sábado, 4 de febrero de 2012

EN EL MES DE LA PATRIA


De: Teodulo Mercedes
Este articulo fue publicado hace cerca de dos años como respuesta a la exposicion pictorica presentada por el ministerio de cultura en la puerta del Conde.Motivado a que nuevamente se ha colocado dicha exposicion, permitame , muevamente publicar el articulo como respuesta y critica.
 

A: Emilio Valdez, Orlando Cuello y Marino Mejía


La Dirección General de Comunidad Digna y la Comisión Permanente de Efemérides Patrias depositaron una ofrenda floral en el Altar de la Patria, con motivo de celebrar el 194  aniversario del Natalicio del Patricio Juan Pablo Duarte y el Mes de la Patria.



Al mismo tiempo, la comisión permanente, con ideas de Juan Gilberto Núñez, y  el asesoramiento del historiador Juan Daniel Balcácer, dejó a disposición del público, en la Puerta del Conde, 28 cuadros del pintor Henry Santana, con temas de la lucha de los trinitarios en el tiempo de la separación.



Las pinturas, realizadas fundamentalmente en colores fuertes y atractivos, no atraen los  estudiosos de los hechos históricos, porque desdicen de las investigaciones realizadas hasta hoy, de la situación existencial del pueblo dominicano en ese período de formación, arrojando  nieves sobre la memoria histórica, al presentar paisajes y una recreación existencial diferentes a las vivida por nuestros libertadores, que hoy forman parte del acerbo cultural de nuestra generación.



Es que por medio de este arte, la  pintura, utilizando los colores aporta el silencio para la mente y la tonalidad musical para los ojos del observador, los exponentes producen una depuración histórica, pretendiendo pervertir nuestra realidad material, la conciencia ciudadana y la gesta patriótica, como movimiento social sobre los campos nacionales, donde los humildes habitantes de nuestras campiñas desaparecen de los combates librados.



Estos retratos, que con su belleza tenían que profundizar la riqueza de la vida y la libertad  y en el caso de los grupos duartianos, invocar el martirio y la piedad, para continuar con las tradiciones de los humanistas venecianos que producían retratos para los que tenían dinero y quienes no, con la intención que tuvieran allí, presente siempre, para proclamar su existencia y sugerir que eran distintos y únicos, no llenan las especificaciones históricas conocidas, porque: exhiben escasa presencia de los  mulatos en las luchas de la independencia.



Limpieza y pulcritud exagerada en los militares opresores presentados con piel blanca.


Lujosas vestimentas europeas en los grupos independentistas, que aunque algunos tenían formación afrancesada, contradicen los niveles de pobreza de toda la población referida por los historiadores.


Presencia de escuela de esgrima de la época, que se asemeja a una escuela moderna de hoy, de clase rica de artes marciales orientales, por las vestimentas utilizadas.



Caballería con indumentarias lujosas, más parecidas a las utilizadas por la del imperio Otomano y no la de soldados de una colonia del Caribe empobrecidos.



Celdas para rebeldes, con más característica de estancia de descanso que de un destacamento penitenciario.


Mujeres elegantemente cubiertas con vestidos de escotes pronunciados, las mismas que dice la historia que acudían a las iglesias con mantillas para ocultar parte de su rostro.



Presencia de una vida bucólica activa, donde la juventud se caracteriza por su facciones nórdicas, totalmente rubia, entonando música por medio de flauta con gesto del mundialmente famoso kenny  G.


Biblioteca y oficina, con estantes repletos de libros forrados en piel del mismo color, representando quizás, una clase apoderada de Norteamérica o Europea actual, que no tiene relación con la insipiente burguesía dominicana.


Inexistencia total del elemento pueblo, en las actividades de masas, las cuales son sustituidas por los sectores clericales.



Olvidando el artista que por mucho que sea el talento, lo que hace perfecta la pintura es la ambientación en el tiempo y el espacio y que lo verdaderamente importante en esa clase de exposición, es la historia, la cual con una lograda expresión artística completa su función didáctica.



Alguno podría pensar, luego de agotar tiempo en la observación de la exposición, que los deseos de separación no tenían sustentación económica ni cultural, porque la forma de vida presentada bajo el control del Estado Haitiano es superior a la que se vivió luego de los momentos de la separación, lo cual es un mensaje permanentemente utilizado por historiadores del hermano país, que alegan que la independencia nacional tuvo su base de sustentación en el Bobarismo del pueblo Dominicano, cosa totalmente incierta.


En Santo Domingo, es conocida la Época de la España Boba, que aconteció antes de la invasión de los vecinos, que se caracteriza por todas las clases de privaciones en que vivía la población, aunque en el Cibao comenzaba florecer la venta del Tabaco al final de la misma, cuando se produjo la invasión de Boyer, entendiéndose este acto como invasión de Haití..


En la época del control haitiano se produjo determinado desarrollo de una Burguesía Comercial, que no logró transformarse en Industrial por la carencia de condiciones globales.


Esta clase social fue favorecida al inicio de la intervención, con rebajas de impuestos y política de puertos abiertos, pero más tarde sus privilegios fueron suprimidos y nuevas medidas restrictivas mermaron las ganancias de sus actividades, producto de acuerdo de pago realizado por el gobierno de turno y el imperio Francés.


Por otro lado, los hateros declinaban considerablemente su productividad y producción, sobre todo luego de la erradicación de la esclavitud.



Ambos sectores estaban empobrecidos y tenían intereses diferentes, lo cual explica de manera razonable de donde salen las contradicciones económicas con el gobierno haitiano, que también era el de los dominicanos.



La pobreza se manifestaba en lo material y cultural, estando el sistema educativo a la deriva, por la fuga de personalidades para otros lugares y las ciudades abandonadas por partes de sus habitantes y sus pertenencias.



En  la  clásica obra, El amor en los tiempos del cólera, dedicado a Mercedes, por supuesto, que no tiene nada que ver con quien escribe, el inolvidable escritor del Caribe Colombiano y del mundo, Gabriel  García Márquez, relata que: “luego de la independencia del dominio español y de la abolición de la esclavitud, las grandes familias de antaño se hundían en el silencio dentro de sus alcázares desguarnecidos. En los vericuetos de las calles adoquinadas que tan eficaces habían sido en sorpresas de guerras y desembarcos de bucaneros, la malezas se descolgaba por los balcones y abría grietas en los muros de cal y cantos aún en las mansiones mejor tenidas”.


Llamando las ciudades caribeña: “morideros de pobres”, lo cual nos ayuda entender las precariedades existentes en esa época gloriosa de cambios sociales en las fronteras de los imperios.


La exposición, realizada por los grupos sociales que administran el poder, presentan a los duartianos, como un grupo de conspiradores “vive bien”, alejado de la población empobrecida, que pretendía formar una nación, a imagen y semejanza de los pueblos europeos, donde no aparece ningún elemento cultural que defina nuestra característica de pueblo diferente.

Allí, Duarte y sus compañeros son etéreo, un destello de una idea, un deseo de juventud, en  medio de vientos tempestuosos.


Pero, esa no fue la realidad. Por eso no se sacrificaron los buenos y verdaderos dominicanos. Por eso, antes del trabucazo libertario, el grupo de Duarte fue tildado de maldito por los demás conspiradores y desde ese instante, ese grupo fue proscrito, pero no pudiendo prescindir de su trabajo y sacrificio, se comenzó a tejer historia para deformarlo y entregarlo a las nuevas generaciones, como grupo político simplista, igual a los conocidos, que lucharon por su mejoramiento personal, sin pensar jamás en los demás.


Pero no lo han logrado, porque los trinitarios lograron establecer diferencias sustanciales, mientras afirmaban que la política es de hombres serio, que no engañan, que la patria es para servir, no para servirse de ella.


Los otros, que detentaron y detentan el poder, nos sumergieron en las montoneras, dictaduras y han tratado siempre de cualquierizarnos.


Hoy, sus continuadores históricos, pregonan orondo las enseñanzas de sus aventajados maestros diciendo: “aprendí hace mucho tiempo que en la política, en la guerra y en el amor, todo es válido”, despojando la actividad de su contenido ético y validando la traición y justificando la miseria humana.


Toda esa demostración de fuerza y cinismo, tiene su justificación por lo poco que ha perdurado el legado del fundador de la dominicanidad en los estamentos gubernamentales, lo cual aparece en determinados preceptos constitucionales, que poco se toman en consideración, en la dominicanidad febril que manifiestan los quisqueyanos que se autoexiliaron del país, en las páginas de libros olvidados de algunos pensadores nacionales, en los legados esparcidos por el mundo por el insigne maestro Pedro Henríquez Ureña, en las furias cíclicas expresadas por las masas populares, que de cuando en cuando exigen la redención prometida y en los reductos soñolientos de una izquierda en extinción.


Esto explica, el por qué desde los estamentos del estado, se pregona un Duarte nuevo, donde aparece en un “New York chiquito”, para pretender encasillarlos en las filas diarias de los consulados de España, Estados Unidos, Italia o los de las antillas holandesas, donde predominan los jóvenes, que con el sacrificio y sufrimiento permanente, han sido despojado de la patria del patricio, quedando en su conciencia la amargura de la frustración y un “sálvese quien pueda”, de un individualismo enloquecedor, anclado especialmente en la pequeña burguesía, que cuando penetra los estamentos del Estado, impide y torpedea cualquier proyecto de progreso  para la nación, que no le otorgue beneficio tangible que le cambien su existencia gris.


Como proyecto de nación, es poco o casi nada lo que permanece para los tiempos de globalización, donde la intelectualidad y la clase dominante juegan con el pensamiento patriótico en función de su bienestar.

Por esa razón: la dominicanidad al margen del Estado que lo representa, por medio de individuos desclasados y segmentos populares de nuestra población, ha comenzado a esparcirse en todos los confines de la tierra, llevando su color, pobreza, merengue y bachatas junto a su inolvidable bandera, emblema imborrable de los grupos libertarios, la cual con el trabajo, la cultura y el deporte, pretenden hacerla más fuerte, más bella, más grande, mucho

más.

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