José Enrique Méndez
Muchas han sido las intervenciones que afectaron la integridad de lo que originalmente fue el Batey Maguana.
Como manera de organizar lo que queda y posteriormente restaurarlo citamos el siguiente fragmento de E. O. Garrido Puello, en su obra Espejo del pasado:
En 1818, al instalarse un nuevo Ayuntamiento del cual formaba parte Manuel E. Paulino, Carlos Marranzini y el que escribe estas líneas, su primera providencia fue interesarse en la conservación de El Corral de los Indios y disponer medidas acertadas con ese fin. Para el efecto hizo destruir las cercas que lo ocupaban y recoger las piedras que la incuria diseminaba por los alrededores. Mas luego el Gobierno militar Yankee, con fondos municipales, contrariando el proyecto del Ayuntamiento, se hizo cargo de los trabajos. El encargado colocó la piedra central parada contra la tradición que decía que la bella e infortunada Reina Anacaona presidía los juegos sentada en ella, recogió piedras sueltas, hizo una enramada rústica y levantó dos columnas como indicación de entrada al campo. La aspiración de los sanjuaneros muy justa y noble, se orientaba a que el sitio fuera embellecido y preparado para servir de atracción turística y de expansión espiritual para los visitantes. También que se fundara en el mismo lugar un pequeño museo de asuntos indígenas como complemento al ambiente prehistórico. Los yankees defraudaron esa aspiración.
Todas las obras que disponían hacer los Ayuntamientos, intervenidos como estaban por el Gobierno Militar, los fondos pasaban a Obras Públicas para ser dirigidas dichas obras por esa oficina. Esa es la razón de la paparruchada que se hizo en El Corral de los Indios.
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