La primera entrega de esté articulo debo iniciarla con la introducción de que los datos que se están presentando son parte del libro de investigación que mi madre la Lic. Ana Cristina Farias Méndez de Zapata, mejor conocida por todos como Anita Farias y yo estábamos escribiendo sobre los diferentes y principales acontecimientos del desarrollo educativo, económico y cultural que se sucedieron en San Juan de la Maguana a finales del Siglo XIX hasta mediados del Siglo XX, es decir abarcar desde el 1885 hasta finales de los años 1960.
Creíamos que teníamos el tiempo de nuestro lado y que las parcas iban a ser benévolas con nosotras y como no éramos pitonisas nos enredamos en nuestros diferentes quehaceres y todo quedó por mitad, es mi gran responsabilidad llevar a cabo esta tarea y terminar lo que iniciamos. Ella amó con gran pasión este pueblo y siempre me decía que debíamos contribuir con su historia rescatando sus raíces, ya que el individuo que no conoce su historia no puede tener sentido de pertenencia y cuando la conoce la ama y defiende hasta que muere.
Y sí, debo reconocerlo, para ella este reto era quizás uno de los más importantes que tenia en carpeta a la hora de su enfermedad y que desgraciadamente no pudimos concluir. Esté libro es su idea, en sus manuscrito se siente la fogosidad y también me recuerda las discusiones que sosteníamos con respecto a la lectura de documentos históricos, lo que iba encontrando y el cómo debíamos enfocarlos.
Otra rosa roja para Anita Farias quien nunca se ha ido……..
La palabra educación tiene un sentido humano y social. Es un proceso en el cual los jóvenes adquieren costumbres, hábitos, creencias, es decir la forma de vida de los adultos.
En los pueblos primitivos la educación se caracteriza por ser estática, espontánea, natural y con un fondo religioso casi siempre de carácter totémico y mágico. La forma de vida de las generaciones adultas se transmite a los niños y a los jóvenes por imitación: una rutina de adaptarse a las necesidades materiales y religiosas de la comunidad en que viven.
El niño se inicia poco a poco en las diversas ocupaciones del clan: recolección de frutos, agricultura, construcción de utensilios para uso cotidiano y ritual, pesca, caza entre otros.
Nuestros aborígenes no tuvieron conocimiento del lenguaje escrito, se valieron de símbolos y tallaron la roca con simples líneas incisas delineando elementalmente un objeto o un animal. Sus petroglifos eran aplicados para representar un ideal, una anécdota o un propósito.
El espíritu comunitario de los tainos hacia que la educación fuera responsabilidad familiar y social. Los hijos se criaban bajo el tutelaje de los abuelos y en esa crianza cooperaban las personas mayores del clan. La educación conllevaba las explicaciones tainas sobre el origen de las cosas, las hazañas de sus antepasados que aprendían a recitar de memoria, así como todas las tradiciones familiares especialmente las del trabajo.
De esta educación espontánea se fue gestando el proceso de la pedagogía intencionada con la llegada de los españoles mediante la enseñanza y la evangelización. Las primeras escuelas rudimentarias se establecen hacia el 1502, con la fundación del convento de los frailes de la Orden de San Francisco, convertidos poco después en centros de enseñanza superior.
Con Fray Nicolás de Ovando y los frailes franciscanos comenzó a gestarse las primeras escuelas destinadas a los indios, particularmente a los hijos de los caciques. Franciscanos, dominicos y mercedarios tuvieron como tarea la instrucción del taino. Se amparaban en bulas papales que como Paulo III establecía en 1493, que la obligación de la instrucción era la de ´´ganar almas para Dios´´.
La enseñanza de la lengua estaba dirigida a los niños y para ellos prepararon gramáticas, vocabularios y catecismos. La enseñanza en un principio estuvo dirigida a los tainos, luego a los hijos de los españoles y más tarde a algunos negros esclavos.
A medida que fueron multiplicándose las instituciones coloniales durante el Siglo XVI, la enseñanza fue alcanzando otros niveles. Concentración urbana, órdenes religiosas y monasterios dieron origen a la enseñanza secundaria y finalmente a la universitaria.
En el primer periodo del Siglo XIX se produjo un derrumbamiento en las instituciones educativas y eclesiásticas establecidas por España, debido a las constantes emigraciones que provoco el traspaso a Francia donde un gran numero de maestros, religiosos y escritores se establecieron en otras colonias dejando un gran vacío. Para los años de la Primera Republica la educación era casi nula. Una reducida minoría de las clases altas se había instruido mediante una enseñanza impartida por maestros particulares.
El primer periodo de la educación dominicana esta comprendido entre 1844 a 1863, predominando en esta época el tradicionalismo escolástico el cual encuentra oposición en las ideas de Eugenio Maria de Hostos y su Escuela Positivista.
El segundo periodo de la educación dominicana va desde 1863 hasta 1916, caracterizándose por el fortalecimiento de la educación por la gran incidencia de las ideas hostonianas y es aquí precisamente donde pudimos recoger en los libros de Actas del Ayuntamiento Municipal de San Juan de la Maguana, Común de la Provincia de Azua, datos precisos sobre el pago de los maestros que esta institución hacia.
Después de la Independencia a mitad del Siglo XIX, en San Juan de la Maguana, Juan Pablo Pina, combatiente de la Batalla de Santomé, formó en el 1877 la primera escuela para varones, situada en la calle Duarte esquina Trinitaria. El pago era realizado por el Ayuntamiento cuyos sueldos eran de $8.00 (ocho pesos fuertes) y de $12.00 (doce pesos fuertes).
Luego existió otra escuela de varones en la Casa de Lilis, distinguiéndose como cooperadores el Agrimensor José del Carmen Ramírez, Licdo. Esteban Mesa, el Dr. Alejandro Cabral y el Padre Ramón Pina.
En 1880 se crea la primera escuela para hembras a cargo de Agustina Acosta, quien enseñaba manualidades. Los señores Bernardo y Arquímedes Paulino fueron grandes cooperadores de esta escuela. En esa época venían a examinar jurados de Azua.
El primer libro de Actas del Ayuntamiento corresponde al año de 1885, siendo la primera Acta redactada el 2 de Febrero de ese mismo año. La primera sesión que hace referencia al Renglón de Escuela se encuentra en la sesión del 5 de Julio del 1885, donde el Ayuntamiento le comunica al Ministro de Interior y Policía, la refundación de las escuelas de la Sección de Las Charcas de Garabito y Mogollón, las cuales eran ambulantes y el Presidente Woss y Gil había retirado la ayuda por la situación metálica del Cabildo.
En el año 1886 a 43 años de la Independencia Nacional y 23 años de la Restauración, en la sesión del 20 de Noviembre, la Sala Capitular integrada por el Sr. Carlos Montes de Oca, sindico municipal, el presidente Alejo Recio, los regidores Camilo Batista y José Dolores Valdez y el secretario Alejandro Deñó aprobaron la suma de $60.00 (sesenta pesos fuertes), para la reparación de las Escuelas de Varones y de Niñas, las cuales fueron deterioradas por las tropas del gobierno acuartelado durante los últimos acontecimientos.
De este dinero se tomaron $40.00 (cuarenta pesos fuertes) para reparar la Escuela de Varones y los $20.00 (veinte pesos fuertes) restantes para la reparación de la Escuela de Niñas.
Este acuartelamiento se debió precisamente a la Revolución De Moya que se produjo el 21 de Julio del 1886, cuando se produjeron las elecciones entre el partido Azul representado por Casimiro N De Moya y Lilis Heureaux quien ganó las elecciones con el mismo método que la anterior: el fraude.
Para el 1887 existían cinco escuelas rurales todas creadas y pagadas por el Ayuntamiento Municipal. En la ciudad existían dos escuelas una de niñas y otra de varones.
En el 1888 la primera maestra nombrada de Bordado de Dedal a Mano fue la Señora Rosa Melen, a la cual se le asigno un sueldo de $10.00 (diez pesos) mensuales.
En Enero del 1889 hubo cambio de Directiva en la Sala Capitular de ese entonces, quedando compuesta de la siguiente manera: Antonio Moquete, presidente, Rafael Valenzuela, vicepresidente, Camilo Isaías Batista, regidor y el sindico procurador (como fue designado) Juan Justo de los Santos.
En la sesión del 5 de Enero del 1889 quedó esa sala compuesta por elección interna. En esa primera sesión se nombró a unanimidad al Sr. Pedro Caputo como segundo profesor de instrucción primaria con un sueldo de $25.00 pesos fuertes y de igual modo al profesor José Dolores Valdez.
El 7 de Enero del 1889 se le envió una comunicación al ciudadano Pedro Caputo comunicándole que había sido nombrado como segundo profesor de instrucción primaria, adjunto al profesor José Dolores Valdez, con el sueldo de $25.00 (veinticinco pesos fuertes), con la finalidad de dar clases en ese mismo mes.
Así mismo en esa misma sesión fue dispuesto enviar un oficio a lo alcaldes pedaneos informándoseles que el Ayuntamiento tiene contraído graves compromisos, siendo esta una de las razones por la cual deben suprimir las escuelas rurales sin contar además por la irresponsabilidad de sus profesores, resolviendo formar una Escuela Central a la que podrán los padres de familias mandar sus niños, seguro de que dará un brillante resultado.
Este Ayuntamiento esperaba que a la mayor brevedad los alcaldes presentaran un listado con los niños que estén dispuestos a concurrir a la escuela de esta población, ya que la Escuela Central estará dirigida por profesores capaces para ese cargo.
