“Pues bien: era día 4 de julio, y hacia precisamente ochenta
y cinco años que se había firmado en Filadelfia el acta de independencia
americana, acta que no fue sólo de la independencia de una porción del
Continente, sino que en realidad fue el acta de la independencia continental.
Pues bien: era día 4 de julio y era el octogésimo quinto
aniversario de aquel día de 1776 en que los americanos del norte hicieron, en nombre de todo el
Continente, el juramento de que América no había de seguir siendo esclava Europea.
Y a los ochenta y cinco años, día por día, hora por hora, minuto por minuto,
caía con el cráneo destrozado el hombre más resuelto que había tenido la
independencia de la República Dominicana.
Y no había caído destrozado por balas enemigas; balas
amigas, balas de hermanos, balas que debieron fundirse con las suyas, fueron
las que dejaron yerto a Francisco del Rosario Sánchez.
Muerto, como vivo, siempre, siguió siendo una protesta
contra la dominación del extranjero, su muerte sea vergüenza y anatema".
Obras Completas, Edición Crítica, Vol. IX, Filosofía, Tratado de moral
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