Roberto Rosado Fernández, Educador
Tres Escuelas de formación
inciden en los niños antes de su entrada a la Educación formal. La del vientre
de la madre o Prenatal, de la familia desde que nace hasta su ingreso en el ambiente
Escolar y la que recibe del ambiente
extra familiar.
En cada uno de estos ambientes recibe
formación, las que va asimilando en el curso de su desarrollo reflejándola en
su comportamiento cotidiano y en las actuaciones de su diario vivir.
En el caso de la Prenatal es el
aprendizaje recibido antes de nacer el niño. La estimulación del feto con
sonidos, movimientos y olores para ayudar al desarrollo de los sentidos del bebé. Esto, a saber de los especialistas,
“le garantiza aprendizaje temprano”. Además durante su desarrollo, el feto
aprende constantemente, mientras que el útero, su exposición a diferentes sonidos, olores y
tactos ayuda al avance del bebé.
Con altavoces aprende
a escuchar los sonidos que
encontrará cuando vea la luz del mundo. Los masajes suaves al vientre de la
madre ayuda al niño a aprender a relacionarse con sus padres desde antes de
nacer.
Sugieren los especialistas una”
alimentación adecuada para que se vaya relacionando con olores y sabores”. La
forma de vida de la madre, su relación con su pareja, con el medio circundante,
su trabajo, sus pensamientos, sus sentimientos, su forma de vivir, sus estados interiores,
entre otras acciones, le va modelando.
Tener el cuidado de atender a
estos estándares de formación desde el
embarazo evita contratiempos que, a su
vez, provocan deficiencias y problemas de índole personal y social que impiden
su salud física y psíquica.
Es aconsejable que durante el
embarazo las parejas visiten a los especialistas en la educación prenatal para evitar futuros
contratiempos y garantizar la salud de su bebé.
La segunda Escuela, la de la
familia, es muy delicada, extremadamente delicada, es la llamada a continuar la formación que se previó y se
aplicó durante el embarazo. Esta educación la garantiza los padres. De su aplicación adecuada depende
el futuro de sus vástagos. Es su deber enseñarles modales y buenas costumbres,
las que, sin dudas, reflejará en la escuela desde el momento en que ingrese
para recibir educación sometida a reglas, es decir, la educación formal. Como
sea su formación de hogar, será su comportamiento en la escuela. Será tarea de
la escuela seguirla, si es correcta o corregirla si llega con deficiencia.
La tercera escuela es la del
ambiente extrafamiliar, la no planificada, la que recibe de los amigos,
compañeros de juego, vecinos y más, que, por lo general enseña más y
comportamientos, la mayoría de las veces, contrarios a los que se enseñan en el hogar y en la
escuela. Esta escuela es la que distorsiona lo enseñado, tanto que hace conflictiva la formación en
valores y la confronta con aquellos que el hogar enseña, es más poderosa, aún
después de su ingreso a la educación formal.
Cuando el niño llega a la escuela
con la finalidad de recibir educación formal, entra a un mundo nuevo en el que
se reflejará aquellos aprendizajes que recibió
cuando era solo un feto, en la familia y la enseñanza extra familiar.
La tarea fundamental de la
Escuela es convertirla en su segundo hogar, ordenar esos aprendizajes previos,
darle sistematicidad en base a las orientaciones previstas en el currículo
vigente y desarrollar todo el proceso hasta entregar a la sociedad un
profesional que pueda contribuir con su
accionar a sostener una vida social y profesional cada vez mejor.
Cumplir con estas tareas ayudaría
a mitigar el drama conflictivo presente en la sociedad de hoy reflejado en la violencia
cada vez más pronunciada y, por igual, muy preocupante.
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