Desmemorizando la colonialidad/Los nuevos taínos de los bancos de arena
Se transgreden los horizontes temporales que recubren las finas capas de tierra, afloraran los tiestos de barros, huesos y piedras de las antiguas culturas prístinas de la isla. Ya por eso en la memoria presente brotan y reaparecen formas que modelan antiguas estéticas y emociones.
Actualmente, lo dicen las sabias y sabios antropólogos/as, las culturas no mueren, se absorben, florecen y se recrean. Lo que queda del otro permanece en las estructuras esenciales que están en la conciencia o la psique, por lo que todo, lo que es pensado, se mueve en lo relacional, lo perpetuamente visible e invisible.
Es aquí el mundo en que se expresa la fenomenología, aquella otra ciencia que estudia significantes convertidos en fenómenos y que explicitan actos intencionales que se mueven en la imaginación, las sensaciones y la memoria.
La cultura, no es otra cosa que lo intencional, lo que se agita en los tiempos, evocando siempre una necesidad de futuro, es aquí lo que muchos llaman lo fenomenológico de la cultura.
Todos los significantes que son pensados en esa conciencia de ir hacia la finitud, lo que es y fue una representación cognoscente, temporal, empírica y propia de un grupo cultural fluye para darnos cuenta de que las mismas estructuras de las cosas no desaparecen, se conservan y reaparecen en las emociones de los instantes o del encuentro. Así me lo comento el abuelo Coca, en su taller en la comunidad de La Malena.
Un día cualquiera, arañando la tierra se encontró un objeto de piedra que lo llenó de emoción y curiosidad. Este encuentro lo perturbó y excito tanto que no pudo detener sus manos, pues de inmediato tomo un rallador y restregó la piedra hasta lograr una figura, que entrañaba un gran parecido con la extraída de un viejo yacimiento arqueológico que fue explorado en el 1973 por Marcio Veloz Maggiolo y otros, llamado la Cucama.
El abuelo cuenta que de sus manos brotaron ídolos, dioses y objetos que fueron más tarde vendidos a los mercaderes de piezas arqueológicas, pero siempre asegurándoles que fueron diseñadas por sus propias manos
Con esta primera talla, la búsqueda se intensificó para modelar las piedras, caracoles y maderas, recreando con sus manos las memorias que habían sido sumergidas en la psiques por la brutalidad de la esclavitud y la colonialidad.
El abuelo cuenta que de sus manos brotaron ídolos, dioses y objetos que fueron más tarde vendidos a los mercaderes de piezas arqueológicas, pero siempre asegurándoles que fueron diseñadas por sus propias manos. Lo llamaron el indio o los nuevos indios de Los Bancos de Arena.
Hoy con gran respeto y admiración les cuento que a pesar de los escabrosos caminos de las historias mal contadas sobre los pueblos originarios de la isla y las marcas profusas de las heridas en el cuerpo de la cultura por el holocausto de la colonialidad, se recrean y reaparecen las señas de una nueva legión de talladores cimarrones Taínos.
Con mucha alegría puedo decirle que el mundo de los significantes esta preñado de añoranza contenidas en las manos de los niños Coca. Ya está el relevo generacional de estos artesanos. No tienen que esperar que se lo cuente la historia oficial. La travesura del encuentro, lo llevo al pasado y a distinguir una particular forma de ver y hacer la representación de lo simbólico en el marco de una cultura. Los Taínos no han muerto.
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