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lunes, 7 de enero de 2013

Práctica deportiva del Karate desde los finales de la década de los años 60 en las instalaciones del Hotel Maguana en San Juan





Juan Antonio Arias



Es muy agradable para mi saber de alguien que haya conocido esta etapa deportiva de San Juan de la Maguana. El suscrito participó activamente en la práctica deportiva del Karate desde los finales de la década de los años 60 en las instalaciones del Hotel Maguana.

Tengo gratos recuerdos de aquellos amigos bajo la inspiración y dirección de José Humberto Terrero quien nos transfirió sus altos conocimientos obtenidos en esta disciplina obtenidos directamente desde su Profesor Japonés, Cinta Negra, 4to. Dan de la escuela Kempo Karate Do.


José "El Quemao" si hizo cargo de la dirección y supervisión de las practicas del grupo que llegó a alcanzar una nomina activa de unos 40 participantes.


  Algunos nombres que recuerdo de esos amigos son los siguientes: José Humberto Terrero, José "El Quemao", Gerineldo Calderón "Gery",  Arnulfo Mateo, Narciso, Héctor Jiménez, Manuel Jiménez "El Mulo", Miky (Fallecido), Mircial Guerrero "El Chico", Juan López, Don Héctor "Camarero del Tamarindo" y un servidor (Juan Arias "El Chino Pacua").


Este grupo fue muy disciplinado e inquieto en las prácticas diarias. Decidimos no realizar pruebas de exámenes para calificar la capacidad individual ni optar por los distintos niveles de Cinturones. 


Todos éramos cinturones blancos, excepto José "El Quemao" -Cinturón verde y José Humberto -Cinturón Marrón-.


 En la parte final de esta escuela ya se realizaban intercambios con otras escuelas del país con muy buenos resultados para la nuestra. 


 Recuerdo que realizamos unas eliminatorias con otra escuela de Barahona, también liderada por José "El Quemao" y fue muy positiva.


Los integrantes de la escuela, en su mayoría, sabían ejecutar a la perfección 7, 8 y 9 Katas. (Conjunto de movimientos armónicos de defensas y ataques requeridos para cada nivel de colores de cinturones). 


Carecíamos de equipos, recursos y local debidamente habilitado. Pero todos estábamos llenos de entusiasmo y amor por esa disciplina a la cual nos entregamos alcanzando la mejor de las recompensas... unos ciudadanos respetuosos, ejemplares, cautelosos, disciplinados y defensores de los derechos de los demás. 


Esta disciplina la llevamos como un don especial de superioridad física entre los demás, pero nunca alardeábamos de la misma y por el contrario jurábamos no hacer uso de ella a menos que nuestra vida se vea amenazada por el peligro.



Estamos dejando una fotografía que conservamos como recuerdo atesorado de esos bellos tiempos.

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