Por: José Enrique Méndez Díaz
El Baletoño fue parte del colorido del alma e historia del pueblo de San Juan.
El destino marcó su cuerpo con la impronta de la carne.
Su base estaba en el Matadero Municipal de San Juan, o prestando servicios en las carnicerías del mercado público, cargando por pagas carne sobre sus hombros desde el camión del Ayuntamiento Municipal hasta los tablajeros.
Su aspecto de hombre ordinario, con vestimenta ensangrentada, expeliendo olores descompuestos, lo convirtieron en un personaje extraño.
Caminaba cada tarde las calles del pueblo balanceando su cuerpo, cargando en sus espaldas cantinas atiborradas de piltrafas para ser ofertadas como comida de primera para los perros.
El Crujido de las latas cargadas por el Baletoño en su arítmico caminar, su grosera expresión al hablar le convirtieron en un “Cuco”, al cual temían los niños asustados por su figura horrible.
-El Bale fue usado para amedrentar, para buscar los niños que no comían bien o desobedecían a sus padres.
Con el Baletoño era posible obtener encargos de carnes de poco valor, cabezas de vacas, como las utilizadas para la preparación del denominado sancocho de carnes negras.
IDENTIDAD SANJUANERA
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