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El autor
es poeta, escritor e investigador de la historia sanjuanera
El Caonabó que debemos en la memoria conservar
Haciendo acto de depuración de sus sentimientos, Apito descendió bajo tierra, penetró a través de la cúspide de la montaña, que acostumbraba echar lenguas de fuego por la boca. Consultaba los misterios que yacen en el ramaje oculto de los huesos, en la penúltima frase del ritual desnudo de los cerros y los sueños, escuchó como alerta, la enormidad de un grito sórdido, un alarido primitivo consagrado al poder lítico
El Caonabó que debemos en la memoria conservar
Haciendo acto de depuración de sus sentimientos, Apito descendió bajo tierra, penetró a través de la cúspide de la montaña, que acostumbraba echar lenguas de fuego por la boca. Consultaba los misterios que yacen en el ramaje oculto de los huesos, en la penúltima frase del ritual desnudo de los cerros y los sueños, escuchó como alerta, la enormidad de un grito sórdido, un alarido primitivo consagrado al poder lítico
El Seboruco fue
el parto originario de ese grito que ordenaba la guerra
El alarido quedó grabado en la memoria primordial límpida
El alarido quedó grabado en la memoria primordial límpida
lascada en Sílex
La boca eterna de los dioses dijeron que para seguir viviendo
La boca eterna de los dioses dijeron que para seguir viviendo
tenían que
esconderse en la zona marrón cruda del tiempo
ocultos,
camuflados de cima, de caverna
Aún no existía la distancia lúdica, el recuerdo, ni el pensamiento
Aún no existía la distancia lúdica, el recuerdo, ni el pensamiento
la memoria no
regresaba cargada
venían de la
paciencia de ver la vida como un todo indivisible
lo demuestran
las huellas encontradas en el polen fósil
de sensaciones
que construyeron posterior a sus sentimientos
En las escarpadas cimas quedaron, casi invisibles
En las escarpadas cimas quedaron, casi invisibles
las crónicas de
cimarrón ocultas en la memoria del Guayacán
en Seboruco
Las lenguas de fuego incitaron la niebla, asustaron la madrugada ocultaron el poderoso Guey
Las lenguas de fuego incitaron la niebla, asustaron la madrugada ocultaron el poderoso Guey
el humo
mensajero galopó como estandarte
llevando un
alerta al Atabey , transportando un Osama
la ordenanza de
organizar a los Carib
la de participar
con urgencias de un cambio
uniendo sus conocimientos deberían asistir a enfrentar
el mal de
mentiras que desde la sombra visitaban
estas tierras
Entonces obscureció el Turei
Entonces obscureció el Turei
el valle Niti se
estremeció por las señales emitidas
de los dioses
ígneos
fue entonces cuando desde el centro de la isla
fue entonces cuando desde el centro de la isla
Cahonaboa,
Caonabó, el Cacique de razonamiento sabio y el honor
desató la visión, despertó su Ri y con
atrevimiento desbordante
se rebeló, cubrió su desnudez natural con tintes rojo de
la bija
y el mangle, del
negro de la jagua, atravesó la yucabia, la maraña
el bejucal, la
tierra de piedras y montañas, los samanes y yabacoa
puso en pie de
guerra a los suyos y marchó hacia el noroeste
en dirección de
los venidos de tierra extraña
borrando así la
última humillación
de la primera
avanzada europea en tierras de América
Caonabó
desentrañó el tiempo, hizo temblar la creación
había dejado degollada, ultrajada de muerte
había dejado degollada, ultrajada de muerte
la conquista en el texto
como ángel triunfador recogió sus retoños
como ángel triunfador recogió sus retoños
cargó en su odre
caminos de luz entre siluetas repartidas
Regresó juntando la victoria en una sola voz
Regresó juntando la victoria en una sola voz
la victoria de
su pueblo contra el conjuro de los salvajes vestidos
herida de hoz estaba su manto de piel
herida de hoz estaba su manto de piel
en sus pellejos
llevaba aceite del ungido
A cada lado de la vida del río
A cada lado de la vida del río
curando estaba
la imagen reducida
renovando su
concha primitiva de cristal de vidrio pulido
desde entonces no fue más principio el tiempo
desde entonces no fue más principio el tiempo
fueron memorias
del mañana
hojas de un ángel que resistió ser vencido
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