lunes, 8 de enero de 2018

Virtudes y Cualidades de Juan Pablo Duarte




Roberto Rosado Fernández, Educador
 Dentro de las virtudes y cualidades que adornan al padre de la Patria Juan Pablo Duarte están, el amor, el estudio, la diligencia, la valentía, el don de dirigir, el tacto político, el don de realización, el nacionalismo puro, la honestidad y la modestia.
Estas virtudes expresadas en todo el transcurrir de su vida se ha recogido como el Decálogo de Duarte con la intención de convertirlo en guía para el trabajo que habrá de desarrollarse en los centros educativos para inculcar a los discentes valores y cualidades que le sirvan  para su diario vivir y que, a su vez, los convierta en hombres de bien.
Hablando de estos ejemplos dejados por Duarte en “Apuntes para la Historia de los Trinitarios”, Boletín del Instituto Duartiano número 4 se lee-“Trasladados estos ejemplos dejados por Duarte, a formulas preceptivas, es como si excepcional paradigma hubiera dejado estos diez mandamientos
 Para quienes aspiran a ser verdaderos patriotas.
1         - Amarás a tu pueblo.
2         – Prepararás tu mente para servirle.
3         –Trabajarás sin desmayo por el bien de la Patria.
4         – Serás valeroso en el servicio de la Patria.
5         -   Enseñarás y dirigirás a los compatriotas necesitados de orientación.
6         –Actuarás con justicia y tacto.
7         –Pasarás de la idea de bien a su realización.
8         – Defenderás la absoluta soberanía de tu pueblo.
9         –Serás honesto en el manejo de bienes públicos.
10     – Pondrás siempre tu persona al servicio de la Patria y no viceversa”.

En cada cualidad se describe a un Duarte capaz de amar a la Patria por encima de su propia familia y de hacer  cualquier tipo de sacrificio en aras de conseguir una patria libre, soberana e independiente de toda dominación extranjera.
 Capaz de estudiar, una virtud que reflejó desde niño que lo impulsaba a buscar constantemente el conocimiento. Sus resultados en la escuela demostraron las condiciones excepcionales para el estudio, los que volcó a la causa de la Patria cuando descubrió que era posible crear una nación libre a pesar de las adversidades de la época.
Un Duarte diligente capaz de prever cada actividad que conllevara al impulso del ideal concebido. Esta cualidad la demostró desde la creación  de la Escuela Política, la fundación de La Trinitaria, a su regreso, luego de proclamada la República, durante su estadía en Venezuela y su disposición durante el proceso restaurador de contribuir a la expulsión del invasor Español.
El Duarte valiente que no escatimaba esfuerzo, ni presentaba excusas para participar activamente en la defensa de la patria en cualquier escenario por peligroso que este fuera.
Sus dotes de líder estaban presentes cada vez que las circunstancias lo ameritaran y por ello se ganó el respeto de sus seguidores, acción que le ha permitido ocupar el sitial con el que se le distingue a diario.
Hombre de tacto político con respuesta adecuada para cada circunstancia, con ideas preconcebidas reveladoras de que estaba dotado del referido tacto.
Siempre dispuesto a mostrar en la práctica todo aquello que expresaba en sus ideas, así lo mostró siempre hasta su muerte.
Nacionalismo del que él mismo decía era la garantía de las libertades patrias, la ley suprema del pueblo dominicano y su existencia política.
 De una extraordinaria honestidad la que demostró desde el principio y la que hoy debería ser el puntal del funcionariado gubernamental, el que lamentablemente la ambición personal y desmedida lo ha llevado al derroche de las instituciones llamadas a ser ejemplo para la sociedad.
Finalmente a Duarte le adorna como virtud la MODESTIA. Un hombre sencillo, carente de vanidad, carente de ambición, enemigo de la búsqueda de privilegios, sin orgullo y sin afán de poder, solo le interesa la justicia. “Sed justo lo primero, si queréis ser felices”.
El gran reto de la Escuela Dominicana del presente es enseñar el Decálogo Duartiano donde están recogidas todas las virtudes del padre indiscutible  de la República Dominicana.
El desafío de cada profesor, sobre todo de Ciencias Sociales, es hacer de este Decálogo una parte de su diario enseñar, en el aula, en el recreo, en la cancha y más de modo que estos valores se proyecten a la sociedad y podamos de esa manera contribuir a disminuir la ola de incomprensiones generadoras de tantos desequilibrios que adornan la maltrecha sociedad de hoy.








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