Sea mi primer saludo a la familia Cabral, progenies y herederos Legítimos del Héroe de Santomé, y en quienes deposito el saludo protocolar y con respeto a todos los presentes.
General Cabral: que título podemos agregar a tu límpida hoja de servicios militares, si ya la gloria puso en tus sienes las palmas y los laureles, y a tu cabeza ungió con el aceite sagrado, el sereno dictamen de la historia.
Santomé, La Canela, Azua, Cachimán, La Estrelleta, Las Carreras, La Restauración y Los Seis Años. Combatiente en todas, y héroe indiscutible de Santomé.
El arresto a Santana en su propio fundo se suma a tus inimitables hazañas que dan relieve a tu valor personal.
Traemos hasta a ti en agradecido Homenaje y que hoy propicia la taumaturgia que los dioses tutelares crean; pámpanos y florecillas silvestres de todos los caminos que recorriste en los jadeantes y sudorosos afanes de tu responsable misión militar, y en los ecos perennes de tu voz sonora, nos parece oír órdenes de abrir fuego a los fusilles y acercar la chispa que prendiera sin tembladera de pulso el estampido del cañón.
¿Por qué el verdor hoy de tus arrozales? ¿Por qué corren tranquilas y límpidas las aguas del San Juan? Porque limpiaste la sabana de intrusos invasores, y entre el humo y el silbido de las balas el olor a sangre y los mandobles del machete libertario, pusiste a Santomé donde solo los cóndores se posan, en las alturas de las cumbres enhiestas.
Todos los generales pelearon detrás de las tropas, tú no fuiste así, y lo demuestras cuando en arriesgado combate perseguiste al general haitiano y apeándote de tu caballo, lo desafiaste entablándose combate cuerpo a cuerpo, y a sable lo decapitaste, caso nunca visto en todo el guerrear de la epopeya americana.
General Cabral: ahora quieren desconocernos, pero jamás podrán, que se lo recuerden el padre Las Casas, Pané, o Fernández de Oviedo.
Hay un grupo de malos dominicanos, ambiciosos de siempre, que vendidos como antes denunciara Duarte, quieren fusionar lo que ayer se conquistó a sangre y fuego. Todos los caminos de la patria, todos, fueron testigos del acoso del mañé, de los esfuerzos de este país en su afán de libertad. La sangre vertida y nuestros innumerables muertos, héroes del ayer y que reverenciamos hoy ante tu honroso reposo.
Para esos enemigos de hoy caiga el inapelable anatema de la historia y desprecio de toda la dominicanidad.
Santomé, 154 años te admiran, 22 de diciembre de 1855, fecha memorable en los anales nacionales. Qué sería del altar de la patria y de este sagrado recinto si esos designios se cumplieren, en qué asta ondearía nuestra enseña tricolor? Borraríamos del poeta Mir: hay un país en el Mundo o de Deligne el más arriba mucho más.
General Cabral: todos los héroes inmortales cuyos cuerpos aquí reposan, fueron señores de la guerra y desde el infinito, sus espíritus te ofrecen el apoyo, por si hay que encender de nuevo la pira de las conflagraciones y que brillen de nuevo los sables, que el sol incendie el color de los cárieles, que marchen los batallones que las charreteras huelan a pólvora que no repose el fragor ni vuelvan los espadines a sus viejas panoplias si hay que salvar de nuevo a la República.
En estas heroicas jornadas hubo también hombres de mar, recordemos a Cambiaso, a Maggiolo, a Acosta y otros más; que con su destreza marinera pusieron en fuga la flotilla haitiana, y todo Tortuguero abarcó su victoria, y un himno de triunfo fue cantado por rosadas caracolas marinas, saludando los bajeles de raudas quillas, cuando aquel día, orondos velámenes, jarcias y botavaras y apretados trinquetes, pasearon en la bahía las límpidas banderolas de la gloria.
General Cabral: quiero elevar mi voz de protesta tan estridente como mis ansias pero, donde estamos, y el respeto a la solemnidad de este sagrado recinto me lo impiden.
Hay atisbos de fusión, óigase bien, de fusión.
Nuestro país que ha trabajado y progresado a su propio esfuerzo quieren ahora, auspiciado por potencias extranjeras, unirlo como una sola nación.
Porqué debemos pagar nosotros las culpas ajenas.
Trasladar aquel desastre para este país, no lo podemos permitir, y si los constructores de la ignominiosa idea quieren destruirnos, pueden venir con sus poderosos ejércitos, lo enfrentaremos, ya lo hemos hecho, y si es a base de nuestro exterminio sería bajo la consigna sempiterna de Dios, Patria y Libertad.
En el frente de este Panteón de la Patria falta un batallón mixto de nuestras Fuerzas Armadas con su guardia de banderas y a la señal de su espadín el oficial al mando diga con clara y potente voz: presenten armas y al eco de un cañón lejano digamos todos tocad en honor de Cabral el Himno Nacional.
General Cabral: traemos desde las reminiscencias de Santomé para depositarlas ante tu tumba sagrada, las hermosas guirnaldas de blancas minervas y martes de Rubén, un titilar de llamas votivas un desfile ante tus gloriosos estandartes al reclamo viril de los tambores.
Atentamente, Raúl García Bidó
1 comentario:
k pluma c gasta mi pueblo. buen trabajo de don raul. una verdadera esprecion del general cabral. bueno feliz ano y suerte
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