Juan Tobías León Ortega
Debajo del árbol de Laurel
cobijando el parque
contemplando tu silueta intocable y juvenil
simulaste dejar caer la flor de magia inspirada de amor
flechero empapado perfumante de Orquídeas flotantes
congruencia de cataratas y acuarelas de mil colores.
Juvenil tu caminar
juvenil tu mirar
juvenil tu sonreír
eras tú la otra,
torrente de agua melodiosa
tesoro recóndito rebuscado
perfume de loto embrujado
cegando mi alma dislocada
a cada paso por el resplandeciente valle copado
de frondosas Javillas, de Framboyanes durmientes
que a tus pasos rejuvenecían
y la brisa del Maguana
en su acostumbrado baile acariciante
que estremecía enloquecida con tus penetrantes ojos de miel.
Testigo de fugaz inspiración fue el pequeño árbol de Campana de Oro
frente a la empalizada de fierro retorcido
que con crueldad dividía el porvenir de cúspide de amor, estremeciendo
con sus alambres ponzoñosos la esperanza
de un romance junto a la sombra de la exuberante Baitoa
con el canto de Areito y al compás de besos armoniosos
y el zumbar cristalino de las aguas del San Juan
del Jínoba y del Mijo.
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