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domingo, 29 de mayo de 2011
Critica defensa a la Era de Trujillo
Luis Fco. Oviedo Moquete
Nunca se escribirá lo suficiente sobre lo que significó para el país la ERA DE TRUJILLO. La generación que me tocó pudo vivir casi los tres lustros últimos de dicha era, y aunque con poca edad (en 1961 contaba con 14 años), puedo perfectamente recordar algunos episodios que por la magia de esos años de adolescencia y por lo impactante que fueron, se han quedado grabado, y quiero recrear especialmente uno, para contribuir a que las generaciones que no la vieron tengan otros motivos para rechazar el regreso del pasado.
No podemos permitir que se siga diciendo que por “dos cosas buenas” que se hicieron en esa época el mismo fue saludable. Es una monstruosidad que se acepte como normal estas expresiones de defensa a ese periodo. No podemos permitir, repito, que el tiempo y la falta de memoria sean usados como armas para tergiversar y olvidar hechos tan importantes para nosotros.
Me preocupa la cantidad de informaciones que proliferan sin ningún control, muchas distorsionadas e interesadas sobre estos años . No hay una institución como sucede con todo, que seriamente se ocupe de analizar objetivamente las evidencias que a diario salen a la luz pública y es muy lamentable que capítulos vitales de nuestra historia se manejen de forma interesada acomodada a sectores.
La represión de aquellos tiempos llegó tan lejos que hasta en un pueblecito lejano e intrascendente como El Cercado mi lar nativo, se manifestó en forma cruda. Vienen a mi mente episodios que no se han borrado y que contribuyeron enormemente a formar mi pensamiento.
Recuerdo por ejemplo la valentía de cuatro Sacerdotes que en los años 60 y 61 convivían con nosotros. Estos 4 hombres, Angel, Félix, Joaquín y Sebastián que vinieron desde la exótica Zaragoza, mantuvieron una actitud de denuncia permanente en contra de las atrocidades del régimen y en cada homilía de los domingos, estaban presentes sus criticas a la opresión y a los crímenes por los que pasábamos.
Era tan férrea la opresión que después de recibir todas bellaquerías y vejaciones, se ganaron la expulsión del país con la acusación de comunistas. Recuerdo como clérigo que era en ese entonces las amenazas veladas a veces, públicas otras, que hicieron temer a mi familia por mi futuro y la de otros compañeros debido a la vinculación lógica que teníamos con esos personajes.
Un episodio quedó grabado en mi mente, cuando ya expulsados los sacerdotes españoles, y con el estado de terror que se vivía luego de la famosa Pastoral, cuando en una misa dominical y estando en la misma la plana mayor de la tiranía, el sacerdote sustituto de los cuatro bajó del altar y se acercó a donde estaban sentadas esas personas y señalándolos con el dedo los llamó esbirros, cobardes, asesinos, calieses, etc. Y los retó a que tambien lo deportara (Este sacerdote sustituto era un gringo y cuyo nombre no se ha borrado de mi memoria: Tomas Forrest). Esto de verdad impactó y naturalmente causó un revuelo tremendo en sus hogares temiendo lo peor. Por suerte los días siguientes aunque fueron de miedo y terror, no fueron muchos, pues pronto llegó el 30 de mayo.
De episodios así están llenas las páginas de nuestra historia. Atrás el pasado negro de la Era de Trujillo y las de sus seguidores de hoy.
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