Estimado y nunca olvidado amigo:
Es gratificante cuando con el
devenir del tiempo, los viejos amigos se reencuentran y conservan no tan solo
aquella amistad, sino que tienden un puente sobre la sinceridad de la misma, en
tiempo donde lo pasajero corrompe hasta la verdad.
Estas líneas tienen el propósito de
darte las merecidas gracias por lo que escribiste, luego de haber salido
publicada mi crónica sobre la década del 70, la cual para nuestra generación
estuvo llena de emociones y dificultades que hoy nos abruman de recuerdos.
Dichas opiniones dejan esclarecido
parte de los conceptos externados en el mencionado artículo, pero tiene la
virtud de recordar otros personajes que al igual que nosotros también jugaron
papeles importantes en ese espacio histórico, que pudieron permanecer en el
anonimato si no es por tu certera memoria, que en un espacio
apropiado logró rescatarla del olvido.
Creo que tienes razón sobre la
historia que recuerda sobre Marino, si no me falla la memoria, así logró salir
ese personaje inolvidable del país.
Nuestro propósito, le explicaba a un
crítico de nuestras publicaciones, no es prolongar lo pasado en el tiempo,
porque como dijo ese poeta verdadero, “la eternidad no tiene tiempo”, pero sí
colocar en su sitial a muchos de nuestros ciudadanos comunes, que cuando
consideraron que su país lo necesito dijeron presente y su presencia. Nunca ha
sido ni la han pretendido convertir en facturas para prebendas o pago por
servicios prestados a favor de la patria, como han realizado muchos, sin
necesidades materiales en su diario vivir.
Tu recuerdo me hace revivir el día
que Jocelyn de los Santos tiró los volantes contra el gobierno, durante una
excursión del liceo local a la Capital del país, creo que fue la
gran primera jornada que aconteció de ese movimiento, jornada que
había desaparecido momentáneamente de mis gratos momentos pero que
había permanecido en un sitial de privilegio, no tan solo por lo que produjo,
sino por el inolvidable personaje que la realizó, a quien cuando lo encuentro
en algunos lugares públicos, lo abrazo y no encuentro forma para expresarle mis
más grandes afectos.
Hoy en nuestra madurez otras son
nuestras inquietudes y obligaciones, pero siempre nos ha unido lo cultural, a
lo que tú y al igual que yo, le dedicamos parte de nuestra existencia,
independiente de la labor alternativa que el tiempo y las
necesidades no exigen realizar.
Ayer visité nuestro pueblo, recorrí
las calles por donde nuestra juventud transcurrió, quizás antes de tiempo por
el cúmulo de obligaciones asumida, pero tuve espacio para ver, sin la hermosura
de antaño, la casa de Ramón, y revivir los momentos de bohemias que nos brindó
ese lugar, al mismo tiempo en que corrían por mi memoria sus tertulias
literarias que de manera improvisadas se desarrollaban junto a sus
hermanas.
Esas inquietudes imborrables espero
que continúen marcando el resto de nuestras vidas y así como ayer podamos
continuar trabajando en los diferentes lugares que no coloca nuestra existencia
por lo que siempre ha sido nuestra utopía: El engrandecimiento de nuestra
nación.
Un abrazo fuerte para ti y los
tuyos.
.
Teódulo Mercedes (Plinio)
Nota: La mayoría de los muchachos que aun viven, (Milton y los demás) que han comentado lo escrito, te envían saludos y preparan un gran reencuentro.
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