“Poesía
de síntesis expresiva. Poesía de síntesis conceptual, en términos
filosóficos y teológicos. Poesía de síntesis en la morfología del verso…
Armonía cósmica, aliento de divinidad, suave toque del amor sagrado en
la epidermis tibia de la cotidianidad es lo que Tulio Cordero desata con
mesura y equilibrio en la filigrana de sus versos…”. (José Mármol).
“Tulio Cordero posee la voz lírica y mís
tica más pura y elevada, no solo del Interiorismo, sino de las letras dominicanas y americanas”. (Bruno Rosario Candelier).
Tulio Cordero “es un pensador que penetra en su propio ser y en el ser
de las cosas… Sus poemas son obras de arte pictóricas, llenos de
colorido y frescura, pinceladas suaves y precisas… Sus palabras se van
haciendo cada vez más íntimas, más profundas, más desnudas”. (Carmen
Pérez Valerio).
“Tulio Cordero plantea sus inquietudes
ontológicas en versos de una aparente sencillez. Son versos y poemas
casi siempre cortos, sin estridencias ni pontificaciones, sin intención
de deslumbrar, con un saber que, sin embargo, se manifiesta en cada
página”. (José Alcántara Almánzar).
A continuación cuatro poemas de Tulio Cordero
TE ESCRIBO
Unas letras temblorosas,
solo para decirte
que no he dormido estas noches.
Y no es de pensar en ti,
sino de tenerte dentro.
(Es lo que no se lleva dentro
lo que se piensa).
Y estas estaciones divagan
sin poder robárteme.
Es que te llevo dentro
como el pueblo su dolor y su esperanza.
Yo soy pueblo y tú…
¡Ay,
paloma mía,
no duermo!
NO TEMAS
Dime, ¿qué buscabas en mis ojos
cuando así me mirabas?
Perdona hoy esta sequedad.
¿Acaso no es el río el mismo
aunque traiga menos agua su cauce?
Entonces,
¿qué buscabas en mis ojos
cuando así me mirabas?
No temas.
Yo te quiero igual.
CONJURO INÚTIL
Has venido a habitar estos resquicios
y no hay quien te ponga en la calle
con tu ajuar extraño y fascinante.
No me dejas respiro.
Las voces que oigo por las calles
poseen la frecuencia exacta de la tuya.
No me dejas respiro.
Me sacudo las cenizas
que esparces por mi cuerpo
y al momento me veo corriendo tras de ti
desesperado, pidiéndote perdón.
No me dejas respiro.
Y ahora todo es crecer y crecer
hacia la nada.
Correr para gritarles lo que eres.
Y de tanto decir adiós
estoy que no me abarco.
Y tengo justo ahora
la edad del inventario:
la edad de quemar, arrancar
y volver a sembrar.
La edad precisa
de dejarse convencer
por el rayo y el pétalo,
por la herida tuya y la ajena.
Ahora todo es crecer y crecer
hacia la nada.
¡Si al menos me hubieras dicho
que era tan serio amarte!
CARNET DE IDENTIDAD
Digo que no estoy solo. Nadie lo está.
Estoy hecho también de los hierros manoseados
de mis calles bullosas. De las retinas
cansadas de estos niños acosados
por la ausencia inexplicable. Soy de estos
muchachos y muchachas que no comprendo.
De estas madres que paren con un dolor
multiplicado. De estos hombres lúcidos,
borrachones, adúlteros, creyentes, apáticos.
De estos viejos analfabetos y de estas
señoras santeras lenguaraces…
Con todos me vuelvo triste y desdichado
y miro la esperanza leyendo los horóscopos
y jugando la loto. Y soy el opresor y
el corrupto. O soy el altanero mentiroso. Y soy quien
manipula a Dios con una piedra
a guisa de corazón. (Los fantasmas
me son también consustanciales).
Soy yo mismo con o sin mis ancestros.
(Oh, la brasa que dormita
Bajo cenizas tibias). Ese que tiene
mil dueños, mirado con lástima por
carecer de amores. Un tanto maniquí,
payaso a veces. Y, además, esa foto
que nunca he sido: el loco de una pieza,
matiz indescifrable. Quien se ha aprendido
todas las canciones,
guardándose la suya en ocasiones.
En fin, soy la posibilidad en el volcán,
en el pájaro mudo, en la ubre pródiga,
en la sequía, en la mano avara y maléfica,
en el manto albo y sin costura… Y
en esa Sangre que redime.
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