José Enrique
Méndez
Desde el dominio de
la acción y de la contemplación, múltiples han sido las definiciones que han
querido abarcar en la definición la actitud vital del Haiku:
‘‘La síntesis de la síntesis’’, ‘‘La quintaesencia
del lenguaje
Poético’’,
‘‘Una intuición que recoge las sensaciones
inmediatas’’, como ‘‘Un relámpago que solo
algunos poetas,
dotados
de una sensibilidad especial, puede ver’’.
Al decir de Rafael
Abreu Mejía, el más prolifero cultor del haiku dominicano el haiku es:
Un
momento de visión
Enriquecido
Con
la belleza
Para él, su procedencia
de acuerdo a lo expresado por el prestigioso orientalista Samuel Wolpin, ‘‘el
haiku como tal es decir el poema de diecisiete sílabas, constituido por tres
versos de 5,7 y 5 sílabas, data del siglo XV. Fácilmente se pueden rastrear sus
antecedentes, de paso para destacar la influencia de la poesía china sobre la
japonesa’’.
En cuanto a la
definición del haiku, Sogi (1421-1502) poeta japonés a quien se le atribuye la
paternidad de esta modalidad poética, dijo
lo que todo el mundo interpreto como una clara alusión al haiku: ‘‘La
poesía expresa momentos de visión’’. Cinco siglos después, estas palabras se
harían famosas en el mundo occidental, al ser incluidas en el importante libro
de R.H. Blyth ‘‘A history of haiku’’.
Emoción es lo que
sentimos al leer la elaboración maravillosa de los haikus de José Juan Báez
Fumero, al interpretarlos como acentos de la luz que rescatan el contenido del
verbo portador de comunicación.
José Juan Báez
Fumero, domina el paisaje, regodeándose en él con libertad, perfumando la
realidad del día, con tentadoras interpretaciones, representación de las
palabras del escritor y poeta que cultiva los mundos.
En el
Silencio
De la tierra mojada
Late un lucero
En la lectura de
‘‘Rayo de Luna’’, encuentro textualidades en las composiciones, donde en sus
partes hay una carga de infinitud, la presencia de una alegría de la
naturaleza, mediante interconexión siguiente a un estro. Al final la
temporalidad del poema, arriba a ser efluvio.
Es un acaecer donde
lo sinestésico rige en parte el principio y donde en la organicidad hay una
especie de antagonismo.
Porque
el silencio
En
esta noche oscura
Habla
sin voz
La calidad poética
estructural, logra la unidad interna formal propia del Haiku, la ubicación
temporal o espacial del poema, con adecuadas reiteraciones -fónicas, morfológicas, sintácticas,
semánticas, asociadas a la creación cósmica, la otra, el impacto deslumbrante,
de su poesía rica en sutilezas carente de artificios.
En el aspecto
temático, su personaje es la luz, la luz del rayo que le permite ver el agua,
la luz de las palabras, canción que entona desde la recogida de Octavio Paz, y
Jesús Tomé, autor de ‘‘El Haiku, una aproximación a sus dificultades’’,
publicada en Borinken isla que les vio nacer y crecer.
Azul
y plata
Sobre
el río dormido
¡Brilla la luna!
La exhortación a unirnos a la voz de luz, en largo recorrido,
atravesando sonidos, el viento que calla armonioso sobre la tierra mojada, los
rayos de la luna se transforman posando brillante sobre el rio dormido sobre el
roble florido, en la copa del pino, sobre el valle dormido.
Todo
calla
Ante
la luz naciente
De
la mañana
Y en efecto,
analizando los textos del poeta, vemos con gran profusión, en sus adentros, lo
vivencial de su alma, la sensibilidad, la humildad y sinceridad propia de los
grandes seres humanos.
El escritor es un
artesano del verso. En su ‘‘aproximación primera al haiku’’, sus lienzos de
colores, son palabras perfectas que nos hablan de caprichos de los rayos de la
luna, Sinestesias del gesto de los rayos que sueñan, cobrando vida en el
destello reflejo sobre el valle dormido.
El resplandor de las
palabras del creador, es cielo estrellado miríadas ‘‘lamparitas’’ que designan
con cientos de ojos, dando alcance y dimensión cósmica acusadora a la
fecundidad del amor henchido a través de los ojos y la mirada.
‘‘Rayo de Luna’’ es
una colección de estelas luminosas, meditación integradora, al viento, rumor,
murmullo sobre las honduras del alma, dignidad dual de la filosofía oriental,
en el sonido y las voces entre luces y sombra, entre hojas y viento que
desvelan dentro del nido escondido, el murmullo que habla al aire entre las
ramas.
La oscuridad nunca es
espesa gracias a la intensidad espacial, la gloria limpia y tersa con que hace
brillar el rostro de comprimido creativo de sus poemas.
Sin caer en la
tentación de adoración, el creador de Haiku rinde culto a los caminos de la luz
naciente del día, a la blanca luna, al lucero latente, penetrando con su carro
de fuego a las profundidades de la noche obscura, resucitando la luz que en
ella vive escondida.
‘‘Como el Sol a la
niebla en la mañana’’, el autor es poeta Cultural, profeta del Haiku en Puerto
Rico, Yauco y desde hoy, en la Republica Dominicana.
El movimiento y la
quietud, son fuerzas fundamentales, elementos activos, espíritu que como
‘‘forma poética única’’ asume el escritor borinkano, como canto perdido en un
‘‘intenso de la interpretación de la voz poética a la experiencia física o
espiritual’’ que trata de despertar cada noche con un rayo de luna.
Jugando al influjo Qi
(soplo, energía), propio de las
sutilezas del oriente, en el capítulo de las hojas y el viento, capta la pasión
vital y su correspondencia con las cosas, la permanente ruptura del equilibrio
del viento y su poder para hacer resonar.
Columpio de
hojas
En el árbol
del río
¿Viento torcido?
Logra captar del paisaje los ejes
invisibles, el maridaje de la luz y el viento, la energía recóndita del
macrocosmo, inyectándola con algarabía en su obra:
¡Qué
buena suerte!
La
del viento en la tarde
Bañado
de luz!
Rayo
de Luna, poesía en comunión con el dinamismo del universo, siendo y estando,
eternamente marchando y regresando
En
el jardín
De
mi inconclusa vida
Hay
hojas secas.
Unas
las lleva el viento
Otras
con él regresan
HORIZONTES
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