En Ser de
emociones, metapoema, se nos define José Enrique, al decir: “Cazador soy de
sensaciones/ del esplendor del deseo/ desde pupilas hieráticas/ desde siluetas
de matices enconados/ desde la emboscada de un Ángel de papel/ desde emisiones
sutiles/ hasta los jeroglifos del viento”. Ser de emociones, metapoema, nos
habla de las “huellas de senderos anónimos/ del zohar”, y termina sublimándonos
en la última estrofa, cuando dice: “Percepción de simples realidades/ en su
acaecer de cosas todas/ presentes sucesivas/ decursando siempre hacia refugios
de desolaciones”.
Es decir, que la metapoesía en José Enrique tiene la
magia de introducirnos de soslayo en la historia del mundo, a partir de
ejemplos sencillos, como “percepción de simples realidades” que son como el
meollo que sirven de conducto, en su decir original y sin valerse de la
retórica clásica, la cual conoce sobremanera, por donde las “cosas todas” que
acaecen, “presentes sucesivas”, pues la realidad nunca cesa, como el tiempo es
sucesivo, y entonces va “decursando siempre hacia refugios de desolaciones”,
porque la humanidad parece retroceder cuando ha alcanzado cierto grado de
civilización, y es por eso que el poeta vuelve al pasado, detrás de esas
“simples realidades” que percibe que aun hoy son “presentes sucesivos”, que,
por tanto, son significativas, como parte de nuestra identidad nacional que no
puede estar, en modo alguno, por cierto, desconectada del sentir de la bolita
del mundo.
Abraham Méndez Vargas
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