Buscar este blog

lunes, 23 de mayo de 2011

La pluma volcánica de Fania Herrera


Por William Mejía


Conocí a Fania Herrera, como escritora, en 1985, en el Primer Concurso Literario Regional, organizado por la Sociedad Cultural Athene, de Azua, gracias a que ella obtuvo el primer premio de cuento, por su obra "1958: llorando a Elena". Yo estaba presente cuando el jurado alababa ese texto, y ello me llevó a leerlo antes de que se hiciera la premiación, asunto que se hizo, si mal no recuerdo, el 15 de agosto del mismo año, fecha en que la institución organizadora hace siempre su cambio de mandos y, también, la entrega de galardones
Puedo decir que me impresionó el cuento "Llorando a Elena", por la combinación de elementos populares y de poesía que allí se hallaba. Y, de inmediato, dudé de que ese estilo vigoroso que exhibía la autora sanjuanera fuese algo establecido ya; más bien, lo vi, como casi siempre se ve en el joven autor, como un "asertón" de Fania Herrera. Pegó y ya. ¡Ahí tienes tu premio, muchacha!
Ahora, cuando me entregaron su libro de cuentos para fines de hacerle estas palabras ¬-si me gustaba el material, como es de suponerse-, me volvió la duda de aquella vez: ¿Sería un acierto aislado lo de aquel cuento de 1985? En fin, de inmediato, comencé mi lectura, y puedo decir que quedé, por un lado, con un fuerte impacto; y, por el otro, definitivamente indignado con esta autora; por tener engavetado su trabajo narrativo, nada más y nada menos que por más de veinte años, sin contar, naturalmente, algunas unidades que son de factura reciente.
Hoy puedo decir que los diez textos contenidos en el libro "Cuentos de luna llena bajo un perforado cielo", salen de la pluma de una persona que sabe narrar, que sabe lo que es un cuento en el sentido literario de la palabra. De una autora que conoce las técnicas de narrar, y que, uno tras otro, sus trabajos empiezan con gran intensidad y esta condición, propia del cuento, no se pierde en ningún momento.
Y podemos decir que el estilo de Fanny Herrera ya estaba establecido desde "Llorando a Elena", pues, en vez de desmejorar su tendencia estilística, la ha fortalecido.
La unidad temática: tierra-cielo y vida se mantiene en el libro, desde el texto hiperbreve "yo, irremediablemente lunática", del comienzo; hasta el más intimista de "Gracias por venir, Ana", del final. Es decir, son cuentos estelares y terrícolas: el mundo que probablemente vive en su autora, pues se siente, de manera espectacular, la presencia de lo memorioso.
Narra con destreza, cuando lees, por ejemplo "Tango interior", descubres a una narradora fina, a lo Isabel Allende o Margarita Yourcenar, con un bagaje importante de lectura y un dominio absoluto de lo cotidiano.
Los elementos del realismo mágico, aunque no tan puro ya, están ahí, asuntos de los que ella es conocedora, y, de alguna manera, tal vez participante. "En las calles, cuando el tronar de los atabales llenaba las casas, estremecía el piso, los muebles y el alma". Página 28.
En "Estado del tiempo", un hermoso cuento también, hay el rescate de personajes especiales, como la de "El Licenciado Vidriera", de Cervantes.
Incluso te cuenta cosas sin decírtelas, y tú las entiendes, como ocurre en "Historia vulgar".
Pienso que en humor se la come Herrera, y esto es un valor importante con lo tan seria que es la literatura dominicana. En el texto "Por si acaso", página 9, leemos: "Era normal pagar cierta cuota de ridiculez a la vida, siempre y cuando otros no lo supieran." En "Llorando a Elena" ridiculiza al personaje elevando su condición, y éste dice al final (página 29): "Hago mi altar en la letrina, porque la vida es una mierda".
Una parte de ese humor es negro. En "Don de gentes", página 31, leemos: "Con la poca voz que le queda pide a su casi asesino que le ahorre sufrimientos. Está de suerte. Le dispara de nuevo, ahora, en la frente. Con los ojos más abiertos que nunca, ya no ve."
En el cuento "Gracias por venir, Ana", página 42, que es el de la niña-madre, hay casi un exceso de ternura por parte de la autora.
Hay poesía en los textos de Herrera: "el sol penetra sin timidez", página 14, del cuento "Las Manos", que tiene un final sorpresa de maestro, evocador de los finales de Díaz Grullón. "Pero la noche es espléndida y la alegría de los demás tenía, aunque no sea lindo decirlo, el violento contagio de las epidemias". Página 18, de "Historia vulgar". "Lloviznada, como ángel bañada de rocío". Página 28, de "Llorando a Elena".
En sus textos hace una simbiosis de imágines literarias preciosas, de fina poeta, con los dichos populares más atrevidos. Es una autora que se atreve a decir cosas. No le tiene miedo a la reacción de los lectores, y eso augura buenos tiempos para su literatura.
Quiero decir finalmente que quien no lea a Fanny Herrera, no podrá decir que ha leído el total de los buenos cuentistas dominicanos... Es una pluma volcánica, que después que hace erupción, no hay manera de detener la lava que se precipita, hasta que el volcán termina su acción. Es una narradora enérgica, sin espacios ni vacilaciones... Los de Fania Herrera son cuentos buenos, porque son raros al medio, y por eso también, yo los certifico.

No hay comentarios: