DESDE EL ORIENTE
Por Rafael Pineda.
MONTEVIDEO, Uruguay- Como
muchos de los grandes hombres de la historia, Ramón Valenzuela es un hombre de
provincia. Nació en provincia. Y siempre ha vivido en provincia. Pertenece al
grupo de los que se negaron a emigrar a la capital, o a radicarse en ciudad
lejana a su lar nativo. Nació en San Juan y fue allí donde desarrolló su
carrera de artista como cantante y director de orquesta en una de las épocas
más agudas que ha vivido la
Republica,caracterizada por contradicciones políticas y
sociales.
A las exigencias de ese período, Ramón Valenzuela no le dio
la espalda y asumió el papel que la historia le estaba reclamando, organizándose
en el Movimiento Revolucionario 14 de Junio, organización política que agitaba
a la juventud procurando desalojar definitivamente al trujillismo, y establecer
una sociedad justa.
Su ingreso al mundo del canto se produjo de manera gradual,
y natural. Allá en los lejanos años de la década del sesenta una de sus
maestras consideraba que tenia aptitudes para el canto y en los actos líricos
culturales que se hacían en la escuela para celebrar los días de la Independencia, de
las madres, de Sánchez, Duarte, Mella, lo ponían a cantar y entretenía a las
audiencias con sus canciones y con una potente voz que lo llevó a convertirse
en un destacado tenor lírico.
Si lo hacía bien o mal, responsabilidad de la maestra que lo
ponía en el programa de actividades, y de la audiencia que lo aplaudía. Con timidez
(porque siempre ha sido tímido) pero sin
miedo escénico cantaba para deleite de alumnos y de profesores. En esos
tiempos, aquellos actos eran algo clásico en las escuelas.
Así fue, acostumbrándose desde temprana edad al aplauso de
las muchedumbres, como Ramón Valenzuela fue convirtiéndose en un ícono de la
canción lírica y popular aclamado por grandes y chicos.
Su primer concierto fuera de San Juan de la Maguana fue en Barahona,
correspondiendo a una invitación de la “Sociedad los Buenos Amigos”. Después cantó
en el “Club de Obreros”, de Haina. Le siguieron actuaciones consecutivas en
Azua, Banì, San Cristóbal, Bonao, La Romana. Se
convirtió en artista profesional y recorrió varias veces el territorio de la
media isla dominicana.
De su repertorio de tenor recordamos estas canciones que
fueron favoritas: La salve de las auroras y Ninfa del alma, de Bienvenido
Brens; Cuchucuchà, merengue típico de Pedro Reynoso; Amor profundo, de Luis
Alberto Hernández; Flor de Auyama, de Sobieski de León; Paraíso, de Rafael
Solano; y de su autoría los merengues
Atabales de San Juan, Tierra mía y Filomena; de Juan Luis Guerra incorporó a su
repertorio Burbujas de amor, Visa para un sueño, Mal de amor. Pero las canciones que mas aplauso le granjearon
fueron la clásica Enriquillo, de Aníbal de Peña, y Granada.
Los músicos que le han acompañado a lo largo de su carrera artística
son Eduardo Batista, director musical y su guitarrista favorito; Humberto Familia,
bajo eléctrico; Carmito Taveras, guitarra
eléctrica; Florentino, piano eléctrico;
Gustavo Félix, percusión; Vinicio Hernández, segunda guitarra, y Tony Sánchez,
pianista.
Los aplausos cosechados y la popularidad no le hicieron
perder el deseo de seguir estudiando y alcanzó el grado de licenciado en
Ciencias de la Educación,
mención ciencias físicas y matemáticas, en la Universidad Nacional
Pedro Henríquez Ureña y además tomó cursos de educación musical, farmacia,
servicios de seguridad civil, relaciones humanas y organización municipal.
Destacado como estudioso de costumbres, supersticiones y
cultura popular, su nombre es de obligada pronunciación cuando en el sur se
habla de cultura, educación, deportes, folclor, tradiciones, artes clásicos y
populares, literatura y entretenimiento, porque ha sido y es un hombre
total. Una parte importante de su
quehacer lo ha dedicado a exaltar los valores de la educación y la cultura. En su cartera tiene treinta años
ininterrumpidos de magisterio y un aval en vocación de servicio que lo proyecta
más allá de los límites de nuestra insularidad.
Artista de voz privilegiada que se ha ganado un lugar en el
parnaso nacional.
Ramón Valenzuela fundó muchas organizaciones, y ayudó a
crear otras. Pero su obra cumbre, la que más diversión, entretenimiento, alegría,
llevó a sus contemporáneos, fue la
orquesta “Los Tainos Show”. ¿Quién no la recuerda? ¿Que joven de esos días
no se divirtió al ritmo de uno de los mejores grupos de la Republica Dominicana?
Fruto de su talento y buena voz.
Otras organizaciones musicales creadas por el fueron “Los
Cinco Soneros”, “Santomè The Band” (con los hermanos Víctor y Bienvenido
Rodríguez), “Los Melódicos”, y fue el
fundador y primer director del Departamento de Difusión Cultural del
Ayuntamiento Municipal de San Juan de la Maguana, habiendo creado los grupos de poesía
coreada, ballet folclórico, Baton ballet y coro municipal.
La primera actividad productiva de este encantador de
multitudes fue la sastrería. Sí, ejerció como sastre y cosiendo pantalones se ganó
el pan, los frijoles y las longanizas desde el 1963. Luego fue profesor de
educación musical en la Escuela Urania
Montàs y en los colegios San Juan, Lucill Rup, Wenceslao Ramírez Nieto. Ocupó las posiciones de asistente de la Dirección Regional
de Educación, Director y profesor del Liceo Secundario Nocturno Pedro Henríquez
Ureña desde el 1967. Fue co-fundador y director administrativo de “Informativo 2000”, miembro del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la
Prensa, presidente del Centro de Eventos San Juan, miembro de
la Filial de Rehabilitación,
del Consejo Provincial de la Cruz Roja,
del Casino, de Amucaba, de Hogar Crea, de la Fundación Amigos
del Mundo y Capitán del Cuerpo de Bomberos, fundador de la compañía Guardianes
Roberts y de otras instituciones.
Recibió un reconocimiento de la Escuela de Bellas Artes
por los recorridos que hizo a través de la Republica Dominicana
con la tuna de esa institución; el Ministerio de Educación lo reconoció con el
título de Maestro Emèrito por ser el mas
destacado de San Juan el año 1983 y en 1989 recibió el San Juan de Oro,
otorgado por el Patronato Pro-Desarrollo de San Juan, y La Higuana de Oro.
Mediante la
Resolución 10-93, del 19 de mayo del 1993, el Ayuntamiento lo
declaró “Hijo Meritísimo de San Juan de la Maguana”.
Por su vida vertical y transparente, por su honestidad, conducta
llana y simple, Ramón Valenzuela goza de un alto aprecio entre sus
conciudadanos.
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