Para el año 1889 solamente existían dos escuelas en la población subvencionadas por el Ayuntamiento la Escuela de Niñas y la Escuela de Varones.
El día 3 de Marzo de ese mismo año, el Sr. Juan de los Santos fue nombrado ayudante de la Escuela Municipal de Varones de esta población con un sueldo de $25.00 (veinticinco) pesos fuertes.
En este mismo año en la sesión del 12 de Febrero se le envió una comunicación a la Comisión Local de Estudios ordenándoles que los niños de esta población que no asistan a la escuela era necesario visitar a los padres para saber las causas de su inasistencias a las clases y de igual modo que el policía que encuentre un niño en la calle debía conducirlo a su casa ya que este también era parte de su trabajo.
En el año 1890 existían seis escuelas que funcionaban con regularidad: dos en la ciudad, una en Punta Caña, otra en Guásumal, una en Túbano (llamada hoy "Padre Las Casas") y por ultimo una en las Charcas de Garabito. Todas las escuelas de esas secciones fueron suspendidas desde el 1 de Septiembre del 1889 por la falta de fondos del Ayuntamiento y por ende no pudo cumplir con el compromiso de pagar a los profesores como se le manifestó al Ministro de Interior mediante Oficio No.35 de fecha del 4 de Agosto del 1889.
Las dos escuelas existentes de la ciudad se mantuvieron por merced a la buena voluntad de sus preceptores y ayudantes, a quienes se les estaba debiendo desde el mes de Julio debido a la gran seca que atravesaba el pueblo desde el año pasado que no permitía la extracción del ganado a Haití y por los compromisos o deudas que el Ayuntamiento saliente dejó al actual, teniendo éste que solventar lo adeudado siendo estas las causas más poderosas que motivaron que no existiera en caja un centavo con que atender las diversas derogaciones, donde el Ayuntamiento guiado de las más sanas intenciones consignara en su presupuesto de este año, según lo expuesto por el presidente de la Sala Capitular Antonio Moquete, esperando dejar satisfecho con este Oficio al Ministro de Interior.
Hasta el mes de Julio se sostuvieron con la suma de $1,722.75 (mil setecientos veintidós pesos con setenta y cinco centavos) pesos fuertes, seis escuelas dos en la ciudad que correspondían a la Escuela de Varones y de Niñas y cuatros en las secciones más importantes que eran escuelas de varones.
El numero de profesores correspondiente a la Escuela de Varones era de un profesor titular y un ayudante teniendo a su cargo una matricula inicial de 54 niños quedando solamente cuarenta. La Escuela de Niñas una profesora titular con dos ayudantes tenia una matricula inicial de 40 niñas quedándose solamente 25 alumnas, y el resto de las escuelas un profesor por escuela es decir que en la Escuela de Túbano asistían 12 alumnos, en la de La Maguana 15 estudiantes, en las Charcas de Garabito asistían 25 alumnos y en la de Punta Caña asistían 19 alumnos. Teniendo la matricula final un total de 136 estudiantes y nueve profesores pagos por el Ayuntamiento Municipal.
El estipendio de fondos que el citado presupuesto asignaba al profesorado de la Escuela de Varones de la ciudad era de $40.00 (cuarenta) pesos fuertes al profesor titular y de $25.00 (Veinticinco) pesos fuertes al ayudante.
Mientras que el sueldo para la profesora titular de la Escuela de Niñas correspondía a $20.00 (veinte) pesos fuerte, y las profesoras adjuntas de $10.00 (diez) pesos fuertes, y un ayudante que daba las clases de caligrafía y matemática que se le pagaba $15.00 (quince) pesos fuertes.
Los profesores de las Escuelas Rurales recibían un pago de $12.00 (doce) pesos fuertes.
En los útiles escolares se hizo un gasto de $100.00 (cien) pesos fuertes, los cuales fueron suficientes para el año escolar.
Las clases fueron suspendidas desde el mes de julio por motivo de la resolución del cobro de derechos por extracción de ganado para Haití las cuatro escuelas rurales quedando solamente las dos del pueblo.
La escasez de fondos obligó al personal del Ayuntamiento a suprimir también parte de la Policía Municipal. Ese Ayuntamiento tenía como propósito no solamente continuar con los planteles de instrucción primaria sino darle mayor cobertura a la enseñanza y fundar un plantel de segunda enseñanza y para obtenerlo cuentan con que será restablecido el cobro de la extracción de ganado que en esta provincia siempre corresponderá al Ayuntamiento quien aplicara lo recaudado a los fines que se expresaba.
Mediante el Oficio No. 20 de fecha 3 de marzo del 1890, el Sr. Eugenio V. Garrido fue nombrado por el Ayuntamiento preceptor de la Escuela de Varones de la sección de Punta Caña con una mensualidad de $12.00 (doce) pesos fuertes, debiendo abrir dicho plantel el día 1 del mes de Abril de 1890.
Continuara……….
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