas se celebraban los llamados paseos, que incluía un locrio de pollo criollo, una limonada y hasta una champola, con guanábana y leche de vaca.

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