Por: José Enrique Méndez Díaz
Este personaje sanjuanero, de piel morena, alto, de bigotes como araña, voz ronca y permanente ojos colorados, fue uno de tantos buscadores de pasajeros de las llamadas líneas de carros que viajaban para la ciudad Capital.
Sus Improvisados bailes junto a Julia (Pitón Julepe), oriunda de Yabonico, dando movimientos, sensuales de caderas, a manera de “piquetes”, mientras imitaba con su boca sonido de percusión llamaron durante años la atención del publico sanjuanero que se deleitaba con el ritmo frenético y alegre, del vaivén de sus caderas
La riqueza de movimientos, el estilo avasallador de aquel “guayaberudo” de las comparsas, con su muñeco al hombro, bailando entre la multitud,, logró transmitir alegría y diversión al pueblo de San Juan de la Maguana.
En cada carnaval, caminó en enormes zancos a una altura exagerada, durante veinte años consecutivos, acción que le coronó como folklorista, pasando a ser considerado como “la figura más atractiva de San Juan y parte del sur”.
Turpiales jugó un rol muy importante en la representación de personajes y la animación carnavalesca de San Juan.
Se la ingeniaba abriéndose paso, pidiendo propinas o tragos de ron. “Quizás su costumbre fue parte de los isleños de las posesiones británicas o Francesas del Caribe como el Cha- Cha- Cha, baile de origen caribeño cuyo nombre proviene del característico sonido de la percusión, o quizás copiado del fragmento instrumental que solía haber dentro del cha-cha-chá y el danzón, al que los músicos llamaban "mambo, o quizás de los Guloyas o a lo mejor era algo proveniente de Haití como el Gagá.
Siempre recordaremos a “Turpiales”, danzando disfrazado, cantando:
“El mejor Restaurant –el de los chinos
-El mejor Restaurant –el de los chinos
-Roba la gallina, palo con ella,
Roba la gallina, palo con ella.
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