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jueves, 3 de febrero de 2011

Tambor Moreno


Wilson Roa

Las gotas mansas del rocío
acarician la aurora en el prado frío,
y el sol que abraza la mañana
despierta los cantos de la sabana.

Visto la gala de mi esperanza,
dejo los muros de aquella granja,
emprendo la marcha por el camino,
buscando una luz para mi destino.

Siguiendo el curso de la empalizada,
distingo la niña de siempre cargada,
descubro una rosa en su pelo clavada
y un nuevo brillo en otra mirada.

En el mismo rostro, una nueva sonrisa,
en el mismo pelo se vuelca otra brisa,
en la misma tierra de su blanco velo
crecieron montañas que llevan al cielo.

Y el tambor moreno que en mi pecho truena,
libera una salve que canta una pena,
y se une al canto de la basta pradera,
al compás danzante de sus suaves caderas.

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