Buscar este blog

domingo, 27 de septiembre de 2009

La bofetada




E. O. GARRIDO PUELLO | NARRACIONES Y TRADICIONES


La Ocupación Yankee protagonizó en el país muchos episodios de distintos coloridos: trágicos, cómicos… También fue fuente de corrupción administrativa y de dislocación de nuestras buenas y heredadas costumbres.

Las fiestas con que se celebran los 27 de Febrero y 16 de Agosto, dos fechas de gran significación en los fastos de nuestra historia, tienen honda raigambre en el alma del pueblo. Son fiestas de intenso regocijo popular, algo así como expresión tangible de dominicanidad y de reafirmación de su candente espíritu de justicia y libertad.

Durante la ocupación los soldados yankees deambulaban en todas direcciones borrachos y procaces, dando lugar a muchos incidentes con los civiles, celosos del prestigio y respeto de sus familias, así como de sus atributos de hombres libres, no obstante el momentáneo eclipse porque atravesaba nuestra soberanía.

Con motivo de un 27 de Febrero se celebraba concierto en el parque de Azua, repleto de público deseoso de rendir pleitesía a nuestro himno y así demostrar desprecio al intruso invasor. Una fiesta patriótica era una expresión ardiente de dominicanidad.

Un soldado yankee se confunde entre el público y se muestra inconveniente y procaz con una de las señoritas que forman animado grupo. Como caída del cielo suena una sonora bofetada y el yankee rueda sin sentido, haciendo cabriolas, por el duro pavimento. Las estrellas parece que ríen.

La Policía Militar funciona a toda marcha. El yankee, todavía bajo los efectos mareantes del alcohol y del golpe, no sabe a quién acusar; creyó ver el fantasma de José Pulica. Hay investigaciones. Se hace comparecer a la Oficina Militar a caballeros y damas que parecían envueltos en el drama. Nadie sabe nada; nadie vio nada. Varias personas certifican que José Pulica estaba en la puerta de su casa en el momento del suceso. El pueblo orgulloso y altivo, guarda el secreto de lo acaecido, confundiendo con su actitud viril a la policía militar, que suspicaz, desorientada y recelosa, resuelve olvidar la ocurrencia. José Pulica, con su famosa bofetada pasó a la categoría de héroe popular.


Yo soy Polito

No hay comentarios: