El Corral de los Indios
Espejo del Pasado
E. O. Garrido Puello
Como a 5 kilómetros de la ciudad de San Juan de la Maguana, hacia el Norte, existe un redondel de piedras sueltas conocido con el nombre de Corral de los Indios. Este redondel tiene alrededor de 2,270 pies de circunferencia y en medio del círculo una piedra como de dos metros de largo. Es un bloque pulimentado que parece representar una figura humana. Borrosa por la acción inclemente del tiempo se le pueden apreciar ojos y boca visibles sin mucho esfuerzo. El Corral está ubicado en la Sabana de Juan de Herrera y vecino a un importante caserío. Es un lugar precioso, con horizontes llenos de luz y poesía.
La plaza la forma una circunferencia de dos estrechos anillos concéntricos construidos de piedras y relleno el interior del mismo material. Hacia el Sur, aledaño al círculo, hay un saliente cuadrado construido del mismo material y en la misma forma. Del Oeste sale una calzada de piedra orientada hacia el río. Esta calzada está casi destruida y de ella sólo quedan vestigios. Alrededor del origen y construcción de este corral se ha fantaseado de lo lindo. Sobre el tema repito las voces de la tradición y lo que han escrito algunos autores.
Sir Schomburgh cree que el círculo es su forma original fuera una calzada. Otros sugieren la posibilidad de que representara un santuario. Pero la tradición más aceptada supone que la plaza era usada por los indios para celebrar festivales y juegos y que el cuadrado saliente a que hacemos referencia más arriba, el lugar donde la Reina Anacaona y su corte presidían las ceremonias.
La dejadez, tan dominicana, mantuvo ese monumento de nuestra prehistoria abandonado durante siglos, lo cual ocasionó su deterioro y que tan pocas noticias se tenga de su estructura original y de su uso. Los vecinos del lugar, inocentes por su ignorancia del estropicio que cometían, cargaban las piedras para hacer calzadas en sus casas, precipitando con esa actitud su destrucción.
En 1818,al instalarse un nuevo Ayuntamiento del cual formaba parte Manuel E. Paulino, Carlos Marranzini y el que escribe estas líneas, su primera providencia fue interesarse en la conservación de El Corral de los Indios y disponer medidas acertadas con ese fin. Para el efecto hizo destruir las cercas que lo ocupaban y recoger las piedras que la incuria diseminaba por los alrededores. Mas luego el Gobierno militar Yankee, con fondos municipales, contrariando el proyecto del Ayuntamiento, se hizo cargo de los trabajos. El encargado colocó la piedra central parada contra la tradición que decía que la bella e infortunada Reina Anacaona presidía los juegos sentada en ella, recogió piedras sueltas, hizo una enramada rústica y levantó dos columnas como indicación de entrada al campo. La aspiración de los sanjuaneros muy justa y noble, se orientaba a que el sitio fuera embellecido y preparado para servir de atracción turística y de expansión espiritual para los visitantes. También que se fundara en el mismo lugar un pequeño museo de asuntos indígenas como complemento al ambiente prehistórico. Los yankees defraudaron esa aspiración.
Todas las obras que disponían hacer los Ayuntamientos, intervenidos como estaban por el Gobierno Militar, los fondos pasaban a Obras Públicas para ser dirigidas dichas obras por esa oficina. Esa es la razón de la paparruchada que se hizo en El Corral de los Indios.
El territorio nacional está virgen todavía en lo relativo a estudios indigenistas. Las exploraciones que se han hecho detrás de asuntos indígenas son muy pobres y de poca importancia. Hay muchas cuevas y cementerios dispersos que esperan investigaciones.
A principios de siglo el Sr. Rodolfo Cambiaso estuvo en San Juan de la Maguana en busca de asuntos indígenas para su museo particular. Usando sus relaciones con el Sr. Antonio Marranzini, comerciante de la localidad, consiguió bastane material.
Durante la Ocupación Yankee, me parece que por los años 1918 al 192, actuando a nombre de un Museo de los Estados Unidos, estuvo en San Juan de la Maguana un señor cuyo nombre no he podido retener en la memoria, en busca de asuntos indígenas. De San Juan visitó las regiones de Bánica Las Mas de Farfán y El Cercado, regresando con gran cantidad de piezas, entre las cuales recuerdo varias piedras de mas de un mero de largo con figuras grabadas. Ese material fue trasladado a Azua en varias carretas de bueyes y embarcado. Ignoro el destino., pero supongo que ese destino serían los Estados Unidos.
En la Universidad o en el Museo Nacional debería haber un Departamento para el estudio de nuestra prehistoria y del arte indígena. Si ese Departamento existe, sus labores son tan silenciosas o tímidas que no se sienten las manifestaciones de su existencia.
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