Dr. Lorenzo E. Piña Puello
El sanjuanero de cuyo frío y apático no acogió nunca con entusiasmo las corrientes políticas imperantes en la tiranía y creemos que por estas circunstancias tuvo en la clandestinidad figuras opuestas al régimen tales como el Dr. Alejandro Cabral, Dr. José Arcadio Rodríguez , Dr. Octavio Rodríguez, Otilio Méndez Abreu, Lic. Emilio de los Santos y casi toda la juventud profesional de la época que se mantenía en estado de indiferencia tal, que llegó a recibir serias amenazas que se cristalizaron con prisiones y otras vías de hecho.
Por eso, repetimos, que aunque el progreso llegó a este pueblo en pleno desarrollo de la tiranía trujillista, como lo demuestran las diferentes obras materiales, sus hombres y mujeres fueron siempre indiferentes en estas corrientes políticas, con las funestas consecuencias ya anotadas.
De la Escuela Normal de esta ciudad hacia el año 1940, surgió un movimiento revolucionario, que dirigía un ciudadano cubano y estuvieron involucrados los jóvenes, Efraín Calderón, Frank Batista, Fausto Rodríguez, Tomás Susaña, Máximo Piña Puello, Pasito de los santos, Angel María Báez Montilla, Alejandro Paniagua, Pilín Díaz, Ney Rodríguez, Francisco Cuello y otros más. La Escuela fue clausurada y una comisión investigadora procedente de la capital que encabezaba el Secretario de Estados de las Fuerzas Armadas Generalísimo Héctor B. Trujillo Molina, ordenó el proceso de los conspiradores y de estos los menores fueron excluidos pero los restantes fueron condenados a la pena de Trabajos Posteriormente indultados.
Este movimiento se llamaba “Juventud Revolucionaria Dominicana”, dirigido por un ciudadano cubano, que fue posteriormente deportado. Sirvió de enlace para relacionarlo con los jóvenes sanjuaneros el joven Luis Iriarte Ramírez, sobrino del General Miguel Angel Ramírez, en el exilio desde el año 1928 y enemigo acérrimo del régimen de Trujillo. La Escuela Normal llevaba entonces el nombre de Escuela Normal María Martínez de Trujillo, y la dirigía entonces el profesor Dr. Carlos Alcocer Díaz, fue clausurada y la juventud para examinarse tenía que dirigirse a Azua.
La Escuela fue reabierta más tarde y ostenta ahora el nombre de Liceo Secundario Pedro Henríquez Ureña.
Fundamentalmente esta opinión en los hechos siguientes: en San Juan residió hasta su muerte, acecina en el Dr. Alejandro Cabral; natural de esta ciudad, hijo del héroe de Santomé, General José Maria Cabral y Luna, fue Senador y Catedrático de la facultad de Medicina de la Universidad de Santo Domingo, político y filántropo, que nunca se inscribió en el tristemente célebre Partido Dominicano, y se comenta popularmente que era enemigo del dictador, pero su vida fue respetada hasta su muerte aunque era vigilado de cerca por los servicios de inteligencia de la dictadura; el Dr. José Arcadio Rodríguez Suzaña, médico muy popular que tuvo la entereza de oponerse públicamente a decisiones del sistema político imperante; el mismo Senador Don José del Carmen Ramírez (a) Carmito, a pesar de su investidura fue prácticamente toda su vida un preso de confianza de la Era de Trujillo, así mismo un nutrido grupo de jóvenes profesionales de localidad mostraba valientemente su indiferencia al régimen de Trujillo.
Entre éstos jóvenes profesionales se destacan Dr. José Oscar Viñas Bonnelly, Dr. Jothin Koury, que aunque no eran nativos de este pueblo para esa época residían en esta ciudad y los sanjuaneros Dr. Vetillo Valenzuela, Juvenal Lagranje, Otilio Méndez, Rafael Méndez Abreu, Prof. Víctor Fleury, Dr. Octavio Rodríguez L., Dr. Tomás Suzaña, Máximo Piña Puello, Dr. Efraín Calderón, Dr. Guarín Pérez, Danny Recio, Fausto Rodríguez Mesa, Pilín Díaz, Dr. Alejandro Paniagua Rodríguez, Francisco Cuello V., Ney Rodríguez, Pasito de los Santos, Furcy de los Santos y otros tantos que sería prolijo enumerar, Guillermo Iriarte, Angel María Báez Montilla, Frank Batista, Leo Heyaime, José Manuel Farias.
El caballero Don Otilio Méndez Abreu, de una amplia cultura y poseedor de la mejor Biblioteca privada de la región, quien se suicidó al pié del Arco de Triunfo de esta ciudad, hastiado por las persecuciones de que era objeto por los esbirros de la Tiranía. La inhumación de su cadáver fue una verdadera manifestación de duelo por parte de la comunidad sanjuanera.
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