martes, 22 de febrero de 2011

CELEBRANDO EL MES DE LA PATRIA

Defendamos los valores patrios y el orgullo de ser dominicanos

Salmo dominicano (J. Reynes)



Espíritu Supremo de los antepasados,

Señor Grande que vives en el cielo,

y haces salir el sol, diariamente,

sobre nuestro mar

como una torta de casabe

sacada del horno.....

¡ESCUCHA la invocación que te dirigimos

desde las sombras de nuestra historia,

desde esta tierra pequeña y aislada,

quemada por el sol del trópico y sedienta,

pero resistente como un farallón

a las inclemencias del viento y oleaje!

A Ti llamaban los taínos con mil nombres,

en tu honor bailaban sus areitos

y se montaban en la cohoba

para llegar a Ti ...

A Ti clamaban los negros

encadenados en el vientre de los galeones,

murmurando extraños y prohibidos rezos ...

De Ti predicaban los castellanos,

con sus pendones mágicos,

en un idioma incomprensible,

porque negaban con la espada

lo mismo que afirmaban con la cruz.

Y Tú ESCUCHASTE desde el alto cielo

tantos clamores diversos de tus hijos e hijas,

y en la evangelización del Nuevo Mundo

revelaste tú verdadero Rostro de Yahve

liberador, Defensor de los oprimidos,

Padre de Jesucristo Salvador.

«Iyi aya bombé», gritó Hatuey,

antes muertos que esclavos.

Y «como por esclavos los tuviesen

y en mayor menosprecio que si fueran

estiercol de la plaza»,

cuando el cacique Guarocuya

se rebeló en el Bahoruco,

Tú te pusiste del bando de Enriquillo;

y cuando Lemba se echó al monte

Tú te hiciste cimarrón

con todos sus negros ...

Enviaste PROFETAS, como los dominicos

que levantaron su voz

en el desierto de esta isla,

y amenazaron a los encomenderos

con el infierno ...

Así la fe impuesta a golpe de espada

fue purificada con la fe del Crucificado,

con el sufrimiento de los cristos

azotados, abofeteados,

crucificados, en los indígenas ...

Del mestizaje de estas tres sangres,

mezclada con la tierra del suelo americano,

de la sangre de conquistadores

y conquistados,

Tú hiciste un Pueblo Nuevo

de nosotros, que no éramos pueblo,

sin padre ni patria reconocidos.

Tú lloraste cuando partieron nuestra isla,

como el padre Jacob sobre la túnica

ensangrentada por los hermanos.

Los extranjeros se aprovecharon

de nuestra debilidad

para invadirnos una y otra vez ...

y Tú suscitaste DEFENSORES del pueblo,

pequenos enfrentados al gigante extranjero,

y era tu Espíritu quien los animaba ...

En tú Nombre, Dios uno y trino, autor

y supremo legislador del universo,

los primeros dominicanos firmaron

la Constitución de la República.

Pero luego nos olvidamos de nuestro pacto,

y engendramos monstruosos tiranos

de lo peor de nosotros mismos,

que convirtieron la isla en feudo personal

y la sembraron de tumbas y de mordazas.

En cada hora, Tú suscitaste

VARONES INTEGROS

como Luperón, «soldado de Capotillo y

prohombre de la Restauración dominicana»;

EXILIADOS como Duarte,

en un pueblo donde

«tan facil es ya pasar del destierro al solio,

como del solio a la barra del senado»;

GUERRILLEROS como Caamaño y los que

«querían derrocar la tiranía y a la vez

dividir la tierra, educar los niños,

alimentar al pueblo, levantar hospitales,

crear el Estado ... »

Y cuando los hombres parecían acabados,

Tú levantaste MUJERES dominicanas

como Anacaona, la cacique indomable,

Salome Ureña,

mantenedora de la llama patria,

Minerva, Patria y Teresa Mirabal,

parecidas a ciertas mariposas

incombustibles, libres y memorables.

En los largos años del miedo

y del sobresalto que no cesan,

TE PEDIMOS, Señor,

que no abandones a tu pueblo.

Nosotros estamos dispuestos a pagarte

con la sangre de un periodista

honesto como Orlando,

de una campesina anónima

como mama Tingó,

de los evangelizadores consagrados al reino

como el obispo Panal o el Padre Fantino,

o aquel campesino que preside la asamblea

con las manos llenas de callos ... ,

con nuestras comunidades comprometidas

en la construcción de un pueblo

libre y fraterno ...

Hasta que llegue tu gran día

«en que ya no sea milagro el de la vida ...

Que cada hombre tiene dignidad,

cada mujer sonrisa ...

El día en que estalle la libertad

suprema y soberana».

No hay comentarios:

Publicar un comentario