Por: Leopoldo
Figuereo Agramonte
Nunca se
consideró un Dios
tampoco un
ser supremo
Fue un
personaje sencillo
que sanaba a
los enfermos
con un palo
de Piñón
Recorría
montes y praderas
En búsqueda
de deleite
de la madre
naturaleza
con su lema
contagioso
“Entre el
bien y salga el mal”
Fue
conquistando adeptos
en los campos
de San Juan
Su poder de
sanación
se expandió
por la cordillera
y formó un ejército.
armado de
palos y piedras
Con su estilo
peculiar,
“Entraba el
bien”
Y “salía
el mal”
Como agua
bendita.
Se estableció en el Palmar
rodeado de gente buena.
Y los invasores de la época
decían que estaba loco
que era el mismo demonio
que protegía gavilleros
para liberar el pueblo.
Le decían el Maestro
otros Papá Liborio
el que curaba con tirindanga
brebaje de la madre tierra
Los inteligentes del pueblo
lo acusaron de delincuente
porque le devolvía a los campesinos
el robo de los decentes.
Siempre llevaba en su rostro
un mensaje de ternura
y nunca ofendió a nadie
y se opuso a la injusticia.
Lo acusaron de hechicero
de ignorantes a sus seguidores
de propagar el amor libre
considerándose un Dios.
Los años siguen pasando
el curandero sigue vigente
en el corazón del pueblo
Liborio sigue siendo el maestro..
Le decían el alucinado
el demente violador
promotor del amor libre
entre comarca y buche de ron
El predijo el Terremoto
del 1912, cuando el pueblo
frente a la iglesia, pedía
misericordia
Y en la guerra de los legalistas
con machete en mano
derrotó a los Victorias
que querían imponer
senadores y diputados
y regresó a la Maguana
a ritmo de comarca
con machete al cinto
venia en su caballo
ágil como el lagarto
Cimarrón como la guinea
el maestro va cantando con amor y
esperanzas
Canta canta
canta a la madre tierra.
Revista
Racimos de Uva Mazo y abril/ Enero 2011
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