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martes, 11 de enero de 2011

Manuela Rodríguez Aybar primera escritora de San Juan de la Maguana




En la historia de la poesía popular dominicana la literatura de San Juan de la Maguana, provincia del sur dominicano, tiene un capítulo reservado con un nombre de mujer (Manuela Rodríguez Aybar [La Deana] (San Juan de la Maguana, 1790. Santo Domingo, 1855).

Poeta popular y militante política. Nació en San Juan de la Maguana, pero vivió la mayor para de su vida en la capital dominicana. Durante el período de la invasión haitiana profesó ideas liberales y ganó fama de versificadora popular. Imprimía sus versos en hojas sueltas en una pequeña imprenta de su propiedad y luego los vendía entre sus admiradores. Fue colaboradora incondicional del programa político del General Pedro Santana y, en consecuencia, adversaria de Manuel Jiménez González, segundo presidente constitucional de la República Dominicana (1848-1849). Se dio a conocer con el seudónimo de La Deana, el cual le fue adjudicado por ser sobrina del doctor José Gabriel Aybar, Dean de la Catedral de Santo Domingo. Su producción poética, abundante debido al carácter propagandístico y circunstancial de la misma, nunca fue recogida en libro. Solamente publicó una autobiografía titulada Historia de una mujer.


La pieza autobiográfica de la deana, muy atrevida para su época, es un ensayo seminal acerca de. la condición de las mujeres en la República Dominicana. Cuidadosa de mante­ner sus comentarios dentro de las convenciones de la socie­dad de la época para el comportamiento de las mujeres, la deana, sin embargo, retrata una vida bastante libre de las exigencias que la cultura hispana en general impone a las mujeres, y en particular, la que regía en la República Domi­nicana de su época.

A doña Manuela se le conoce como la deana porque, ahi­jada solterona que vivía con el Dean José Gabriel de Aybar, su participación en la vida política y en los asuntos de la comunidad distaba mucho de la norma de vida para una mujer de su edad y estado. Después de todo, como soltero­na, se hubiera esperado que la deana tuviera un papel más de apoyo de las actividades de la parroquia (vestir santos, tal vez). En cambio, doña Manuela se desenvuelve como con­tratante de albañiles que reconstruyen los monumentos his­tóricos del país.

Su poesía es fundamentalmente de carácter político y se corresponde con sus acciones, matizadas por su participación activa en la vida política, en una época como en la que vivió, en la cual la discriminación de la mujer era uno de los signos sociales más dolorosos. Ella describe, en su obra citada, la tragedia de la mujer marginada durante esa primera mitad del siglo XIX : "...Y en eso de duración, milagro fue que me enseñaran a escribir porque en aquellos tiempos había una ley que mandaba que a las niñas no les enseñaran a escribir para que no le escribieran papelitos a los mozos".

Justo es destacar que, independientemente del fanatismo político exhibido por Manuela Rodríguez Aybar - por lo que fue objeto de persecución en más de una ocasión- ella constituye un ejemplo admirable como mujer que luchó abierta y decididamente en defensa de sus ideas de lo que creyó correcto a riesgo de ser encarcelada o de perder la vida. Su recio carácter y su fuerza de convicción quedaron expresados en el siguiente juramento:

"Si el señor Jiménez hubiera logrado pescarme, yo allá en mi calabozo, aunque hubiese sido con un carbón, hubiera escrito en la pared este otro verso:


Presa en la cárcel estoy,
no tengo pena por eso,
Pues no soy el primer preso
ni dejo de ser quien soy;
si allá a la Habana me voy
tengo parientes honrados,
en Puerto Rico, abogados,
aún alguito que llevar,
pues no he sido tan Aybar
que nunca jugué a los dados".


Y es que Manuela Rodríguez Aybar era contraria al presidente Manuel Jiménez y ferviente seguidora de Pedro Santana. A juicio de Rodríguez Demorizi: "Fue tal su participación en las disidencias políticas ocurridas entre Santana y Jiménez en 1849, que, cuando el último publicó a son de bando su proclama contra Santana, los partidarios del Gobierno gritaban por las calles de Santo Domingo "¡Viva Jiménez, muera el traidor y doña Manuela la Deana(" (Loc.cit).
Siendo, como era, una vehemente admiradora de Santana, no perdía oportunidad para cantarle al caudillo con sus versos, que "eran ruidosamente celebrados por el pueblo, y hasta llevados a la imprenta por amigos de Santana" (Ibid, pág. 70). Cuando éste se decidió a enfrentar a los haitianos, Rodríguez Aybar escribió los versos siguientes:



Caudillo ilustre
corre veloz,
salva la patria
del yugo atroz.

Corre Santana,
corre a la lid,
que la victoria
es para ti.

Si las familias
van descarriadas,
por ti suspiran
atribuladas.

Mueren los niños,
del sol ahogados,
las madres gritan
Ay, desdichados.
Todo el ejército
se ha dispersado
y el enemigo,
ya marcha osado.
Nuevo Camilo,
ciñe la espada,
que la contienda
quede acabada.
Cita a Soulouque

cita a su armada,
que ya te siguen
treinta brigadas.
Cítalo pues,
a dar campaña,
que la victoria
hijo te llama.

Historia de una mujer es un ensayo que se construye con ironía y subterfugio. La deana explica con lujo de detalles el no ser una mujer con aspiraciones políticas para ninguno de sus parientes (y como es mujer, naturalmente que no tiene ambiciones políticas propias). Sin embargo, mantiene una prensa de mano en su casa que se usa para reproducir sus versos, en su mayor parte políticos, en apoyo de Santana y contra Jiménez. Esos versos son distribuidos en duplicados para todo aquel que solicitara una copia y en gran cantidad entre la clase obrera (a los albañiles, por ejemplo)

La deana muere poco después de la publicación de su Historia de una mujer, sin haber logrado (a pesar de sus pro­vocaciones y esfuerzos ilustrados en el ensayo) convertirse en la mártir de la intriga política por el "bien" de la patria. Tampoco es la víctima de intolerancia política por su atre­vimiento a escribir sobre lo que le diera la gana, como insi­núa en el ensayo. Muere en 1852 en un momento en que la joven nación comienza a darse cuenta de las consecuencias de la inestabilidad política que habría de durar por muchos años por venir.

Fuentes: Emilio Rodríguez Demorizi el rescate de la obra de esta mujer. (Poesía popular dominicana. 3ra. ed. Santiago: Universidad Católica Madre y Maestra,)

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