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viernes, 23 de julio de 2010

Génesis de los mulatos


Por Manuel Mora Serrano

Y entonces los mulatos hicimos el mundo a nuestra semejanza:

hicimos de azúcar parda las noches de luna llena;

llenamos de piel, de nuestra verdadera piel, los hondos ríos;

fabricamos con soles tiznados los ojos de nuestras mozas,

pusimos claveles y azucenas en sus labios y en sus bocas,

con tierra, con tierra de los cacaotales centenarios,

tierra prieta y virgen, olorosa a sueño, hicimos sus carnes;

con hebras perfumadas de raíces de pachulíes adornamos sus sexos

y de auyamas insomnes poblamos el pueblo de sus senos;

con pringues de bija y leche hicimos los ombligos de nuestras mozas.

Ah..., no quedaron robles firmes cuando construimos sus muslos

y con olivares lejanos y flamboyanes de África,

con aceite de coco y misterio de selvas,

hicimos nuestros rostros, el esplendor moreno de los rostros.

Cuando los mulatos hicimos el mundo a nuestra semejanza

mezclamos el día y la noche en un mortero de sueños,

machacamos al día y la noche, día y noche majamos

y así hicimos los cuerpos del color de Yelidá.

Con la límpida materia del día hicimos las almas

y con materias frescas de lunas llenas, los cuerpos.

Cuando los mulatos hicimos el mundo a nuestra semejanza

dijimos primero: Sea el ron y fue el ron

y vimos que el ron era bueno y bebimos.

Dijimos después: sea el ron como una culebra de fuego

y fue el ron como una culebra de fuego para el amor,

y dijimos entonces sea la noche del amor,

y fue la noche del amor como el ron, alucinante,

y fue la noche del amor de los mulatos como el ron, ardiente,

y fue la hembra mulata como una culebra de fuego

y fue el macho mulato como un caimán, ¡insaciable y sensual!

Y cuando vimos que la noche del amor de los mulatos era buena

dijimos: sea la noche del amor mulato terrible y agotadora

y fue entonces cuando los mulatos bendijimos al sexo.

Dijimos: Sea el sexo de la hembra mulata como la noche, insaciable;

sea el sexo de la hembra mulata, como la noche de bija y leche

y mane esencia de claveles y azucenas bajo la uva del ombligo.

Y así fue el sexo de la hembra mulata, substancioso.

Y dijimos: bendito sea el sexo de la hembra mulata

porque es incansable, insaciable e insondable

como la noche de bija y leche bajo la uva de su ombligo.

Y dijimos entonces: De él baje la gloria física como fiebre eterna

y fue bendito bajo las noches de bija y leche.

Cuando nosotros los mulatos hicimos el mundo a nuestra semejanza

y vimos que era bueno y deseable, dijimos:

que la carne del mulato queme la carne blanca bajo las noches,

que sea sol en las noches sobre la mañana en sábanas de la mujer blanca

y dijimos: ame el mulato la piel blanca entregada y sea su señor,

en ella se enseñoree como rey en la noche, como rey en el día

y sea así sobre la piel sin color y sobre la piel sin pigmento

y que sea ají, pimienta y sudor, calor y fuego, la piel del mulato,

y así fue ají, pimienta, sudor, calor y fuego sobre la hembra blanca.

Y dijimos: ame el blanco a la mujer mulata,

encuentre en ella un misterio interminable y sea su esclavo;

por ella robe, mate y pierda el sueño y las fuerzas.

Y dijimos, por cuanto de la hembra negra nos viene la astucia de amar

y del macho negro trajimos la fuerza y la sabiduría para amar,

sea el mulato dulce sobre la piel nocturna y exista la armonía

y las islas de los cocoteros duerman sobre el continente de los negros

por cuanto son bellos y son puros, ingenuos y exaltados.

Y así todo fue hecho, como nosotros dijimos, y quisimos

al conjuro de tambores y violines, de atabales y flautas,

porque sólo el mulato que es materia diurna y nocturna, piel de Yelidá,

puede ser señor y dirimir conflictos entre el negro-negro

y el blanco-blanco, porque nosotros, los mulatos, su fruto somos,

su engendro somos en verdad, y en verdad sea dicho:

somos la mezcla perfecta y duradera, dioses somos;

por eso hicimos nosotros, los mulatos, el mundo a nuestra semejanza.

Clodomiro Moquete

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